jueves, 21 de abril de 2016

CAPITULO TRES

El rancho de Nicola era un rancho ganadero, en el que además de José Domínguez y Hardy, domador de caballos y cocinero respectivamente, trabajaban Dan, administrador y esposo de Beryl y otros doce peones. Angie no quería que Nicola la llevara a su rancho, pero no tenia fuerzas suficientes para oponerse. Nicola había pagado los gastos del hospital y en cuanto le habían dado de alta, se habían dirigido hacia Branntville. No le gustaba la idea de pasar varios días en compañía de Nicola, que además se estaba comportando de una forma muy extraña poniéndola mas nerviosa que de costumbre. Nicola nunca había sido un gran conversador, solo hablaba cuando tenia que hacerlo por motivos de trabajo, asi que el viaje lo hicieron en silencio. Angie miraba por la ventana del coche preocupada por el dolor que todavia sentia en el brazo.
— ¿Ese es tu rancho? —pregunto cuando llegaron a las afueras de Branntville.
Miro la valla en la que había un letrero con una espuela.
—No, este no es el mío. Cole Everett y esta espuela son famosos en todo el estado. Cole se caso con su hermanastra, Heather Shaw y tuvieron tres hijos que ahora son ya adolescentes.
—Es un rancho muy grande, ¿verdad?
—Si.
— ¿Este es el Brannt Ranch?
—Se llama así por las personas que viven aquí?
Nicola asintió y señalo la casa.
—King Brannt es el dueño de aquella casa. Es todo un personaje —murmuro Nicola —El impone las reglas dondequiera que se encuentra. Esta casado con una chica muy atractiva, hija de una actriz muy famosa. Y haría cualquier cosa por ella.
— ¿Y ella vive en el rancho? —pregunto Angie con curiosidad.
—Se ha adaptado perfectamente. Como ves, el matrimonio no siempre es el final de la felicidad —concluyo con amargura.
—Supongo que debe haber cierta afinidad, no? —Pregunto con aire ausente —Se necesita algo mas que atracción física para que dos personas sean felices en su matrimonio.
— ¿Como que? —le pregunto Nicola.
—-Respeto —contesto —Intereses compartidos, educación similar...cosas así
¿Y sexo?
—Supongo que si quieren tener hijos... —contesto nerviosa
—No siempre es posible tener hijos —repuso Nicola con expresión sombría.
—Supongo que no —bajo la mirada —Es posible que haya gente a la que no le interese el sexo.
—Angie —pregunto Nicola muy serio —tu no tienes ni la menor idea de sexo, verdad?
—No—se ruborizo.
Nicola la recorrió con la mirada. Angie no sabía nada sobre relaciones hombre - mujer. El era el culpable por haberla herido y asustado a los diecinueve años y en ese momento deseo que todo hubiera sido diferente. Si el pudiera aprender a ser tierno, seria maravilloso acostarse con ella, compartir la belleza de una unión completa con ella. Se excitó al imaginarse tumbado al de Angie. Había desperdiciado una oportunidad irrepetible. Era irónico que hubiera recobrado la cordura gracias a un disparo, cuando un disparo le había robado antes la cordura.
—Aquí esta el rancho
Estaban pasando entre dos alias de alambre de púas detrás de las cuales pastaba ganado
—Comparto un semental Santa Gertrudis con el rancho Gran Espuela —le explico —Aunque pronto tendremos que reemplazarlo, pues ya ha inseminado a muchas vacas.
—No entiendo.
— ¿Te interesa el trabajo del rancho? —pregunto Nicola de pronto.
—Bueno, no se mucho de esto y supongo que es muy complicado, ¿no?
—No es tan difícil como parece ¡Ah! Y tienes que aprender a montar.
—Supongo que podré...aprender —contesto dudosa.
Llegaron entonces a una preciosa casa de madera, en cuyos jardines florecían flores maravillosas.
— ¡Es preciosa! —exclamo Angie.
