Angie
gimió dormida. Estaba soñando y seguramente con Nicola. A pesar del daño que le
había hecho siempre soñaba con el. La despertó un ruido. Abrió los ojos y vio a
Nicola sentado cerca de su cama.
— ¿Que
haces aquí? —Pregunto poniéndose rígida —Deberías estar trabajando.
—Estoy
trabajando —contesto —Cuidándote.
Aquellas
palabras hicieron que acudieran a la mente de Angie recuerdos muy dolorosos. Cerró
los ojos un acceso de dolor y contesto.
—Por
favor, vete.
Nicola
bajo la mirada. La angustia reflejada en rostro de Angie lo incomodaba.
—Solo
me tienes a mí.
Eso
era cierto. La abuela de Angie había muerto hacia un año. Lo miro, pero su
expresión vacía no reflejaba ningún sentimiento.
—Solo
eres mi jefe, Nicola —le dijo con calma —Eso no quiere decir que tengas que cuidarme.
—Mira
—le dijo inclinándose hacia ella —nunca te lo he preguntado y quizá debería haberlo
hecho. ¿Te hice mucho daño aquel dia?
—No se
de que me estas hablando —desvió la mirada.
— ¿No?
—Rió brusco —Llevamos tres años arrastrando ese desagradable episodio, todavía
no he sido capaz de acercarme a ti para pedirte perdón.
— ¿Y que
mas te da? —Contesto ella —Querías alejarme de tu vida y lo has conseguido. No me
acercaría a ti ni por todo el oro del mundo'.
—Ni a
mi ni a ningún otro hombre —contesto el.
Angie
apretó la sabana contra su pecho.
— ¿No
tienes nada mejor que hacer que provocarme?
—Voy a
llevarte al rancho.
Angie
palideció y se sentó en la cama asustada.
— ¡Dios,
no! —Dijo el — ¡No te pongas así!
—No
—musito ella.
Le
temblaban las manos
—No
pienso irme contigo. No quiero estar en tu casa. ¡No quiero!
Nicola
cerró los ojos. No podía soportar que se pusiera así, se puso de pie y se
acerco a la ventana, encendió un cigarrillo y miro hacia afuera.
—No
sabia que eras virgen —contesto cortante —No me di cuenta hasta que no te vi
completamente aterrorizada. ¿Crees que no se por que no sales con ningún
hombre? —Se volvió y la miro a los ojos — ¿Crees que no me importa lo que te
hice?
Angie
bajo la mirada hasta su mano temblorosa.
—Fue
hace tanto tiempo...
—Podía
haber sido ayer —contesto Nicola — ¡Dios, deja de alejarme de tu lado!
— ¿Yo?
Angie
se ruborizo y Nicola se acerco otra vez a la cama
—Angie,
se que me temes, es evidente. Pero no voy a hacerte daño. Solo quiero llevarte
a un lugar en el que puedan cuidarte hasta que puedas arreglartelas sola.
Aunque yo no me quede en el rancho, puede atenderte Beryl.
—No
conozco a Beryl. Ademas, puedo quedarme con Jazmin...
—Mira,
cuando Jazmin no esta trabajando, esta en clase de ballet y si tiene algún
tiempo libre, lo pasa con su amigo Harold. Se ha ofrecido a cuidarte con la
mejor de las intenciones, pero tendrías que pasar todo el día sola.
—No me
importa.
—Escucha
Nicola
se acerco más a la cama y vió que Angie se tensaba
—Has
presenciado una entrega de cocaína. Tendrás que hacer declaraciones a la
policía. Los policías no han visto lo que tu, ¿me entiendes? Eres la única que
lo ha visto y como uno de los traficantes anda suelto, en este momento ya debe
saber quien eres. ¿Comprendes ahora en que situación te encuentras?
—No
puedes estar hablando en serio.
— ¡Claro
que estoy hablando en serio! He visto cientos de casos iguales durante casi
diez años y se perfectamente lo que va a pasar. No estarás a salvo hasta que
cojan al otro hombre y lo tengan tras las rejas. Quiero que estés cerca de mí,
quiero cuidarte. Cuando yo no este en casa, podrá cuidarte mi administrador. Es
un hombre fuerte y sabe manejar un revolver casi tan bien como yo mismo.
Angie
escondió el rostro entre las manos. Era una agonía tener que acceder a lo que
le pedía. Casi deseo quedar a merced de aquellos traficantes.
—Puedes
odiarme todo lo que quieras —continuó Nicola —pero vendrás conmigo. No quiero
que arriesgues tu vida.
—No
creo que eso sea arriesgar mucho —musito con tristeza —Trabajar y ver la televisión
no es gran cosa.
—Tienes
veintidos años. Eres demasiado joven para hablar con tanto cinismo.
—Bueno,
lo he aprendido de un experto —dijo levantando la mirada —Tu me enseñaste.
Su
expresión incomodo a Nicola, que contesto bruscamente:
—Nunca
había tenido a nadie a mi lado. Mi padre me abandono cuando era un niño. Yo lo adoraba,
pero mi madre lo odiaba y me odiaba a mi porque me parecía a el. Francesca
decía que me amaba cuando nos casamos, pero me abandono sin miramientos
Se
inclino hacia ella, sus ojos eran más fria que la artantida misma
—Tú
querías amarme pero no te lo permití. Te herí, hice que me temieras. ¿Todavía
no lo comprendes Angie? ¡No se lo que es el amor!
—No es
necesario que me consideres una amenaza —contesto Angie desafiante —Deje de serlo
hace años.
