Había
oscurecido y estaba empezando a llover Angie se cruzo de brazos, tenia frío. Nicola
estaba detrás de ella, fumando su cigarrillo. Nick, Jazmin y Adams, además de
dos de los mejores hombres del sargento Graves esperaban escondidos. Una
discreta investigación había revelado que alguien vigilaba la agenda y aquella
noche habían decidido tender la trampa. Aparentemente, Nicola y Angie se habían
quedado a trabajar hasta tarde y el resto del personal había salido temprano, intentando
que los vieran los delincuentes que estaban vigilando las oficinas. En cuanto se
habían alejado un poco de allí, habían aparcado sus coches y habían tornado posiciones
según lo planeado. Nicola consulto inquieto su reloj. No le gustaba utilizar a Angie
de señuelo, pero no tenia alternativa, no podía permitir que Angie viviera en
constante peligro. No quería que nada la amenazara y aunque no podía tenerla,
tampoco quería verla herida. Eso nunca.
— ¿Estas
asustada? —le pregunto con cariño.
—Aterrada
—confeso Angie —Pero es normal, no?
—Así
es. Cada vez que me he visto envuelto en un tiroteo he sentido un miedo atroz,
pero siempre he conseguido superarlo.
—La
adrenalina puede ser como una droga —contesto ella —Cuando salgamos de esto, voy
a echar de menos el peligro.
—Es
como una droga, por eso nunca te voy a dejar trabajar como detective. No quiero
que corras ningún peligro.
—Tu te
estas arriesgando constantemente —señalo
—Y
estoy segura de que no vas a renunciar a tu trabajo.
—No
tengo a nadie —contesto —Esta no es profesión para un hombre casado. Las exigencias
de este trabajo pueden terminar con la mejor de las relaciones. Francesca
odiaba mi trabajo porque nunca me veía en casa.
—Nicola
—lo miro con suavidad —si hubieras estado realmente enamorado de ella...no habrías
hecho todo lo posible por estar mas tiempo con Francesca?
—Ya es
la hora —dijo Nicola, sin contestar a la pregunta de Angie.
Apago
el cigarro
—Ya sabes
lo que tienes que hacer.
—Si.
Nicola
cogió su portafolio y se detuvo a su lado. La miro con ternura.
—No
corras riesgos innecesarios. Si ocurre algo que no hayamos previsto, grita,
rompe una ventana, haz cualquier cosa para llamar la atención. Yo estaré cerca
de ti.
—Esta
bien —contesto en un susurro
Angie tenía
la boca seca y le sudaban las manos. El corazón le latía con violencia, pero no
quería demostrarle a Nicola lo asustada que estaba porque eso solo empeoraría
las cosas.
—Todo
va a salir bien —la ánimo Nicola —Esta noche terminar a todo.
—Pueden
salir de nuevo bajo fianza...
—No.
No lo permitiremos.
—Es mi
palabra contra la suya.
—No lo
será después de esta noche —Le prometió acariciándole con ternura la mejilla —Animo,
cariño
Musito
y se incline para mordisquear el labio inferior de la chica, la beso y salió
después rápidamente de la oficina. Angie se quedo sola, la oficina le pareció
de pronto fría y amenazadora. Nicola necesitaba llegar al aparcamiento, guardar
su portafolio el coche, encender un cigarrillo y volver a la oficina. Así no
pensaria que había dejado sola a Angie a propósito.
En ese
momento, un coche gris metalizado paro en la calle y de el salieron dos
hombres. Amparados por la oscuridad caminaron pegados a la pared del edificio
observando a Nicola, que se dirigía hacia el aparcamiento. Era la oportunidad
que estaban esperando. Entraron rápidamente en el edificio, subieron en el
ascensor y cuando llegaron al piso en el que estaba situada la agencia
prepararon los revólveres. Aquella vez no fallarían. Lo que no sabían era que Nicola
los había visto. Sin perder un segundo, había entrado por la puerta posterior
del edificio y había cogido el ascensor de servicio para llegar a otra de las
entradas de la agencia. Llevaba desenfundada su 45.