—Era de mi abuelo —le explico Nicola con orgullo —La herede cuando murió
—Oh, es preciosa —repitió sin aliento — ¡Y cuantas flores!¡Esto debe estar increíble en primavera!
—Las flores son la contribución de Beryl para embellecer el entorno. Hay magnolias, azaleas y camelias. Si te interesa, ella puede enseñarte todas las variedades que florecen aquí
—Me encanta la jardinería —confeso Angie —Nunca he tenido oportunidad de dedicarme a eso, pero solía arreglar el jardín de la casa de mi abuela.
Nicola apago el motor y la miro antes de decir en tono suave y profundo.
—No te conozco. No se nada de ti, Angie.
¿ Y para que quieres saberlo? —contesto —Mira, esa es Beryl?
Señalo a una mujer bajita de pelo cano que acababa de salir al porche.
—Si, es Beryl.
— ¡Hace mucho que no venias! —dijo Beryl —Y como de costumbre, llegas tarde. ¿Esta es Angie?
Se detuvo ante ella y la recorrió con la mirada analizándola cada detalle de la joven
—Delgada y enferma, ¿verdad? Yo me encargare de cuidarte. ¿Como esta ese brazo? —le pregunto con amabilidad — ¿Todavia te duele?
—Ya esta mejor —respondió Angie risueña
—Si quereís seguir hablando, será mejor que lo hagas en casa —repuso Nicola—Angie no debería estar aquí afuera con el frío que hace.
—No hace tanto frío —contesto Beryl — ¡Cielos, si dentro de un mes esto estará lleno de flores!
Angie se imagine el jardín lleno de flores, pero inmediatamente se dijo que para entonces ya no estaría allí. De pronto, Nicola le rodeo los hombros con el brazo y la condujo a la casa. La joven se tenso.
—No te asustes —le dijo Nicola en cuanto Beryl se adelanto para mostrarle su habitación —No voy a hacerte daño.
—Nicola... —se interrumpió.
No sabia que decir
—Tranquilízate, quieres? Estas rodeada de amigos.
—Tu nunca has sido amigo mío —contesto muy tensa.
—Tengo treinta y cuatro años —le contesto mientras caminaban por el pasillo —Quizá este cansado de estar solo. Una vez dijiste que ni tú ni yo teníamos a nadie en este mundo.
—Y tú contestaste que no necesitabas a nadie.
—Fui policía durante catorce años —se encogió de hombros —Eso te hace ver las cosas de una forma especial
La mención de su trabajo la incomodo. No le gustaba pensar en los narcotraficantes que había ni recordar que ella habia sido la unica testigo de una entrega de drogas
— ¿Que te pasa, Angie?
—Estaba pensando en la noche que me dispararon —confeso —En esos hombres...
—Aquí estas a salvo —le contesto Nicola —Nadie va a hacerte daño.
—No, claro que no —forzó una sonrisa.
Beryl la ayudo a colocar sus cosas mientras Nicola salía a revisar el ganado que acababa de llegar. Tardo varias horas en volver y cuando lo hizo, Angie casi no podía creer lo que tenia ante sus ojos. Nicola se habia puesto una camisa vaquera azul de manga larga, unos pantalones de pana y un cinturón con una hebilla de plata. Calzaba botas negras con espuelas y un sombrero Stetson, bastante maltratado. Angie lo miro con curiosidad. Nunca lo había visto vestido de esa forma.
—Parece que te acabas de caer en un arbusto —comento Beryl haciendo una mueca.
—No andas muy equivocada —contesto el —Hemos tenido que perseguir a unas vacas entre unos arbustos y ya sabes que este no es trabajo para novatos. ¿Ya te has instalado? —le pregunto a Angie.
Angie asintió.
—Bueno —arqueo una ceja extrañado — ¿a que se debe esa expresión?
—Estas diferente —contesto tratando de encontrar la palabra correcta para describirlo.
—Aquí nunca me visto de traje —contesto con una mueca —Este es mi hogar.
