El
rancho de Nicola era un rancho ganadero, en el que además de José Domínguez y
Hardy, domador de caballos y cocinero respectivamente, trabajaban Dan,
administrador y esposo de Beryl y otros doce peones. Angie no quería que Nicola
la llevara a su rancho, pero no tenia fuerzas suficientes para oponerse. Nicola
había pagado los gastos del hospital y en cuanto le habían dado de alta, se habían
dirigido hacia Branntville. No le gustaba la idea de pasar varios días en
compañía de Nicola, que además se estaba comportando de una forma muy extraña
poniéndola mas nerviosa que de costumbre. Nicola nunca había sido un gran
conversador, solo hablaba cuando tenia que hacerlo por motivos de trabajo, asi
que el viaje lo hicieron en silencio. Angie miraba por la ventana del coche
preocupada por el dolor que todavia sentia en el brazo.
— ¿Ese
es tu rancho? —pregunto cuando llegaron a las afueras de Branntville.
Miro
la valla en la que había un letrero con una espuela.
—No,
este no es el mío. Cole Everett y esta espuela son famosos en todo el estado. Cole
se caso con su hermanastra, Heather Shaw y tuvieron tres hijos que ahora son ya
adolescentes.
—Es un
rancho muy grande, ¿verdad?
—Si.
— ¿Este
es el Brannt Ranch?
—Se
llama así por las personas que viven aquí?
Nicola
asintió y señalo la casa.
—King
Brannt es el dueño de aquella casa. Es todo un personaje —murmuro Nicola —El impone
las reglas dondequiera que se encuentra. Esta casado con una chica muy
atractiva, hija de una actriz muy famosa. Y haría cualquier cosa por ella.
— ¿Y
ella vive en el rancho? —pregunto Angie con curiosidad.
—Se ha
adaptado perfectamente. Como ves, el matrimonio no siempre es el final de la felicidad
—concluyo con amargura.
—Supongo
que debe haber cierta afinidad, no? —Pregunto con aire ausente —Se necesita algo
mas que atracción física para que dos personas sean felices en su matrimonio.
— ¿Como
que? —le pregunto Nicola.
—-Respeto
—contesto —Intereses compartidos, educación similar...cosas así
— ¿Y
sexo?
—Supongo
que si quieren tener hijos... —contesto nerviosa
—No
siempre es posible tener hijos —repuso Nicola con expresión sombría.
—Supongo
que no —bajo la mirada —Es posible que haya gente a la que no le interese el sexo.
—Angie
—pregunto Nicola muy serio —tu no tienes ni la menor idea de sexo, verdad?
—No—se
ruborizo.
Nicola
la recorrió con la mirada. Angie no sabía nada sobre relaciones hombre - mujer.
El era el culpable por haberla herido y asustado a los diecinueve años y en ese
momento deseo que todo hubiera sido diferente. Si el pudiera aprender a ser
tierno, seria maravilloso acostarse con ella, compartir la belleza de una unión
completa con ella. Se excitó al imaginarse tumbado al de Angie. Había
desperdiciado una oportunidad irrepetible. Era irónico que hubiera recobrado la
cordura gracias a un disparo, cuando un disparo le había robado antes la
cordura.
—Aquí
esta el rancho
Estaban
pasando entre dos alias de alambre de púas detrás de las cuales pastaba ganado
—Comparto
un semental Santa Gertrudis con el rancho Gran Espuela —le explico —Aunque
pronto tendremos que reemplazarlo, pues ya ha inseminado a muchas vacas.
—No
entiendo.
— ¿Te
interesa el trabajo del rancho? —pregunto Nicola de pronto.
—Bueno,
no se mucho de esto y supongo que es muy complicado, ¿no?
—No es
tan difícil como parece ¡Ah! Y tienes que aprender a montar.
—Supongo
que podré...aprender —contesto dudosa.
Llegaron
entonces a una preciosa casa de madera, en cuyos jardines florecían flores maravillosas.
— ¡Es
preciosa! —exclamo Angie.
—Era
de mi abuelo —le explico Nicola con orgullo —La herede cuando murió
—Oh,
es preciosa —repitió sin aliento — ¡Y cuantas flores!¡Esto debe estar increíble
en primavera!
