Nicola
no cejo en su intento de ponerle a Angie un guardaespaldas. Asigno a Adams, un joven
detective de la compañía, la obligación de seguirla a dondequiera que fuera. Jazmin
sonrió al verla llegar a la oficina y hasta ejecuto unos pasos de baile al
tiempo que cantaba unos compases de la canción titulada Voy mi sombra.
—Oh,
callate —gruño Angie —Supongo que Nicola cree que pueden matarme a plena luz del
día.
—Y no
puede permitírselo —murmuro Jazmin —Imaginate el daño que haría a la reputación
de la agencia que nuestra secretaria sufriera un atentado!
—Estas
loca —dijo Angie riéndose mientras la abrazaba con cariño —Me alegra estar de vuelta
en la oficina.
—Te
hemos echado de menos —contesto Jazmin —No se ha escondido nadie debajo de mi
escritorio en toda la semana.
—Yo no
me escondía debajo de tu escritorio.
—Lo
habrías hecho si hubiera sitio. Tengo que darte una mala noticia —hizo una mueca
—Nicola esta de malas —suspiro —A veces pienso que he hecho mal comprometiéndome
con Harold. Podría hacer algo mas interesante con Nicola —frunció el ceño
pensativa —Desde que lo abandono su esposa no sale con ninguna mujer, ¿verdad?...Crees
que el tiroteo tendría algo que ver?
—A que
te refieres? —pregunto Angie con curiosidad.
—Bueno,
como a veces cojea... —contesto Jazmin después de asegurarse de que nadie las oía
—Es posible QUE UNA ANTIGUA lesión que le impida meterse en la cama.
—No
Creo que tenga ninguna lesión importante, le he visto montar perfectamente a caballo
—eontestó Angie después de aclararse la garganta.
—Que
bien —Jazmin se encogió de hombros —Entonces quizá no se crea suficientemente
atractivo. O quizá odia a las mujeres. Que desperdicio de hombre, si por lo
menos, no tuviera esa expresión de policía...Casi nunca sonríe y solo se ocupa
de su trabajo —movió la cabeza y se alejo —Me pregunto si se comportara de la
misma forma cuando esta con una mujer.
Angie
sintió una extraña debilidad en las piernas al recordar como se comportaba Nicola
cuando estaba con una mujer. Las cosas que le había dicho cuando la había
besado no eran como para quedarse inmune. Podría ser brusco, pero era muy
sensual y ella había empezado a descubrir... que podía ser muy tierno.
—Bueno,
ahora ponme al tanto de como andan las cosas —repuso Angie, intentando cambiar
de tema —Tengo la sensación de llevar años sin venir a trabajar.
—No lo
dudo. ¿Ya tienes completamente bien el brazo?
—Un
poco rígido —le contesto —Pero no te preocupes. Para una profesional como yo, una
bala no tiene ninguna importancia.
—Bueno
—gimió Jazmin —ahora a todos os han herido de bala, menos a mi. Hasta a
la secretarial
Añadió
mirando enfadada a Angie, que levanto las manos y contesto:
—Yo no
tengo la culpa. Te juro que no pedí a esos hombres que me dispararan.
Jazmin
puso los brazos en jarras
—Y
como puedo saber que no estas mintiendo?
Nicola
abrió la puerta de su oficina y les dijo:
—A
trabajar.
—Si,
señor —contesto Jazmin, muy modosa.
Angie
no se atrevió a mirarle a los ojos, se sentó delante del ordenador y dijo:
—Jazmin
me estaba poniendo al corriente de todo.
—Pues
asegúrate de que todo se refiera únicamente al trabajo —contesto.
—Pareces
cansado —le dijo Angie cuando se atrevió a mirarle.
—He
dormido poco —se paso la mano por el pelo —Cuando llame Andrew, decidle que venga
a la hora del almuerzo. Tengo un caso para el. Yo estaré en una reunión con los
detectives. No me pases ninguna llamada.
—De
acuerdo.
De
pronto, Nicola pareció reparar por primera vez en Angie. La recorrió de pies a
cabeza con la mirada.
—Estas
muy elegante esta mañana —le dijo — ¿Vas a comer con alguien especial?
—No…Lo
que pasa es que no quiero decepcionar a mi sombra vistiéndome como una aburrida
oficinista. He pensado que podía impresionarle con mi disfraz de Mata Hari.