Angie desvió la mirada. Su hogar. Ella tenía un apartamento, pero nunca había tenido un lugar al que pudiera considerar su hogar. La casa de su abuela era grande y elegante, pero intocable. En ella siempre se había sentido como una invitada.
— ¿Que vamos a comer? —le pregunto Nicola a Beryl incomodamente consciente de la aparente indiferencia de Angie hacia el.
—Carne asada —contesto Beryl —Y patatas. ¿Que otra cosa podrías comer aquí?
—Me parece perfecto. Voy a bañarme.
Angie lo observe marcharse mientras recordaba el día que Nicola la había curado de su adoración hacia el. En aquella época, necesitaba amarle desesperadamente, pero el no se lo había permitido. Y después de todo lo pasado Nicola parecía decidido a hacer las paces, no se daba cuenta que ya era demasiado tarde para eso. Beryl la miro con curiosidad y dijo de pronto con expresión de incredulidad
—Le tienes miedo. Pero, querida, si no es capaz de hacer daño ni a una mosca!
Quizá no, pensó Angie, pero a ella la había herido como nadie lo había hecho nunca.
—Mi padre nunca le gusto mucho. Ni yo. Ha sido muy amable conmigo desde que me dispararon, pero la verdad es que preferiría estar lejos de el.
—Eso es ridículo —insistió Beryl —Es brusco, si y tiene un carácter fuerte, pero es un buen hombre. Lo conozco desde que nació. Nicola era un niño muy dulce hasta que su padre lo abandono y su madre lo culpo a el por ese abandono. Yo pasaba con el todo el tiempo que podía, pero echaba de menos a su madre.
—Yo tampoco pude contar con mi padre —confeso Angie.
— ¿Ves? Ya tenéis algo en común.
—Si. Los dos somos seres humanos.
En cuanto Angie se acostumbro a su nueva vida, la encontró fascinante. Insistía en ayudar a Beryl en todo lo que podía y cuando esta protestaba, la tranquilizaba diciéndole que el medico le había aconsejado que moviera el brazo aunque le doliera un poco. A pesar de lo bien que se encontraba en el rancho, mantenía a una cuidadosa distancia de Nicola, para disgusto de este. Siempre encontraba algún pretexto para salir de una habitación en cuanto el entraba. Sin embargo, Angie tenía que reconocer que Nicola en el rancho estaba en su elemento y no tenia nada que ver con el Nicola al que trataba en la oficina.
Angie tenía problemas para acostumbrarse a ese nuevo Nicola. Allí, lejos del mundo, Nicola estaba mas tranquilo y había bajado la guardia. Cojeaba un poco por el duro trabajo del rancho, pero estaba de mejor humor que en la oficina. No parecía estar tan distante. Aquel cambio de actitud la ponía muy nerviosa pues la hacia sentirse especialmente vulnerable. Le molestaba estar a merced de Nicola...que, por su parte, en cuanto notaba que Angie le evitaba, se impacientaba. Un buen día, fue a buscarla cuando ella estaba ayudando a dar de comer a un becerro. En cuanto le vio, Angie supo que estaba enfadado. El brillo de sus ojos azules era inconfundible.
—Deja de evitarme —le dijo Nicola en tono intimidante sin más preámbulo.
Angie lo miro nerviosa. Iba vestida con un pantalón y una cazadora vaquera y se había recogido el pelo en una coleta. Nicola pensó que estaba preciosa.
—Estoy dando de comer al becerro... —contesto titubeante señalando la botella que sostenía en el hocico del becerro.
—No me refiero a eso y lo sabes
Nicola se quito el sombrero y se arrodillo a su lado. La miraba fijamente a los ojos, como si necesitara averiguar que se escondía detrás de la mirada de Angie.
—He tratado de decirte que siento lo que ocurrió aquel día —dijo bruscamente.
Angie se ruborizo. El corazón le latía apresuradamente y no se atrevía a analizar por que.
—Creía que tengas más experiencia, si no te habría presionado tanto.
—Eso ya me lo has dicho —contesto ella.