—Las
flores son la contribución de Beryl para embellecer el entorno. Hay magnolias, azaleas
y camelias. Si te interesa, ella puede enseñarte todas las variedades que
florecen aquí
—Me
encanta la jardinería —confeso Angie —Nunca he tenido oportunidad de dedicarme a
eso, pero solía arreglar el jardín de la casa de mi abuela.
Nicola
apago el motor y la miro antes de decir en tono suave y profundo.
—No te
conozco. No se nada de ti, Angie.
— ¿
Y para que quieres saberlo? —contesto —Mira, esa es Beryl?
Señalo
a una mujer bajita de pelo cano que acababa de salir al porche.
—Si,
es Beryl.
— ¡Hace
mucho que no venias! —dijo Beryl —Y como de costumbre, llegas tarde. ¿Esta es Angie?
Se
detuvo ante ella y la recorrió con la mirada analizándola cada detalle de la
joven
—Delgada
y enferma, ¿verdad? Yo me encargare de cuidarte. ¿Como esta ese brazo? —le
pregunto con amabilidad — ¿Todavia te duele?
—Ya
esta mejor —respondió Angie risueña
—Si
quereís seguir hablando, será mejor que lo hagas en casa —repuso Nicola—Angie
no debería estar aquí afuera con el frío que hace.
—No
hace tanto frío —contesto Beryl — ¡Cielos, si dentro de un mes esto estará
lleno de flores!
Angie
se imagine el jardín lleno de flores, pero inmediatamente se dijo que para
entonces ya no estaría allí. De pronto, Nicola le rodeo los hombros con el
brazo y la condujo a la casa. La joven se tenso.
—No te
asustes —le dijo Nicola en cuanto Beryl se adelanto para mostrarle su habitación
—No voy a hacerte daño.
—Nicola...
—se interrumpió.
No
sabia que decir
—Tranquilízate,
quieres? Estas rodeada de amigos.
—Tu
nunca has sido amigo mío —contesto muy tensa.
—Tengo
treinta y cuatro años —le contesto mientras caminaban por el pasillo —Quizá este
cansado de estar solo. Una vez dijiste que ni tú ni yo teníamos a nadie en este
mundo.
—Y tú
contestaste que no necesitabas a nadie.
—Fui
policía durante catorce años —se encogió de hombros —Eso te hace ver las cosas de
una forma especial
La
mención de su trabajo la incomodo. No le gustaba pensar en los narcotraficantes
que había ni recordar que ella habia sido la unica testigo de una entrega de
drogas
— ¿Que
te pasa, Angie?
—Estaba
pensando en la noche que me dispararon —confeso —En esos hombres...
—Aquí
estas a salvo —le contesto Nicola —Nadie va a hacerte daño.
—No,
claro que no —forzó una sonrisa.
Beryl
la ayudo a colocar sus cosas mientras Nicola salía a revisar el ganado que
acababa de llegar. Tardo varias horas en volver y cuando lo hizo, Angie casi no
podía creer lo que tenia ante sus ojos. Nicola se habia puesto una camisa
vaquera azul de manga larga, unos pantalones de pana y un cinturón con una
hebilla de plata. Calzaba botas negras con espuelas y un sombrero Stetson,
bastante maltratado. Angie lo miro con curiosidad. Nunca lo había visto vestido
de esa forma.
—Parece
que te acabas de caer en un arbusto —comento Beryl haciendo una mueca.
—No
andas muy equivocada —contesto el —Hemos tenido que perseguir a unas vacas entre
unos arbustos y ya sabes que este no es trabajo para novatos. ¿Ya te has
instalado? —le pregunto a Angie.
Angie
asintió.
—Bueno
—arqueo una ceja extrañado — ¿a que se debe esa expresión?
—Estas
diferente —contesto tratando de encontrar la palabra correcta para describirlo.
—Aquí
nunca me visto de traje —contesto con una mueca —Este es mi hogar.
Angie
desvió la mirada. Su hogar. Ella tenía un apartamento, pero nunca había
tenido un lugar al que pudiera considerar su hogar. La casa de su abuela era
grande y elegante, pero intocable. En ella siempre se había sentido como una
invitada.