Cuando
se abrió la puerta principal, Angie se volvió y se quedo rígida, inmóvil, al
ver a un hombre con el revolver en la mano. No iban a lograrlo, sabía que
ninguno de los detectives llegaría a tiempo para protegerla. Miro el revolver
aterrada. «Nicola», pensó angustiada. Su ultimo pensamiento fue para el.
— ¡Agáchate!
Ordeno
una voz y ella obedeció, en el precise momento en el que un disparo rompía el
silencio. Nicola fue rodando por el suelo hasta donde estaba ella para esquivar
los disparos. El también disparo y consiguió herir a uno de los narcotraficantes,
que volvió a disparar antes de caer gritando, mientras el otro hombre emprendí la
huida. Nicola se puso de pie y se acerco al hombre caído con expresión pétrea,
lo esposo antes de volver al lado de Angie, que se había puesto de rodillas y temblaba
como una hoja.
—El
otro —jadeo Angie.
—Ya
debe haberlo atrapado Nick —contesto Nicola ofreciéndole su mano para ayudarla a
levantarse.
— ¡Traigan
un medico, maldición! —chillo el herido — ¡Esto es inhumano! ¡Me estoy desangrando!
—También
se desangro Angie cuando vosotros la heristeis —replico Nicola.
— ¿Te
encuentras bien? —-pregunto Angie tocando los brazos de Nicola en busca de
alguna herida — ¿No te han herido?
—Me he
pasado media vida esquivando balas —le recordó Nicola —Para eso me pagaban.
¿Estas bien?
—Ahora
ya estoy bien —contesto Angie buscando su apoyo.
Miro
al traficante que se retorcía en el suelo.
— ¡Angie!
Exclamo
Jazmin, que entraba en ese momento seguida por Nick
—Hemos
oido disparos...
Se
interrumpió al ver al hombre herido y después volvió a dirigirse a Nicola y Angie
— ¿Estáis bien?
—Si.
¿Y su cómplice? —pregunto Nicola mirando al hombre herido.
—Ya lo
he entregado a los hombres de Graves —contesto Nick, enfundando su revolver automático.
Miro
furioso a su hermana, antes de añadir
—Pero
no gracias a mi hermana, la señorita James Bond aquí presente. Ha cruzado la
línea de fuego.
— ¡Claro
que no! —contesto rápidamente Jazmin — ¡Has sido tu el que ha aparecido de repente!
¿Por que siempre que algo sale mal tengo que tener yo la culpa? ¿Es que tú
nunca cometes errores, Don Perfecto?
—No —contesto
Nick riendo complacido
Nicola
tuvo que reprimir una carcajada al ver la expresión de Jazmin.
—Basta
—ordeno Nicola —Llama a una ambulancia para que recoja a este hombre.
Nicola
le entrego el arma del herido.
—Con
cuidado, no dejes las huellas dactilares —le dijo Nick con deliberado sarcasmo.
—Se
como coger un arma —contesto Jazmin furiosa — ¡Tu mismo me enseñaste!
Se volvió
y le pregunto a Angie
— ¿Te
encuentras bien?
—Si,
gracias —contesto casi sin aliento.
—Malditos
detectives —grito el herido — ¡Malditos!
—Vamos
—dijo Nicola abrazando a Angie —Salgamos de aquí.
Fue
una noche larga. Angie tuvo que hacer una declaración, esperar a que la mecanografiaran
y después firmarla. El herido estaba bajo vigilancia policial en el hospital,
de donde saldría para ir a la cárcel. Su cómplice ya lo estaba esperando tras
las rejas. Angie durmió profundamente aquel día, por la mañana ni siquiera oyó
el despertador. Cuando al fin se despertó se encontró con una nota de Nicola en
la que le decía que no fuera a trabajar porque necesitaba descansar. Posiblemente
si, además también necesitaba tiempo para guardar sus cosas. Nicola se había mostrado
muy distante con ella la noche anterior y la había mandado a la cama, diciendo
que más que conversación, lo que necesitaba era dormir. Pero lo que Nicola quería
era no volver a verla.