—Pero no parece importarte —se paso una mano por el pelo —Has salido con otros hombres. Ahora ya debes saber que las relaciones entre un hombre y una mujer pueden ser muy bruscas.
Angie no contesto.
¿Lo sabes?
La agarro por la barbilla y la obligue a mirarlo
—Dímelo.
—No ha habido...nadie —contesto en un susurro.
Nicola cambio completamente de expresión. Fruncio ligeramente el ceño, miro la boca entreabierta de Angie y después la miro a los ojos.
— ¿Tan profundas son las heridas que te hice? —pregunto tranquilo.
—Son muy profundas —suspiro —Nicola, tengo que terminar de darle la leche al becerro.
Nicola la soltó, pero no dejo de mirarla. Le ponía nervioso que Angie reaccionara de aquella manera. Vio como le temblaban las manos a la chica y odio ser responsable de ese miedo.
—No puedo dejar de pensar en ti aunque lo intente. Estas cerca de mí, mucho mas de lo que lo ha estado cualquier mujer —dijo Nicola desviando la mirada —Antes de conocerte nunca había perdido el control. Creo que nunca había estado realmente enamorado de una mujer.
—Pero antes de que te hirieran estabas casado —dijo Angie.
Nicola la miro y río burlón.
—Empecé a salir con Francesca porque a mi madre no le gustaba. Después me case porque era la única forma de conseguir que Francesca se acostara conmigo, pero ella me aceptaba en su cama por una sola razón —contesto sin decir cual era aquella razón —Al final busco a un hombre que pudiera darle lo que necesitaba. Supongo lo encontró cuando se divorcio de mi. Ahora esta casada y tiene un hijo.
—Oh
Angie frunció el ceño y lo miro con curiosidad tratando de reunir el valor suficiente para preguntarle algo que la intrigaba. Nicola era un hombre brusco, era posible que el ardor que había mostrado aquel odioso día fuera su cínica forma de hacer el amor. Eso la hacia ver las cosas desde otra perspectiva.
— ¿Eras igual... con ella? ¿Como fuiste conmigo ese día?
—Ninguna mujer me ha importado lo suficiente como para importarme si disfrutaba o no en mi cama —contesto Nicola —Deseaba a Francesca y creía que si ella me amaba, los preliminares no importaban.
Angie dejo escapar un suspiro. Reconocía que era muy inocente en ciertos aspectos, pero Nicola tampoco parecía tener demasiada experiencia.
—Pero...es que tu no puedes... solo...—se ruborizó —Nicola, las mujeres no somos como los hombres —dijo indefensa —Una mujer necesita tiempo, ternura.
— ¿Y como lo sabes? —Pregunto con insolencia — ¿No me habías dicho que eras virgen?
Angie se ruborizo.
—Que sea inocente no quiere decir que sea tonta —lo miro —Veo películas y leo libros, sabes? Tengo alguna idea de lo que siente una mujer con el hombre que esta enamorada.
—Estabas enamorada de mi —repuso Nicola —y lo único que sentiste fue miedo.
—Estaba encaprichada contigo —lo corrigió, le asustaba haber sido tan transparente —Me hiciste daño y no solo sentimentalmente.
—No lo hice a propósito. Te deseaba —contesto titubeante, en ese momento parecía muy vulnerable —Eras tan dulce, tan adorable y no pensé... —maldijo— ¿Y eso que importa? —La miro a los ojos —TÚ me quieres.
—Fuiste muy violento —musito.
— ¡Porque no se portarme de otro modo con las mujeres!
Exclamo indignado y la miro con los ojos entrecerrados
—Yo no tengo la culpa. Mi madre era la única mujer que tenía a mi lado y odiaba a los hombres, incluyéndome a mí. Tuve mi primer encuentro con una mujer cuando era policía. Las mujeres que encuentras en la calle son tan rudas como los hombres, tienen que serlo y así han sido todas mis relaciones con mujeres —suspiro —Te trate bruscamente porque no sabia hacerlo de otra forma.
—Nicola —musito Angie — ¡Lo siento!
— ¿Que? —pregunto Nicola mirándole a los ojos.