—Te
has equivocado de categoría —contesto Nicola arqueando una ceja —Somos detectives,
no espías.
—Pero
no hubiera estado tan elegante si me hubiera puesto mi impermeable y un sombrero
estilo Indiana Jones.
—Quizá
no
Nicola
se metió las manos en los bolsillos. Aquel gesto le indico a Angie que estaba
preocupado.
— ¿Que
pasa? —le pregunto.
Nicola
dejo escapar un largo suspiro antes de contestar:
—El
tipo que te hirió ha salido libre bajo fianza. Anda por las calles y nadie sabe
donde.
Angie
se quedo paralizada. Ya no necesitaba preguntarle que era lo que le preocupaba.
Le causaba horror saber que era la única testigo de una entrega entre
narcotraficantes, que podía mandar a prisión a dos hombres. Si estos pretendían
silenciarla, su vida no valía nada.
—Adams
no se ha separado en ningún momento de mi.
—Es
uno de nuestros mejores detectives. Pero eso no es suficiente, porque no puede dormir
contigo.
—Puedes
enseñarme a usar un revolver.
—Te
llevaría años de practica disparar correctamente —le recordó —Y no es lo mismo encontrarse
en una situación desesperada que disparar en un entrenamiento.
—Puedo
irme a vivir al apartamento de Jazmin —sugirió.
Nicola
saco las manos de los bolsillos del pantalón, se acerco al escritorio de Angie
y dijo de modo que Jazmin no pudiera oírle:
—No lo
malinterpretes, porque esto no es una proposición de ningún tipo, pero quiero que
vengas a vivir a mi casa hasta que atrapemos a esos tipos.
— ¿A
vivir contigo? —pregunto dudosa.
Nicola
asintió.
—Es la
solución más segura. Me gustaría que te fueras al apartamento de Adams, pero su
novia puede enfadarse —contesto intentando aliviar la tensión.
Al ver
que Angie vacilaba, añadió
—Angie,
si tienes miedo por lo que sucedió anoche, olvídalo. Ya te dije que no quiero
compromisos. No voy a intentar seducirte y supongo que sabes que no soy capaz de
forzarte.
—Si
—se mordió el labio —pero no estaría bien.
—Los
únicos que se enteraran serán los trabajadores de la agenda —le prometió —Y ellos
saben por que lo hacemos. No te estoy pidiendo que tengamos una aventura.
—Ya lo
se
Angie
bajo la mirada. Nicola sonrío y le dijo:
—No
voy a pasearme desnudo por el apartamento ni pienso pasarme el día viendo partidos
de futbol.
— ¿Te
gusta el futbol? —pregunto Angie extrañada.
—No.
Pero normalmente ando desnudo por el apartamento. Me comprare unos cuantos pijamas.
Ah y una bata.
—Entonces,
de acuerdo —contesto Angie sonriente.
—Pasare
a recogerte a las siete para llevarte a mi apartamento. Hasta ese momento
Adams
se encargara de cuidarte —dijo Nicola y acto seguido se marcho.
En ese
momento Angie se sentía más insegura que nunca. Vivir con el iba a ser una dura
prueba para sus sentimientos. Le observó entrar en su despacho con el ceño
fruncido. ¿Por que la habría invitado Nicola a vivir a su casa? ¿Para demostrarle
que no la quería? Angie no lo sabia, pero temía las consecuencias de su
convivencia. En cualquier caso, al lado de Nicola había aprendido lo poco que
valía la vida de las personas que se relacionaban con los narcotraficantes. Nicola
era un buen detective y sabría como protegerla. Eso la tranquilizaba. Era
absurdo que se preocupara de sus sentimientos cuando su vida estaba pendiente
de un hilo, se dijo. Afortunadamente, el día se presento tranquilo. A las cinco
Angie salió de la oficina, siempre seguida por Adams y ya en su apartamento
hizo la maleta. No le apetecía irse, pero no le quedaba otro remedio. A las
siete en punto Nicola llamo a la puerta y ella le abrió
— ¿Lista?
—le pregunto.
—Voy a
buscar mi abrigo —contesto mirando a su alrededor.
Solo
llevaba una maleta.
— ¿Esto
es todo lo que vas a llevar? —pregunto Nicola, frunciendo el ceño.
—Bueno,
llevo lo suficiente para unos cuantos días.