— ¿Que
vamos a comer? —le pregunto Nicola a Beryl incomodamente consciente de la aparente
indiferencia de Angie hacia el.
—Carne
asada —contesto Beryl —Y patatas. ¿Que otra cosa podrías comer aquí?
—Me
parece perfecto. Voy a bañarme.
Angie
lo observe marcharse mientras recordaba el día que Nicola la había curado de su
adoración hacia el. En aquella época, necesitaba amarle desesperadamente, pero
el no se lo había permitido. Y después de todo lo pasado Nicola parecía
decidido a hacer las paces, no se daba cuenta que ya era demasiado tarde para
eso. Beryl la miro con curiosidad y dijo de pronto con expresión de
incredulidad
—Le
tienes miedo. Pero, querida, si no es capaz de hacer daño ni a una mosca!
Quizá
no, pensó Angie, pero a ella la había herido como nadie lo había hecho nunca.
—Mi
padre nunca le gusto mucho. Ni yo. Ha sido muy amable conmigo desde que me dispararon,
pero la verdad es que preferiría estar lejos de el.
—Eso
es ridículo —insistió Beryl —Es brusco, si y tiene un carácter fuerte, pero es
un buen hombre. Lo conozco desde que nació. Nicola era un niño muy dulce hasta
que su padre lo abandono y su madre lo culpo a el por ese abandono. Yo pasaba
con el todo el tiempo que podía, pero echaba de menos a su madre.
—Yo
tampoco pude contar con mi padre —confeso Angie.
— ¿Ves?
Ya tenéis algo en común.
—Si.
Los dos somos seres humanos.
En
cuanto Angie se acostumbro a su nueva vida, la encontró fascinante. Insistía en
ayudar a Beryl en todo lo que podía y cuando esta protestaba, la tranquilizaba
diciéndole que el medico le había aconsejado que moviera el brazo aunque le
doliera un poco. A pesar de lo bien que se encontraba en el rancho, mantenía a
una cuidadosa distancia de Nicola, para disgusto de este. Siempre encontraba algún
pretexto para salir de una habitación en cuanto el entraba. Sin embargo, Angie tenía
que reconocer que Nicola en el rancho estaba en su elemento y no tenia nada que
ver con el Nicola al que trataba en la oficina.
Angie tenía
problemas para acostumbrarse a ese nuevo Nicola. Allí, lejos del mundo, Nicola
estaba mas tranquilo y había bajado la guardia. Cojeaba un poco por el duro
trabajo del rancho, pero estaba de mejor humor que en la oficina. No parecía
estar tan distante. Aquel cambio de actitud la ponía muy nerviosa pues la hacia
sentirse especialmente vulnerable. Le molestaba estar a merced de Nicola...que,
por su parte, en cuanto notaba que Angie le evitaba, se impacientaba. Un buen
día, fue a buscarla cuando ella estaba ayudando a dar de comer a un becerro. En
cuanto le vio, Angie supo que estaba enfadado. El brillo de sus ojos azules era
inconfundible.
—Deja
de evitarme —le dijo Nicola en tono intimidante sin más preámbulo.
Angie
lo miro nerviosa. Iba vestida con un pantalón y una cazadora vaquera y se había
recogido el pelo en una coleta. Nicola pensó que estaba preciosa.
—Estoy
dando de comer al becerro... —contesto titubeante señalando la botella que sostenía
en el hocico del becerro.
—No me
refiero a eso y lo sabes
Nicola
se quito el sombrero y se arrodillo a su lado. La miraba fijamente a los ojos,
como si necesitara averiguar que se escondía detrás de la mirada de Angie.
—He
tratado de decirte que siento lo que ocurrió aquel día —dijo bruscamente.
Angie
se ruborizo. El corazón le latía apresuradamente y no se atrevía a analizar por
que.
—Creía
que tengas más experiencia, si no te habría presionado tanto.
—Eso
ya me lo has dicho —contesto ella.
—Pero
no parece importarte —se paso una mano por el pelo —Has salido con otros hombres.