Angie se pregunto si Nicola seria consciente de lo que acababa de confesarle. Le acaricio la mejilla con ternura, pero Nicola se aparto y volvió a encerrarse en si mismo.
—No necesito la compasión de nadie —dijo con desdén —Y tampoco necesito a ninguna maldita mujer —y acto seguido salió del establo bajo la atónita mirada de Angie.
Durante los dos días siguientes, Nicola evito a Angie. Parecía estar avergonzado de su confesión. Sin embargo Angie estaba mas tranquila, pues había comprendido hasta que punto había estado condicionada la actitud de Nicola por su escasa experiencia con las mujeres. En realidad a Angie nunca le había gustado la madre de Nicola, que aprovechaba la ausencia del padre de la chica para arrastrar su abierta hostilidad hacia ella. Y desde luego, la esposa de Nicola tampoco había ayudado mucho, a juzgar por esa única cena que habían compartido. Nicola nunca había podido disfrutar del amor de una mujer. El mismo había reconocido Francesca se había casado con él por su uniforme.
En realidad Francesca era igual que la madre de Nicola: odiaba a los hombres. Angie fruncio el ceño. ¿No decían que los hombres buscaban de manera inconsciente a mujeres que se parecieran a su madre? Por lo poco que había contado Nicola de si mismo, Angie sabía que durante su juventud, había vivido con mujeres de carácter bastante cuestionable, así que era posible que pensara que el sexo solo estaba permitido con mujeres sin asomo de ternura, de vulnerabilidad. No tuvo tiempo de madurar esa teoría porque de pronto Nicola le dijo que tenían que volver a la oficina, de la que ya se habían ausentado demasiado tiempo. Naturalmente Angie accedió a volver al trabajo porque, aunque todavía movía el brazo con cierta torpeza, estaba totalmente recuperada. Ese mismo día volvieron a Houston.
—Voy a poner un vigilante en la puerta de tu apartamento y te seguirá a todas partes
—dijo Nicola cortante mientras subían al apartamento de Angie.
Esta lo miro molesta y contesto:
—No necesito que me vigilen. Puedo llamar a la policía si pasa algo.
—No, no puedes —contesto Nicola —No conoces a esa gente. Yo si.
—Señor Policía
Asintió ella mirándolo furiosa mientras abría la puerta del apartamento
— ¿Estoy segura de que cuando eras policía, llevabas la insignia cosida a la piel!
—Me gustaba mi trabajo
Le dirigió una sonrisa tan encantadora que a Angie se le acelero el corazón
—Fue y es el único trabajo, aparte del rancho, en el que me sentí realmente a gusto. El trabajo de detective se parece mucho al de policía, sobre todo cuando tengo que resolver algún asunto difícil.
Durante el tiempo que llevaba trabajando para el, Angie lo había visto seguir la pista a asesinos y atraca. Dores, detenerlos y encarcelarlos. Eso era una buena fuente de ingresos para la agencia. Los casos mas fáciles se los dejaba a otros detectives, el y Nick se hacían cargo de los casos mas difíciles y peligrosos.
—Es la adrenalina —musito a Nicola —Eres un adicto al peligro.
— ¿Tu crees?
—Eso explicaría por que no te has retirado después del tiroteo —contesto Angie.
Lo recorrió con la mirada y recordó las cicatrices que se escondían bajo su ropa.
Nicola le dijo, consciente de su mirada:
—Estoy seguro de que te repugnaría ver las cicatrices.
—Estaba pensando en como había ocurrido —lo miro a los ojos —No en como habrías quedado.
Nicola se tranquilizo un poco.
—De cualquier manera —dijo con una ligera sonrisa —nunca he sido un hombre perfecto en traje de baño. Ni siquiera antes de que me dispararan.
—Nunca te he visto en traje de baño —contestó Angie con indiferencia.
Nicola le dirigió una mirada sombría.
—Y ahora no me veras en traje de baño ni muerto. Bueno, al menos no en público. Supongo que a ti si te dejaría verme la espalda. Pero a nadie más.