Angie
no necesitaba ser adivina para saber que no quería que se quedara a su lado. Hasta
era posible que al saber que ya no corría peligro, no quisiera verla siquiera
en la oficina. Su sola presencia seria un recuerdo constante de su propia
vulnerabilidad, de la noche en la que se había rendido a su propio deseo y se había
permitido amarla. La amaba. Angie estaba segura, pero también sabía que Nicola
iba a luchar contra aquel sentimiento y que posiblemente saldría victorioso. Ni
se había sido el riesgo que ella había corrido al plegarse a sus deseos. Lo que
tenia que hacer era dejar que pensara bien las cosas. Solo dándole a Nicola
libertad de elección tendría la oportunidad de convencerle de que podían vivir
juntos. Cuando Nicola volvió al apartamento aquella noche, ella ya había
recogido sus cosas. Angie estaba sentada en el sofá y esperándole con las
maletas a su lado. Le miro cuando entro y Nicola frunció el ceño al ver las
maletas.
—Creo
que es lo mejor —le dijo Angie con calma —no quiero seguir causándote problemas
—se levantó — ¿Puedes llevarme a mi apartamento, por favor?
Nicola
suspiro. Angie tenía razón, era lo mejor. El problema era que había esperado
verla tumbada en el sofá viendo la televisión. Su inminente marcha le destrozo.
—Vamonos
—le dijo en tono inexpresivo.
—Gracias.
Se
puso el abrigo y lo siguió sin mirar atrás.
—No
tienes que preocuparte por esos delincuentes —le dijo Nicola —Me han asegurado que
ya no saldrán de la cárcel pero tendrás que hacer mas declaraciones. Graves te
dirá cuando.
—Si,
me lo dijo ayer —contesto Angie.
Hicieron
el trayecto en silencio. En cuanto llegaron a su apartamento, Angie encendió la
calefacción para caldearlo y se quedo inmóvil en medio de la habitación.
— ¿Estarás
bien? —le pregunto.
—Por
supuesto... ya estoy a salvo, ¿no? —añadió nerviosa — ¿Esos hombres no tienen amigos
que les deban algún favor, o algo así?
—No.
Esos tipos estaban intentando abrirse mercado en territorio ajeno. Nadie los
quiere tanto como para hacerte pagar por su detención.
—Gracias
a Dios.
—No
tienes que ir mañana a trabajar si no te apetece —le dijo.
Después
la miro con calma y expresión triste.
—No me
importa volver a trabajar —se abrazo misma y le miro —... siempre que a ti no
te importe tenerme allí...
—Dios,
supongo que no creerás que soy capaz una cosa así —pregunto brusco —
¡Despedirte
cuando te hirieron por mi culpa!
—No
fue culpa tuya. Vi algo que no debía haber visto. No te he culpado a ti en
ningún momento.
—Bueno,
pero yo si —aspiro hondo —Me culpo por muchísimas cosas.
—Ahora
ya soy adulta —contesto —Soy capaz de tomar mis propias decisiones, Nicola.
— ¿Si?
—pregunto entrecerrando los ojos.
La vio
sonrojarse
—Pues,
aunque creas que fuiste tu la que decidiste acostarte conmigo, quiero que sepas
que fui yo el que te seduje.
—Me
temo que fue al contrario —contesto ella sonriendo con tristeza.
Nicola
encendió un cigarrillo.
—Superaras
esto... Ahora te parece imposible, pero lo harás. El tiempo lo cura todo.
—Francesca
te hizo mucho daño, ¿verdad? Yo no te lo haría, pero tú no me crees porque no confías
en los sentimientos. ¿De verdad quieres permanecer solo resto de tu vida, Nicola?
—Si
—contesto cortante.
Desvió
la mirada para que Angie no se diera cuenta de que mentía. La deseaba, pero
quería alejarla de el por su bien. Cuando estuviera felizmente casada y con
hijos, lo olvidaría. Angie sabia que no podía convencerle, las palabras no
bastaban y su cuerpo no era tentación suficiente para retenerle a su lado.
—Ya no
tenemos nada que decirnos.
—Nada
—admitió Nicola recorriendo con la mirada el pequeño apartamento antes de mirarla
por última vez a ella y abrir la puerta —Nos vemos mañana.