Ahora ya debes saber que las relaciones entre un hombre y una mujer pueden ser
muy bruscas.
Angie
no contesto.
— ¿Lo
sabes?
La
agarro por la barbilla y la obligue a mirarlo
—Dímelo.
—No ha
habido...nadie —contesto en un susurro.
Nicola
cambio completamente de expresión. Fruncio ligeramente el ceño, miro la boca entreabierta
de Angie y después la miro a los ojos.
— ¿Tan
profundas son las heridas que te hice? —pregunto tranquilo.
—Son muy
profundas —suspiro —Nicola, tengo que terminar de darle la leche al becerro.
Nicola
la soltó, pero no dejo de mirarla. Le ponía nervioso que Angie reaccionara de
aquella manera. Vio como le temblaban las manos a la chica y odio ser
responsable de ese miedo.
—No
puedo dejar de pensar en ti aunque lo intente. Estas cerca de mí, mucho mas de
lo que lo ha estado cualquier mujer —dijo Nicola desviando la mirada —Antes de
conocerte nunca había perdido el control. Creo que nunca había estado realmente
enamorado de una mujer.
—Pero
antes de que te hirieran estabas casado —dijo Angie.
Nicola
la miro y río burlón.
—Empecé
a salir con Francesca porque a mi madre no le gustaba. Después me case porque
era la única forma de conseguir que Francesca se acostara conmigo, pero ella me
aceptaba en su cama por una sola razón —contesto sin decir cual era aquella
razón —Al final busco a un hombre que pudiera darle lo que necesitaba. Supongo
lo encontró cuando se divorcio de mi. Ahora esta casada y tiene un hijo.
—Oh
Angie
frunció el ceño y lo miro con curiosidad tratando de reunir el valor suficiente
para preguntarle algo que la intrigaba. Nicola era un hombre brusco, era
posible que el ardor que había mostrado aquel odioso día fuera su cínica forma
de hacer el amor. Eso la hacia ver las cosas desde otra perspectiva.
— ¿Eras
igual... con ella? ¿Como fuiste conmigo ese día?
—Ninguna
mujer me ha importado lo suficiente como para importarme si disfrutaba o no en
mi cama —contesto Nicola —Deseaba a Francesca y creía que si ella me amaba, los
preliminares no importaban.
Angie
dejo escapar un suspiro. Reconocía que era muy inocente en ciertos aspectos,
pero Nicola tampoco parecía tener demasiada experiencia.
—Pero...es
que tu no puedes... solo...—se ruborizó —Nicola, las mujeres no somos como los
hombres —dijo indefensa —Una mujer necesita tiempo, ternura.
— ¿Y
como lo sabes? —Pregunto con insolencia — ¿No me habías dicho que eras
virgen?
Angie
se ruborizo.
—Que
sea inocente no quiere decir que sea tonta —lo miro —Veo películas y leo
libros, sabes? Tengo alguna idea de lo que siente una mujer con el hombre que
esta enamorada.
—Estabas
enamorada de mi —repuso Nicola —y lo único que sentiste fue miedo.
—Estaba
encaprichada contigo —lo corrigió, le asustaba haber sido tan transparente —Me
hiciste daño y no solo sentimentalmente.
—No lo
hice a propósito. Te deseaba —contesto titubeante, en ese momento parecía muy vulnerable
—Eras tan dulce, tan adorable y no pensé... —maldijo— ¿Y eso que importa? —La
miro a los ojos —TÚ me quieres.
—Fuiste
muy violento —musito.
—
¡Porque no se portarme de otro modo con las mujeres!
Exclamo
indignado y la miro con los ojos entrecerrados
—Yo no
tengo la culpa. Mi madre era la única mujer que tenía a mi lado y odiaba a los
hombres, incluyéndome a mí. Tuve mi primer encuentro con una mujer cuando era
policía. Las mujeres que encuentras en la calle son tan rudas como los hombres,
tienen que serlo y así han sido todas mis relaciones con mujeres —suspiro —Te
trate bruscamente porque no sabia hacerlo de otra forma.
—Nicola
—musito Angie — ¡Lo siento!
— ¿Que?
—pregunto Nicola mirándole a los ojos.