—Angie,
pueden ser semanas —contesto secamente —No quiero alarmarte, pero creo que vas
a tener que pasar algún tiempo conmigo.
—Yo...puedo
venir a recoger lo que vaya necesitando
—Supongo
que si. ¿Has metido camisones? ¿Y la bata?
—Si
—se ruborizo —Bueno, pijamas y bata.
—Tendrás
tu propia habitación —dijo Nicola sonriendo —Es un piso grande.
—Si,
ya lo se —contesto inmediatamente se arrepintió.
Era
una forma de recordar lo que allí había sucedido.
—Vámosnos.
Nicola
cogió la maleta y salieron. Mientras bajaban al aparcamiento Nicola iba atento,
alerta a cualquier señal de peligro, Angie observe el bulto de la pistola bajo
la chaqueta de Nicola. Estaba autorizado a llevar armas o herramientas de
trabajo, como el las llamaba, pero eso le recordó a Angie el peligro que corría
Nicola en su trabajo. Podía morir en cualquier momento. Antes de guardar la
maleta en el portaequipajes, Nicola ayudo a Angie a meterse en el coche. Después
examine el motor y cada centímetro del tablero y puso el coche en marcha.
— ¿Es
necesario? —pregunto Angie.
Nicola
asintió mientras sacaba el coche del aparcamiento.
—Siempre
lo hago, pero no te preocupes, estas en buenas manos.
—Si,
ya lo se —se apoyo en el respaldo del asiento — ¿Por que tuve que salir tan
tarde de la oficina? —gimió —Si hubiera salido a la hora de costumbre, no me
habría encontrado a nadie.
—Te
entretuve yo —le recordó Nicola —Supong0 que, en cierto modo, yo también soy culpable.
—Me lo
merecía por salir tan tranquila.
—Si,
tienes que tener mas cuidado, sabes? Sin embargo, el día que encontraste a Jazmin
en la juguetería, conseguiste salvar otra situación. El de repente estaba
nervioso, pero al ver que te despedías de Jazmin, comentándole algo de su
sobrino, pensó que no estaba allí por nada relacionado con su trabajo. Cinco
minutos después, consiguieron detener a su hijo.
—No me
lo habías contado! —exclamo Angie.
—Podías
haber ocasionado una tragedia por no tener cuidado, lo mismo que Jazmin. Os merecías
un escarmiento y tú ya lo has tenido. La próxima vez tendrás mas cuidado, ¿verdad?
—Mi
trabajo no es peligroso —le miro —Nunca me dejaras hacer lo que realmente quiero
—le acuso.
— ¿Y
que es lo que quieres hacer? —pregunto deteniéndose ante un semáforo en
rojo.
Apoyo
el brazo en su asiento y la miro
—
¿Acostarte conmigo?
—Que
vanidoso.
—Me
deseas —le sonrió Nicola.
—Ya
esta en verde —evito mirarlo.
—Cambiemos
de tema —sugirió el —Pero no se te ocurra meterte en mi cama esta noche —y
añadió cuando Angie abrió la boca para protestar —La puerta de mi habitación
estará cerrada, así que no te molestes en comprobarlo.
Angie
lo miro asombrada. Aquel bromista no tenía nada que ver con el serio detective
al que estaba acostumbrada. Nicola arqueo una ceja y dijo:
—Siento
decepcionarte. No soy lo suficientemente moderno para las aventurillas.
—Nicola,
¿te encuentras bien?
—Si y
no se te ocurra acercarte a mi para comprobar lo bien que me encuentro —la previno.
Angie
soltó una carcajada. Nunca se había imaginado que Nicola pudiera tener sentido
del humor.
—Me
siento definitivamente peligrosa.
—Lo
Sois la mayoría de las mujeres —afirmo el —Y las vírgenes ansiosas de sexo sois
las peores.
— ¡Yo
no soy eso! —protesto.
— ¿Como
lo sabes?
Aparco
en frente del edificio en que se encontraba su apartamento y la miro
—El
deseo puede acabar con mujeres como tu. En un momento puedes estar ruborizada y
nerviosa y al siguiente desgarrando las ropas de un hombre indefenso.
—Te
prometo controlar mis...necesidades —le miró risueña.
—Eso
espero. Y no me espíes mientras me baño —añadió serio.