—Si,
lo se.
—No te
amo
Angie
evito mirarlo a los ojos
—Estaba
enamorada de ti, supongo que era un sentimiento lógico, pero me demostraste que
estaba equivocada.
Nicola
le acaricio la mejilla y cuando la joven intento volver la cabeza se lo
impidió. La miro intensamente a los ojos y dijo:
—Doble
razón para que no vuelva a tocarte.
—Podías
haberme forzado.
Nicola
esbozo una mueca y quiso negarlo, pero no pudo, así que contesto con amargura.
—No lo
entiendes.
— ¿El que?
—musito Angie mirándolo como si de verdad no entendiera nada.
—Tú
eres virgen —contesto sin atreverse a mirarla —Pero yo no, yo había estado con muchas
mujeres. Y tú eras tan dulce, tan adorable y te deseaba tanto que no...Pude contenerme.
La
mente de Angie se puso rápidamente en funcionamiento. A veces los hombres
podían ser muy vulnerables. Había intentado negarlo durante años, pero una
parte de ella siempre había sabido cuanto la necesitaba Nicola aquel día.
—Me
asustaste muchísimo —rió nerviosa —Cada vez que salía con algún hombre temía que
me hiciera lo mismo, así que al final decidí no volver a intentarlo.
—No me
sorprende —replico Nicola —Para mi tampoco ha sido fácil. No puedes imaginar lo
mal que me siento cuando veo que te retraes cada vez que me acerco a ti.
—Ya ha
pasado mucho tiempo, no? Supongo que terminare superándolo.
—Angie
—observe sus dulces ojos marrones —es solo miedo lo que sientes cuando estas
cerca de mi? —Miraba su boca entreabierta y le acaricio con dulzura el labio
inferior haciéndola contener el aliento — ¿O hay algo más?
Angie
aparto el rostro para librarse de aquella caricia. El corazón le latía
violentamente. Nicola se obligó a mirarla a los ojos, se dio cuenta de que la joven
respiraba con dificultad. Asi que
no solo, tenía miedo. Algo dentro de el se removió al darse cuenta de que Angie
estaba intentando ocultar lo que la había hecho sentir con aquella sensual
caricia. Era sorprendente que a sus treinta y cuatro años Nicola nunca hubiera
deseado acariciar de aquella manera la boca de ninguna mujer.
—No
—contesto como para si mismo —Es un sentimiento un poco mas complicado que el miedo,
¿verdad?
—Nicola...
—El medico
dice que podrás irte mañana, pero hasta entonces habrá un policía en la puerta.
Esta ahí desde ayer y ahí se quedara hasta que salgas de aquí
Angie
lo miro nerviosa
—Me
haces desear ser tierno. Eso ya es un buen principio — añadió con calma y la observe
con aire pensativo —A lo mejor si lo intento, consigo que desees que te acaricie.
—No
—contesto.
Un
escalofrío le recorrió la espalda
—No
pienso dejar que me toques ¡Recuerdo perfectamente lo que me hiciste la última
vez que me acariciaste!
—Nunca
había estado con una virgen, pequeña —contesto en voz baja y profunda —Y tampoco
he sido un hombre con tendencia a la ternura, pero en ti vislumbro sentimientos
que me hacen reconsiderar mi comportamiento.
—No
quiero hablar de eso, Nicola —contesto ella bajando la mirada.
Nicola
busco las palabras adecuadas para contestar:
—Todavía
no te has dado cuenta de que si un hombre estuviera enamorado de ti intentaría
ser tierno contigo?
— ¿Y
tu como lo sabes? —pregunto con amargo cinismo y lo miro —Creía que te importaba,
pensaba que, por lo menos, te gustaba, pero me asustaste tanto que no quiero volver
a ser una amenaza para tu intimidad. Mi padre tampoco me quería, me dejo con mi
abuela porque no me quería —se estremeció —Nadie me ha querido nunca... —se recostó
en la almohada —Por favor, Nicola, vete. Estoy demasiado cansada para seguir hablando.
¿Por
que no se había dado cuenta de lo sola que se sentía Angie?, se pregunto Nicola
desesperado. Después de todos aquellos años, seguía sin saber casi nada de
ella. Claro, sabia que se había sentido rechazada cuando su padre la había
dejado al cuidado de su abuela. Y también cuando la había apartado definitivamente
de su vida para casarse con su madre. Angie deseaba tener a alguien a quien
amar, pero había tenido la mala suerte de encontrar a un hombre que no sabía lo
que era el amor, que en su vida solo había conocido el rechazo, un hombre con
un matrimonio fallido y un cuerpo lleno de cicatrices. Nicola hizo una mueca al
ver la expresión de Angie. Se sentía responsable de la angustia de la chica. En
cierto modo, el había contribuido a hacer de Angie lo que en ese momento era.
— ¿Te
gustan los caballos?
—Me
dan miedo.
—Eso
es porque no sabes nada de caballos. Cuando estés en el rancho te enseñare a montar.
—No me
hagas esto —le dijo mirándolo a los ojos —Por favor, no necesito que me compadezcas.
Nicola
abrió la boca para protestar, pero la cerró porque no estaba seguro de lo que
debía decir. Se limito a suspirar y dijo:
—Vendré
mañana a buscarte. Intenta descansar.
Angie
asintió. Cerró los ojos y decidió que Nicola no volvería a tenerla a su merced.
¡Nicola Porcella no iba a volver a hacerle daño!
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