Angie
se pregunto si Nicola seria consciente de lo que acababa de confesarle. Le
acaricio la mejilla con ternura, pero Nicola se aparto y volvió a encerrarse en
si mismo.
—No
necesito la compasión de nadie —dijo con desdén —Y tampoco necesito a ninguna maldita
mujer —y acto seguido salió del establo bajo la atónita mirada de Angie.
Durante
los dos días siguientes, Nicola evito a Angie. Parecía estar avergonzado de su confesión.
Sin embargo Angie estaba mas tranquila, pues había comprendido hasta que punto
había estado condicionada la actitud de Nicola por su escasa experiencia con
las mujeres. En realidad a Angie nunca le había gustado la madre de Nicola, que
aprovechaba la ausencia del padre de la chica para arrastrar su abierta
hostilidad hacia ella. Y desde luego, la esposa de Nicola tampoco había ayudado
mucho, a juzgar por esa única cena que habían compartido. Nicola nunca había
podido disfrutar del amor de una mujer. El mismo había reconocido Francesca se
había casado con él por su uniforme.
En
realidad Francesca era igual que la madre de Nicola: odiaba a los hombres. Angie
fruncio el ceño. ¿No decían que los hombres buscaban de manera inconsciente a mujeres
que se parecieran a su madre? Por lo poco que había contado Nicola de si mismo,
Angie sabía que durante su juventud, había vivido con mujeres de carácter
bastante cuestionable, así que era posible que pensara que el sexo solo estaba
permitido con mujeres sin asomo de ternura, de vulnerabilidad. No tuvo tiempo
de madurar esa teoría porque de pronto Nicola le dijo que tenían que volver a
la oficina, de la que ya se habían ausentado demasiado tiempo. Naturalmente Angie
accedió a volver al trabajo porque, aunque todavía movía el brazo con cierta
torpeza, estaba totalmente recuperada. Ese mismo día volvieron a Houston.
—Voy a
poner un vigilante en la puerta de tu apartamento y te seguirá a todas partes
—dijo Nicola
cortante mientras subían al apartamento de Angie.
Esta
lo miro molesta y contesto:
—No
necesito que me vigilen. Puedo llamar a la policía si pasa algo.
—No,
no puedes —contesto Nicola —No conoces a esa gente. Yo si.
—Señor
Policía
Asintió
ella mirándolo furiosa mientras abría la puerta del apartamento
—
¿Estoy segura de que cuando eras policía, llevabas la insignia cosida a la piel!
—Me
gustaba mi trabajo
Le
dirigió una sonrisa tan encantadora que a Angie se le acelero el corazón
—Fue y
es el único trabajo, aparte del rancho, en el que me sentí realmente a gusto. El
trabajo de detective se parece mucho al de policía, sobre todo cuando tengo que
resolver algún asunto difícil.
Durante
el tiempo que llevaba trabajando para el, Angie lo había visto seguir la pista
a asesinos y atraca. Dores, detenerlos y encarcelarlos. Eso era una buena fuente
de ingresos para la agencia. Los casos mas fáciles se los dejaba a otros
detectives, el y Nick se hacían cargo de los casos mas difíciles y peligrosos.
—Es la
adrenalina —musito a Nicola —Eres un adicto al peligro.
— ¿Tu
crees?
—Eso
explicaría por que no te has retirado después del tiroteo —contesto Angie.
Lo recorrió
con la mirada y recordó las cicatrices que se escondían bajo su ropa.
Nicola
le dijo, consciente de su mirada:
—Estoy
seguro de que te repugnaría ver las cicatrices.
—Estaba
pensando en como había ocurrido —lo miro a los ojos —No en como habrías quedado.
Nicola
se tranquilizo un poco.
—De
cualquier manera —dijo con una ligera sonrisa —nunca he sido un hombre perfecto
en traje de baño. Ni siquiera antes de que me dispararan.
—Nunca
te he visto en traje de baño —contestó Angie con indiferencia.
Nicola
le dirigió una mirada sombría.
—Y
ahora no me veras en traje de baño ni muerto. Bueno, al menos no en público. Supongo
que a ti si te dejaría verme la espalda. Pero a nadie más.