Aquellas
bromas consiguieron eliminar todo rastro de miedo en Angie, que lo siguió contenta
hasta el segundo piso, en el que se encontraba el apartamento. La habitación
que le ofreció a Angie estaba decorada en tonos azules. A la joven le encanto.
—Si
quieres yo me encargo de cocinar. Me encanta
Se
ofreció en cuanto se instalo.
—Acepto
—asintió —Yo también se cocinar, pero no me gusta.
Angie
abrió el refrigerador y vio que estaba bien provisto, así que pregunto:
— ¿Te
parece bien carne asada y ensalada?
—Perfecto
—contesto Nicola.
Se
quito los zapatos y dejo su chaqueta en un sofá de la sala. Angie fue a su
habitación a cambiarse. Se puso unos pantalones vaqueros y una sudadera. Cuando
salió, encontró a Nicola sin chaqueta, sin corbata y con la camisa
desabrochada. Angie lo estudio a hurtadillas desde la cocina, nunca había visto
a ningún hombre desnudo. Por lo que pudo ver, tenia el pecho cubierto de vello
y la piel muy blanca.
—Soy
muy blanco —le dijo el, sorprendiéndola como si hubiera leído sus pensamientos
—Me basta tomar el sol y me quemo rápidamente por eso me cuido.
—No
pretendía mirarte así
Nicola
se acerco a la cocina y le quito un paquete de carne que llevaba en la mano y
lo dejo en la mesa.
—No te
preocupes, mira esto —dijo Nicola en voz baja, profunda y sensual.
Con
una mano la agarro por la cintura mientras con la otra se sacaba la camisa de
los pantalones.
—Ahora
mírame —añadió con calma.
Y ella
obedeció. Nunca había visto a alguien tan masculino ni tan sensual. Hasta el
aroma de Nicola alteraba los sentidos de Angie. No podía dejar de mirar su piel
desnuda.
—Tienes
unos ojos muy expresivos —dijo Nicola, mirándola con ojos cargados de deseo —Delatan
tus secretos.
— ¿Que
clase de secretos? —pregunto Angie con la voz enronquecida, mirándole a los ojos.
—Hasta
a ti te sorprendería conocerlos
Se
inclino, le mordisqueo suavemente los labios y se separo inmediatamente de ella
—Guarda
esas miradas lujuriosas. Son más peligrosas de lo que piensas.
Y sin más,
se alejo con calma a su habitación. Angie todavía no había recuperado el
control cuando Nicola volvio con unos vaqueros muy ceñidos y una camiseta
blanca. Aquella ropa tan ajustada permitía admirar un cuerpo que muchos
envidiarían. Nicola era alto y fuerte. Tenía la constitución física de un
deportista. Angie tuvo que hacer un gran esfuerzo para dejar de mirarle.
— ¿Quieres
café? —pregunto Nicola sonriendo complacido por la forma en que Angie lo había
mirado.
—Si.
—Voy a
prepararlo.
La
cocina era demasiado pequeña para dos personas. Quizá esa fuera la razón de que
Nicola la rozara con frecuencia de modo excitante, mientras preparaba el café
en la cocina y cuando termino de hacerlo no se fue de la Angie se dijo que
vistiendo de aquella forma desenfadada la hacia ser mas consciente de su
virilidad
—Te he
puesto nerviosa —se burlo Nicola.
Angie
iba a negarlo, pero pensó que si lo hacia Nicola sentiría obligado a demostrar
que así era, así que contesto:
—Si.
Nicola
se apoyo en el mueble de la cocina y la miro risueño. Cuando la miraba de
aquella forma, Angie sentía que le flaqueaban las rodillas.
— ¿Por
que no vienes aquí y haces algo al respecto? —la reto con suavidad.
Angie
estuvo a punto de gemir. No le gustaba ser tan vulnerable. La última vez que
había estado en aquel apartamento, Nicola la había herido, la había asustado, había
estado a punto de violarla. ¿Como era posible entonces que lo deseara?
—Nicola
—protesto, mirándole a los ojos.
—Se
que te estremeces —murmuro el con intensidad —Hasta puedo oír tu respiración, Angie
Bajo
la mirada hasta los senos de Angie, que palpitaban bajo su gruesa sudadera
— ¿Que
sentirías si te quitara esa sudadera y besara tus senos, atrapara un pezón con
la boca y succionara hasta endurecerlo...