— ¿Por que a mi? —pregunto tensándose.
—Porque tú no me haces sentirme algo menos que un hombre —contesto simplemente —Algunas mujeres disfrutan destruyendo la vanidad de un hombre, eso las hace sentirse superiores. Pero cuando un hombre le hace lo mismo a una mujer, lo llaman machista.
—No todas somos así.
Nicola se acerco a ella y como Angie no se aparto, se acerco todavía más. La observe con cariño. Llevaba el pelo suelto, lo que la hacía parecer mas joven y vulnerable Nicola le cogio con delicadeza un mechón de pelo castaño y la obligó a mirarle a los ojos.
—Enseñame —le dijo con voz ronca.
Angie pregunto con la voz entrecortada.:
—A...que?
Nicola miro su boca y acerco su cabeza a la de Angie para besarla.
—Enséñame lo que es la ternura... —contesto y la beso.
Angie se tenso al sentir aquella presión húmeda y ardiente. Nunca la habían besado de una forma tan intima y no sabia como reaccionar. Aspiro la loción de Nicola y le miro a los ojos sin saber que hacer.
— ¿Que quieres, Angie? —pregunto Nicola en un susurro.
Mordisqueo con exquisita ternura el labio inferior de la chica y recorrió con la lengua el suave interior de su boca
—Dime.
Angie poso las manos en su pecho.
—Nicola, no puedes...
— ¿Por que? —contesto forzándola con dulzura a abrir la boca.
Angie empezó a sentir un extraño calor en su interior.
—Tu me... detestas —murmuro.
—Odiaba a mi madre —la corrigió.
La miraba sin dejar de juguetear con su boca
—Odiaba a mi exesposa... odiaba a medio mundo. Pero no a ti —frunció el ceño con expresión de dolor — ¡Nunca, Angie...!
Angie lo sintió temblar cuando volvió a besarla. El silencio que los rodeaba parecía cargado de recuerdos imposibles. Nicola la abrazo, pero aquel abrazo no tenia nada que ver con el cruel abrazo que Angie recordaba. Y de pronto, todo el miedo que Angie había acumulado durante años, se desvaneció. Angie se permitió sentirlo, saborearlo mientras la besaba con exquisita suavidad. Aquel contacto le resulto mas placentero de lo que nunca se había atrevido a soñar, su beso era firme y le encanto su sabor. Angie sintió un repentino calor en su vientre, le temblaban las piernas y no entendía por que.
—Nicola... —musito contra la boca de Nicola.
Nicola le abrió la boca para que su lengua entrara suavemente en aquella dulce oscuridad. Angie recordó entonces que alguna vez se habían besado así y se tenso. Nicola dejo de besarla, la miro a los ojos durante un momento interminable y lo que allí vio le satisfizo completamente. Angie no estaba asustada, estaba excitada. Era asombroso que la ternura hubiera logrado aquella diferencia, sin embargo también vio en los ojos de la joven una sombra de duda.
—No te gusta que te bese así, verdad? —le preguntó con la voz enronquecida y los ojos brillantes de placer —Cuando meto la lengua en tu boca recuerdas nuestro encuentro anterior
Le acaricio el pelo con cariño, Angie no se movió, no protesto, se sentía como si esa voz suave y profunda la tuviera cautiva
—Se parece mucho a otro tipo de penetración —suspiro contra su boca —íntima y urgente y muy, muy profunda... —murmuro y empezó a besarla lentamente.
Angie gimió de placer y le rodeo el cuello con los brazos. En ese momento, sonó el teléfono. La chica se sobresalto y Nicola se aparto. Angie estaba temblando, pero no de miedo. Lo abrazaba, no luchaba contra el y eso lo excito, hizo que su corazón latiera con fuerza en su pecho. Angie sintió una extraña debilidad en las piernas cuando Nicola la soltó.
—Esta bien —murmuro, Nicola y la cogió en brazos —Te sostengo.