— ¿Por
que a mi? —pregunto tensándose.
—Porque
tú no me haces sentirme algo menos que un hombre —contesto simplemente —Algunas
mujeres disfrutan destruyendo la vanidad de un hombre, eso las hace sentirse superiores.
Pero cuando un hombre le hace lo mismo a una mujer, lo llaman machista.
—No
todas somos así.
Nicola
se acerco a ella y como Angie no se aparto, se acerco todavía más. La observe
con cariño. Llevaba el pelo suelto, lo que la hacía parecer mas joven y
vulnerable Nicola le cogio con delicadeza un mechón de pelo castaño y la obligó
a mirarle a los ojos.
—Enseñame
—le dijo con voz ronca.
Angie
pregunto con la voz entrecortada.:
—A...que?
Nicola
miro su boca y acerco su cabeza a la de Angie para besarla.
—Enséñame
lo que es la ternura... —contesto y la beso.
Angie
se tenso al sentir aquella presión húmeda y ardiente. Nunca la habían besado de
una forma tan intima y no sabia como reaccionar. Aspiro la loción de Nicola y
le miro a los ojos sin saber que hacer.
— ¿Que
quieres, Angie? —pregunto Nicola en un susurro.
Mordisqueo
con exquisita ternura el labio inferior de la chica y recorrió con la lengua el
suave interior de su boca
—Dime.
Angie
poso las manos en su pecho.
—Nicola,
no puedes...
— ¿Por
que? —contesto forzándola con dulzura a abrir la boca.
Angie
empezó a sentir un extraño calor en su interior.
—Tu
me... detestas —murmuro.
—Odiaba
a mi madre —la corrigió.
La
miraba sin dejar de juguetear con su boca
—Odiaba
a mi exesposa... odiaba a medio mundo. Pero no a ti —frunció el ceño con expresión
de dolor — ¡Nunca, Angie...!
Angie
lo sintió temblar cuando volvió a besarla. El silencio que los rodeaba parecía cargado
de recuerdos imposibles. Nicola la abrazo, pero aquel abrazo no tenia nada que
ver con el cruel abrazo que Angie recordaba. Y de pronto, todo el miedo que Angie
había acumulado durante años, se desvaneció. Angie se permitió sentirlo,
saborearlo mientras la besaba con exquisita suavidad. Aquel contacto le resulto
mas placentero de lo que nunca se había atrevido a soñar, su beso era firme y
le encanto su sabor. Angie sintió un repentino calor en su vientre, le
temblaban las piernas y no entendía por que.
—Nicola...
—musito contra la boca de Nicola.
Nicola
le abrió la boca para que su lengua entrara suavemente en aquella dulce
oscuridad. Angie recordó entonces que alguna vez se habían besado así y se
tenso. Nicola dejo de besarla, la miro a los ojos durante un momento
interminable y lo que allí vio le satisfizo completamente. Angie no estaba
asustada, estaba excitada. Era asombroso que la ternura hubiera logrado aquella
diferencia, sin embargo también vio en los ojos de la joven una sombra de duda.
—No te
gusta que te bese así, verdad? —le preguntó con la voz enronquecida y los ojos brillantes
de placer —Cuando meto la lengua en tu boca recuerdas nuestro encuentro anterior
Le
acaricio el pelo con cariño, Angie no se movió, no protesto, se sentía como si esa
voz suave y profunda la tuviera cautiva
—Se
parece mucho a otro tipo de penetración —suspiro contra su boca —íntima y
urgente y muy, muy profunda... —murmuro y empezó a besarla lentamente.
Angie
gimió de placer y le rodeo el cuello con los brazos. En ese momento, sonó el teléfono.
La chica se sobresalto y Nicola se aparto. Angie estaba temblando, pero no de
miedo. Lo abrazaba, no luchaba contra el y eso lo excito, hizo que su corazón
latiera con fuerza en su pecho. Angie sintió una extraña debilidad en las
piernas cuando Nicola la soltó.
—Esta
bien —murmuro, Nicola y la cogió en brazos —Te sostengo.