—Si,
adiós —murmuro Angie reprimiendo las lagrimas.
Nicola
se tenso al advertir el dolor que se escondían sus palabras sus palabras, pero
no la miro.
—Cuídate.
—Lo
haré. Tu también —dudo antes de preguntar — ¿Nicola?
— ¿Que?
—Gracias
por haberme salvado la vida. Si no hubieras estado en la oficina, ahora no
estaría aquí.
Nicola
cerró los ojos. No podía pensar en eso, no soportaba pensar en lo cerca que
había estado Angie de morir.
—Buenas
noches, Angie —contesto y salió.
Llovía
mientras se dirigía hacia el coche. Cuando llego hasta el, se apoyo en la
puerta y miro hacia las ventanas del apartamento de Angie. Pensó con amargura
que siempre tenia que quedarse fuera, siempre bajo la fría lluvia. Si pudiera
darle un hijo a Angie, en ese momento estaría a su lado abrazándola, amándola.
Pero no era capaz de engendrar un hijo y la estaría engañando si cedía a sus
propios sentimientos. Termino el cigarrillo, subió a su coche y se marcho. Angie
esperaba que al volver al trabajo, Nicola la tratara con cierta frialdad, pero
no con total indiferencia. La trataba como si fuera un ordenador del que
extraía la información que necesitaba. Habían vuelto a ser jefe y empleada. Angie
trabajaba con eficiencia, pero su corazón no estaba allí. Nicola no quería
verla en su agencia, estaba segura.
— ¿Quieres
salir conmigo a cenar? —la invito Jazmin sonriendo —Ahora que soy una heroína y
que mi nombre ha aparecido en los periódicos, el dueño de la pizzería cree que atraigo
a la clientela. Me da lo que le pida —chasqueo los dedos —Hasta pizza con doble
racion de queso, champignones y anchoas.
—Un
día vas a derretirte —la previno Angie —por comer tanta pizza te vas a
convertir en queso y va a terminar fundida en el suelo.
—No
mientras siga comiendo anchoas —le sonrió Jazmin —Anda, ven conmigo. Estos días
te he visto muy desmejorada. Necesitas distraerte.
—No
tengo ganas de salir —contesto Angie —Estoy muy cansada, supongo que como consecuencia
de las tensiones pasadas —añadió sonriendo —Y el mes que viene tengo que volver
a declarar ante el juez que lleva el caso de los narcotraficantes.
—Buitres
—murmuro Jazmin —Ojalá los condenen a cadena perpetua.
—No lo
creo —replico Angie —pero van a pasar una buena temporada en la cárcel, y espero
estar viviendo en la Antártida cuando salgan —añadió temblando.
— ¿No
te has enterado? —pregunto Jazmin —Creía que Nicola te había dicho que esos tipos
estaban implicados en el asesinato de otro narcotraficante.
—Nicola
no me ha comentado nada —no añadió que Nicola solo le dirigía la palabra para
lo estrictamente necesario, ni que la evitaba como si fuera una enfermedad
infecciosa.
Jazmin
entrecerró los ojos y contesto:
—El
tampoco tiene muy buen aspecto. Pobre hombre, no dormía mientras tú estabas en peligro.
No se de donde saca las fuerzas para trabajar tanto.
—Ni yo
—bostezo Angie — ¡Yo estoy agotada!
—Creo
que lo que necesitas es acostarte pronto. Ven conmigo a cenar pizza y prometo llevarte
pronto a tu apartamento.
—Gracias,
pero no soporto la comida demasiado condimentada. Hace un par de días que tengo
un poco revuelto el estomago. Supongo que Adams me ha contagiado lo que tenía.
—Harold
tiene gripe. Voy a traerlo a la oficina para que se la contagie a Adams —le
ofreció Jazmin
—Eres
una verdadera amiga —contesto Angie.
—Ya lo
sabia —sonrió Jazmin.