— ¡Nicola!
Pero Nicola
no parecía oírla. Se acerco a ella, la cogió por la cintura y la estrecho
contra el. Deslizo después las manos bajo la sudadera de Angie sin dejar de
mirarla a los ojos.
—Centímetro
a centímetro —murmuro Nicola subiendo las manos por el torso de Angie —Centímetro
a centímetro, mis manos en tu piel desnuda...
Angie
enrojeció, ardía de deseo. Incapaz de mitigar su pasión, decidió abandonarse.
Cerró los ojos y se arqueo contra Nicola para que pudiera acariciarla mejor. Nicola
le acaricio lentamente los senos, después se inclinó hacia ella y la beso. Angie
se estremeció y gimió su propia voz le resultaba desconocida. '
—Apóyate
en mí —le susurro Nicola.
Beso a
Angie hasta hacerla estremecerse de placer mientras deslizaba las manos por el delicado
encaje del sostén. Nicola incline la cabeza hasta sus senos y Angie tuvo que aferrarse
a sus hombros para no caerse. Era tanto el placer que sentía que las lágrimas empezaron
a brotar de sus ojos. Espero anhelante, completamente abandonada, a que Nicola
hiciera lo que quisiera.
— ¡Angie!
—exclamo Nicola de pronto.
Retiro
las manos y se aparto rápidamente de ella
— ¡Dios
mío, lo siento...! —le bajo la sudadera de un tirón y salió de la cocina.
Al
cabo de unos minutos, Angie oyó la ducha y volvió a la realidad. Se dedico a
preparar la carne para la cena y cuando estuvo lista, la sirvió con manos
temblorosas en dos platos. Ya había puesto la mesa y servido el café cuando Nicola
volvió a reunirse con ella. Tenia el pelo húmedo, acababa de ducharse. A ella
tampoco le sentaría nada mal una ducha de agua fría, se dijo Angie, todavía
estaba ardiendo. Le parecía increíble desear de tal manera a Nicola cuando
semanas antes le tenía miedo.
—Esta
bien —dijo Nicola con calma al darse cuenta de que Angie evitaba mirarle a la cara
—No ha pasado nada.
¿Nada?,
estuvo
a punto de gritar Angie, pero se limito a bajar la mirada. Todavía se sentía incapaz
de decir algo coherente.
—Te ha
quedado muy bien —comento Angie cuando probó la carne —A mi nunca me sale así.
—El
secreto esta en el fuego —contesto Angie al fin —Tienes que asegurarte de que
la sartén este suficientemente caliente.
—Mientras
estés aquí puedes enseñarme a cocinar.
—Claro.
Después
de unos segundos de tenso silencio, Nicola le pregunto:
—Porque
estas tan avergonzada, Angie? No te he acariciado muy íntimamente.
—Lo
has hecho.
—Las
cosas han ido demasiado deprisa —repuso Nicola con una expresión indescifrable —Estaba
jugando contigo —añadió con repentina crueldad —Hasta que has cedido como...
Para Angie,
aquellas palabras fueron como una bofetada; le dolía que aquella hubiera sido la
intención de Nicola.
—Ya he
captado el mensaje —se obligó a parecer despreocupada.
Levanto
la mirada y lo descubrió mirándola de una manera extraña
—Soy
tan culpable como tu.
Nicola
se apoyo en el respaldo de su silla y la escruto con la mirada.
—No es
del todo justo. Pero antes de que empieces a albergar esperanzas por lo que
acaba de suceder, quiero que sepas que todo ha sido culpa de la abstinencia, Angie.
Desde que me hirieron no he estado con ninguna mujer. Creo que estoy más
desesperado de lo que pensaba.
Así
que era eso. Todas sus esperanzas murieron en ese instante. Nicola había dejado
muy claro que no había actuado motivado por el amor. De todas formas, Nicola la
había intrigado y no pudo evitar hacerle una pregunta:
— ¿Por
que no has estado con ninguna mujer, Nicola?
—Por
mi pierna —contesto, mirándola sorprendido.
— ¿Por
qué todavía te duele?
—Porque
tiene muy mal aspecto. Porque no me gusta que vean mi pierna llena de cicatrices
—frunció el ceño —Y quizá por ti —añadió de mala gana —el sexo... no me atrae
especialmente desde la última vez que estuviste en mi apartamento.