Angie
apoyo la cabeza en el pecho de Nicola mientras este la llevaba al sofá, donde
se sentó antes de contestar al teléfono.
—Si ya
ha vuelto —comento —Si, esta bien. No, puedes hablar con ella. Le dire que te llame
después — colgó —Era Jazmin —le dijo a Angie mirándola a los ojos —Quería saber
si ya habías vuelto.
—Que
amable.
—Sí
pero ha llamado en muy mal momento —cortó y buscó la boca de Angie —Me alegra
que me desees, Angie.
—Que
vanidoso.
Nicola
no la dejo continuar, volvió a besarla hasta hacer que se estremeciera de
placer. Después se aparto y le acaricio con ternura la boca de Angie. La miraba
con tanto deseo que Angie desvió la mirada avergonzada.
—Nunca
había besado así a nadie —le confeso a Angie después de unos momentos.
—Yo
tampoco —contesto ruborizada — ¡Y me has dicho cada cosa...!
—Te
has excitado tanto que has gemido —le murmuro con mirada brillante —Nunca le había
dicho cosas así a una mujer. Contigo todo es diferente.
—No me
has hecho daño.
Nicola
no supo que contestar. La miro fijamente y supo que tenía que irse de allí de inmediato,
tenia que irse mientras todavía pudiera hacerlo.
—No
—contesto —No te he hecho daño. No podría hacerte daño aunque quisiera
Froto
su mejilla contra la de ella en una brusca caricia y la abrazo con fuerza antes
de apartarse de ella y ponerse de pie.
—Será
mejor que me vaya. Cierra bien la puerta y descansa. Mañana tendremos que poner
orden en la oficina... si te sientes suficientemente fuerte para ir a trabajar.
—Claro
que si —tartamudeo.
Lo
miro indefensa mientras el se ajustaba la corbata
— ¿Por
que? —pregunto.
Nicola
todavía estaba intentando recobrar el control. Nunca había sentido aquella necesidad
de complacer a una mujer. Y nunca había imaginado que pudiera ser tan vulnerable.
Deseaba a Angie como nunca había deseado a otra mujer, pero no podía ceder a aquel
impulso.
—Digamos
que como pago por los malos momentos pasados —contesto arqueando una ceja en
gesto burlón.
Angie
le observe con ojos tristes y contesto:
—Ah.
Nicola
suspiro pesadamente y dijo:
—Rayos!
Soy un solitario, ¿ya se te ha olvidado? Esto tampoco es fácil para mi —saco un
cigarrillo y lo encendió —Quería saber si te podía excitar, hacer que dejaras
de temerme —añadió molesto.
— ¿Solo
eso?
—No.
Sabes que te deseo tanto que apenas puedo contenerme —miro su boca —Por tu propio
bien, no dejes que me acerque tanto a ti —se volvió —Esto no tiene futuro. Digamos
que solo he querido comprobar si merecía la pena ser tierno.
— ¿Y
ha merecido la pena?
Nicola
no contesto, le acerco a la puerta y una vez allí le dijo:
—Angie,
yo soy así, he vivido demasiado para que puedas comprenderme. Es posible que nunca
deje de desearte, pero no quiero compromisos. Y no creo que a ti te guste una relación
de ese tipo. Así que será mejor que guardemos las distancias, estas de acuerdo?
Angie
se obligue a sonreír. Por lo menos Nicola estaba siendo sincero.
—Esta
bien. Gracias por haberme cuidado.
—Siempre
estaré a tu lado cuando me necesites —contesto con cariño.
Angie
se enterneció al oír aquellas palabras y Nicola le aclaro rápidamente:
—Recuerdas
la ultima vez que estuvimos juntos, ¿verdad? A pesar de como te he tratado ahora,
en la cama soy brusco y rápido, solo me interesa mi propio placer —añadió con brutal
honestidad —Las vírgenes no son mi estilo. Así que —suspiro —olvidemos esto…Buenas
noches, Angie.
Nicola
salió y cerró la puerta. Angie se acerco a esta y acarició con ternura el
picaporte, como si pudiera sentir el calor de la mano de Nicola. Era la segunda
vez que la abandonaba, pero aquella vez ella ya no lo temía.
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