Angie apoyo la cabeza en el pecho de Nicola mientras este la llevaba al sofá, donde se sentó antes de contestar al teléfono.
—Si ya ha vuelto —comento —Si, esta bien. No, puedes hablar con ella. Le dire que te llame después — colgó —Era Jazmin —le dijo a Angie mirándola a los ojos —Quería saber si ya habías vuelto.
—Que amable.
—Sí pero ha llamado en muy mal momento —cortó y buscó la boca de Angie —Me alegra que me desees, Angie.
—Que vanidoso.
Nicola no la dejo continuar, volvió a besarla hasta hacer que se estremeciera de placer. Después se aparto y le acaricio con ternura la boca de Angie. La miraba con tanto deseo que Angie desvió la mirada avergonzada.
—Nunca había besado así a nadie —le confeso a Angie después de unos momentos.
—Yo tampoco —contesto ruborizada — ¡Y me has dicho cada cosa...!
—Te has excitado tanto que has gemido —le murmuro con mirada brillante —Nunca le había dicho cosas así a una mujer. Contigo todo es diferente.
—No me has hecho daño.
Nicola no supo que contestar. La miro fijamente y supo que tenía que irse de allí de inmediato, tenia que irse mientras todavía pudiera hacerlo.
—No —contesto —No te he hecho daño. No podría hacerte daño aunque quisiera
Froto su mejilla contra la de ella en una brusca caricia y la abrazo con fuerza antes de apartarse de ella y ponerse de pie.
—Será mejor que me vaya. Cierra bien la puerta y descansa. Mañana tendremos que poner orden en la oficina... si te sientes suficientemente fuerte para ir a trabajar.
—Claro que si —tartamudeo.
Lo miro indefensa mientras el se ajustaba la corbata
— ¿Por que? —pregunto.
Nicola todavía estaba intentando recobrar el control. Nunca había sentido aquella necesidad de complacer a una mujer. Y nunca había imaginado que pudiera ser tan vulnerable. Deseaba a Angie como nunca había deseado a otra mujer, pero no podía ceder a aquel impulso.
—Digamos que como pago por los malos momentos pasados —contesto arqueando una ceja en gesto burlón.
Angie le observe con ojos tristes y contesto:
—Ah.
Nicola suspiro pesadamente y dijo:
—Rayos! Soy un solitario, ¿ya se te ha olvidado? Esto tampoco es fácil para mi —saco un cigarrillo y lo encendió —Quería saber si te podía excitar, hacer que dejaras de temerme —añadió molesto.
— ¿Solo eso?
—No. Sabes que te deseo tanto que apenas puedo contenerme —miro su boca —Por tu propio bien, no dejes que me acerque tanto a ti —se volvió —Esto no tiene futuro. Digamos que solo he querido comprobar si merecía la pena ser tierno.
— ¿Y ha merecido la pena?
Nicola no contesto, le acerco a la puerta y una vez allí le dijo:
—Angie, yo soy así, he vivido demasiado para que puedas comprenderme. Es posible que nunca deje de desearte, pero no quiero compromisos. Y no creo que a ti te guste una relación de ese tipo. Así que será mejor que guardemos las distancias, estas de acuerdo?
Angie se obligue a sonreír. Por lo menos Nicola estaba siendo sincero.
—Esta bien. Gracias por haberme cuidado.
—Siempre estaré a tu lado cuando me necesites —contesto con cariño.
Angie se enterneció al oír aquellas palabras y Nicola le aclaro rápidamente:
—Recuerdas la ultima vez que estuvimos juntos, ¿verdad? A pesar de como te he tratado ahora, en la cama soy brusco y rápido, solo me interesa mi propio placer —añadió con brutal honestidad —Las vírgenes no son mi estilo. Así que —suspiro —olvidemos esto…Buenas noches, Angie.

Nicola salió y cerró la puerta. Angie se acerco a esta y acarició con ternura el picaporte, como si pudiera sentir el calor de la mano de Nicola. Era la segunda vez que la abandonaba, pero aquella vez ella ya no lo temía.

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