Cuando
salió de la agencia, Angie se dirigió a su apartamento dispuesta a meterse en
la cama en cuanto llegara. El virus que había contraído debía de ser muy potente,
pensó mientras desayunaba al día siguiente. A pesar de lo que había dormido,
estaba agotada. Volvió a meterse en la cama y se quedo dormida. Nicola llego al
apartamento poco después. A Angie le sorprendió su preocupación, pues su actitud
en la oficina la había convencido de que había olvidado lo que había ocurrido entre
los dos.
— ¿Como
te encuentras? —le pregunto en la puerta.
Angie
estaba despeinada y pálida, envuelta en un camisón de franela y una bata que le
llegaba a los pies.
—Adams
me ha contagiado su enfermedad —dijo débilmente —Mátalo de parte mía, ¿quieres?
— ¿Necesitas
algo?
—No,
gracias.
—Creo
que deberías ir al medico —contesto el frunciendo el ceño.
— ¿Por
un simple malestar? No bromees. Nicola, necesito acostarme. Gracias por venir, pero
dentro de un par de días estaré perfectamente. Puedes contratar una sustituta
hasta entonces ¿no?
—Ya ha
venido hoy —dudo antes de añadir —Es muy competente. Es casi tan rápida como
tu.
—Si
quieres despedirme, lo único que tienes que hacer es decírmelo —le miro a los
ojos y confirmo sus sospechas —Habla con ella y si quiere quedarse puedes
despedirme sin...
—Pero
antes tienes que conseguir otro trabajo —interrumpió con los dientes apretados.
—La
Agencia de Investigaciones Brivio me contratara en cuanto se lo pida, lo sabes.
El señor Brivio me dijo una vez que le encantaría que trabajara para el.
El
señor Brivio era un atractivo viudo, de cuarenta años. Nicola entrecerró los
ojos al imaginarse a Angie trabajando en su oficina.
—No
creo que... —empezó a decir.
—Nicola,
a ti no te gusta verme en la agencia —contesto débilmente —Deja de fingir. Desde
que te acostaste conmigo, me he convertido en una pesadilla para ti. No
soportas verme y lo entiendo. Para mi es muy difícil trabajar contigo sabiendo
lo que sientes.
—No
digas eso —dijo en un susurro —Me hiciste sentirme el mejor de los hombres.
—Y
para mi lo eres —se apoyo contra la pared y le miro con adoración —Pero supongo
que conseguiré olvidarte si dejo de verte a diario.
—Encontraras
a otro.
—Lo se
Contesto
para tranquilizar la conciencia de Nicola, aunque no lo creía. Se obligo a
sonreír y añadió
—Adios,
Nicola.
—Esto
no habría funcionado, cariño
Contesto
el con tanta ternura y angustia que Angie estuvo a punto de echarse a llorar.
—Teníamos
dos cosas en contra desde el principio. No quiero volver a casarme.
—Lo se
—contesto ella con dulzura —Esta bien.
—No,
no esta bien. Te echo de menos. Me siento muy solo sin ti.
Angie
le miro con los ojos llenos de lágrimas.
—Por
favor, vete —le suplico a Nicola.
— ¡No
es amor lo que sientes por mi! —Gruño — ¿No lo ves? ¡Es solo atracción física!
Angie
ya no pudo contestarle.
—Es lo
mejor, terminaras dándome la razón. Te casaras y tendrás un hogar lleno de hijos...
—se volvió
Sintió
que se le quebrara la voz. No soportaba pensar en eso
—Adíos,
pequeña. Le diré a Jazmin que te traiga tu indemnización. Puedes decirle que no
soportar recordar el asunto de los narcotraficantes, te creerá.
—Lo
hare —sollozo.
«Por
favor, vete», pensó, « ¡vete antes de que me rompa en mil pedazos!».
—Y si alguna vez me
necesitas...
—Gracias.
Adiós.
Nicola
se marcho sin volver la mirada y cerro la puerta. Le rompía el corazón dejar
sola a Angie, pero no podía ofrecerle nada. Se dijo a si mismo que no lo amaba
de verdad, que era atracción física lo que sentía por el. Y el matrimonio era
imposible e injusto para ella. Se dirigió a su apartamento repitiéndose aquella
idea una y otra vez. Pero cuando llego y lo encontró vacío, lo único que supo
era que estaba solo, completamente solo.
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