—Entonces
eras diferente —contesto Angie —Esa noche... bueno, no me has asustado.
—Ya lo
he notado —contesto y la miro de una forma que la hizo ruborizarse —No confíes
en mi Angie. Si hubiera besado tus senos, sinceramente no se que habría pasado después.
¿Lo comprendes, pequeña? —le pregunto con expresión de preocupación —Te deseo.
¡Dios, Angie, te deseo tanto! —murmuro con voz ronca.
Y era
cierto. No conseguía quitarse a Angie de la cabeza. Nunca había sido tan tierno
con ninguna otra mujer. Angie parecía llenar su vida y su forma de responderle
le hacia sentirse muy vulnerable.
—Pero
te gustaría no desearme, ¿verdad? —le pregunto Angie mirándole a los ojos.
—Eres
virgen —contesto muy serio.
Nicola
nunca había sido tan sincero con ella. Angie comprendía que Nicola temía
adquirir un compromiso tenia miedo de amar y de que lo volvieran a abandonar.
No confiaba en las mujeres, ni las quería, pero necesitaba satisfacer su deseo
y Angie estaba a su lado.
—Si no
fuera virgen...
—Si no
fueras virgen ya seriamos amantes —contesto Nicola —Me temes, pero me deseas como
yo a ti —la miro con los ojos entrecerrados —La primera vez no suele ser muy satisfactoria
—añadió con la voz entrecortada por la emoción —No seria capaz de no hacerte
daño porque hace demasiado tiempo que no hago el amor. Pero la segunda vez...La
segunda vez te haría gritar de placer. Seria tierno contigo. Muy tierno. Te besaría
como lo acabo de hacer en la cocina, lenta y suavemente. Te besaría toda y
cuando nuestros cuerpos se fundieran, desearías no tener que separarte de mi…—maldijo
por lo bajo y se levanto — ¡Tengo que salir de aquí!
Nicola
salió de la cocina dejando a Angie temblando del deseo que había expresado con tanta
ternura. No podía creer que la deseara tanto después de la abierta hostilidad
con la que la había tratado durante años Había visto con desconcertante claridad
la vulnerabilidad con que había intentado ocultar. Ella le importaba. Mucho.
Quizá siempre le había importado y su propia reacción ante tal ardor le había
lastimado. En realidad, Angie nunca había sabido nada sobre Nicola. No había
sido consciente del daño que le habían hecho las dos mujeres a las que había
querido en su vida. Había sido ignorado por una y abandonado por la otra.
Temía
amar, pero amaba. Angie contuvo el aliento. Nicola la amaba. Esa era la única
razón que podía explicar su actitud hacia ella. Estaba aprendiendo a tratarla
con ternura porque la amaba. El no lo sabía y por supuesto, nunca lo admitiría.
Pero Angie se sintió mucho mejor al comprenderlo. El truco era asegurarse de
que Nicola no supiera que ella lo sabía. Angie estaba tan contenta que estuvo a
punto de soltar una carcajada. Nicola era suyo, le pertenecía. Nicola volvió a
su lado minutos después fumando un cigarrillo y con expresión de completa
indiferencia,
— ¿Quieres
café? —le pregunto Angie amablemente.
—Si,
por favor,
Angie
le sirvió mientras el la observaba. Tomaron el café en silencio.
—Tengo
que acostumbrarme a tenerte aquí —dijo Nicola al cabo de unos minutos —No puedes
volver a tu apartamento hasta que atrapemos a esos narcotraficantes y la ley disponga
lo que debe hacerse con ellos.
—Lo
se. Intentare no ser una molestia —contesto ella con una sonrisa y se levanto.
Nicola
se tornaba vulnerable en cuanto la tocaba, pero en cuanto se alejaba de
ella, volvía a levantar un muro entre ellos. Pero Angie ya sabia por que lo
hacia Nicola luchaba con uñas y dientes para no enloquecer por ella. Angie era
una chica educada a la antigua y el no podía hacer el amor con ella y después
olvidarla, así que tenia que olvidarse de ella. Y para conseguirlo, por mucho
que le doliera, tenia que mantenerla a una distancia prudente. La miro
anhelante, pero aparto la mirada cuando Angie se volvió. Nicola se recordó que
eran solo jefe y empleada. Debería tenerlo en cuenta si no quería perder el
control de la situación.
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