viernes, 29 de abril de 2016

CAPITULO SIETE

Había oscurecido y estaba empezando a llover Angie se cruzo de brazos, tenia frío. Nicola estaba detrás de ella, fumando su cigarrillo. Nick, Jazmin y Adams, además de dos de los mejores hombres del sargento Graves esperaban escondidos. Una discreta investigación había revelado que alguien vigilaba la agenda y aquella noche habían decidido tender la trampa. Aparentemente, Nicola y Angie se habían quedado a trabajar hasta tarde y el resto del personal había salido temprano, intentando que los vieran los delincuentes que estaban vigilando las oficinas. En cuanto se habían alejado un poco de allí, habían aparcado sus coches y habían tornado posiciones según lo planeado. Nicola consulto inquieto su reloj. No le gustaba utilizar a Angie de señuelo, pero no tenia alternativa, no podía permitir que Angie viviera en constante peligro. No quería que nada la amenazara y aunque no podía tenerla, tampoco quería verla herida. Eso nunca.
— ¿Estas asustada? —le pregunto con cariño.
—Aterrada —confeso Angie —Pero es normal, no?
—Así es. Cada vez que me he visto envuelto en un tiroteo he sentido un miedo atroz, pero siempre he conseguido superarlo.
—La adrenalina puede ser como una droga —contesto ella —Cuando salgamos de esto, voy a echar de menos el peligro.
—Es como una droga, por eso nunca te voy a dejar trabajar como detective. No quiero que corras ningún peligro.
—Tu te estas arriesgando constantemente —señalo
—Y estoy segura de que no vas a renunciar a tu trabajo.
—No tengo a nadie —contesto —Esta no es profesión para un hombre casado. Las exigencias de este trabajo pueden terminar con la mejor de las relaciones. Francesca odiaba mi trabajo porque nunca me veía en casa.
—Nicola —lo miro con suavidad —si hubieras estado realmente enamorado de ella...no habrías hecho todo lo posible por estar mas tiempo con Francesca?
—Ya es la hora —dijo Nicola, sin contestar a la pregunta de Angie.
Apago el cigarro
—Ya sabes lo que tienes que hacer.
—Si.
Nicola cogió su portafolio y se detuvo a su lado. La miro con ternura.
—No corras riesgos innecesarios. Si ocurre algo que no hayamos previsto, grita, rompe una ventana, haz cualquier cosa para llamar la atención. Yo estaré cerca de ti.
—Esta bien —contesto en un susurro
Angie tenía la boca seca y le sudaban las manos. El corazón le latía con violencia, pero no quería demostrarle a Nicola lo asustada que estaba porque eso solo empeoraría las cosas.
—Todo va a salir bien —la ánimo Nicola —Esta noche terminar a todo.
—Pueden salir de nuevo bajo fianza...
—No. No lo permitiremos.
—Es mi palabra contra la suya.
—No lo será después de esta noche —Le prometió acariciándole con ternura la mejilla —Animo, cariño
Musito y se incline para mordisquear el labio inferior de la chica, la beso y salió después rápidamente de la oficina. Angie se quedo sola, la oficina le pareció de pronto fría y amenazadora. Nicola necesitaba llegar al aparcamiento, guardar su portafolio el coche, encender un cigarrillo y volver a la oficina. Así no pensaria que había dejado sola a Angie a propósito.
En ese momento, un coche gris metalizado paro en la calle y de el salieron dos hombres. Amparados por la oscuridad caminaron pegados a la pared del edificio observando a Nicola, que se dirigía hacia el aparcamiento. Era la oportunidad que estaban esperando. Entraron rápidamente en el edificio, subieron en el ascensor y cuando llegaron al piso en el que estaba situada la agencia prepararon los revólveres. Aquella vez no fallarían. Lo que no sabían era que Nicola los había visto. Sin perder un segundo, había entrado por la puerta posterior del edificio y había cogido el ascensor de servicio para llegar a otra de las entradas de la agencia. Llevaba desenfundada su 45.
Cuando se abrió la puerta principal, Angie se volvió y se quedo rígida, inmóvil, al ver a un hombre con el revolver en la mano. No iban a lograrlo, sabía que ninguno de los detectives llegaría a tiempo para protegerla. Miro el revolver aterrada. «Nicola», pensó angustiada. Su ultimo pensamiento fue para el.
— ¡Agáchate!
Ordeno una voz y ella obedeció, en el precise momento en el que un disparo rompía el silencio. Nicola fue rodando por el suelo hasta donde estaba ella para esquivar los disparos. El también disparo y consiguió herir a uno de los narcotraficantes, que volvió a disparar antes de caer gritando, mientras el otro hombre emprendí la huida. Nicola se puso de pie y se acerco al hombre caído con expresión pétrea, lo esposo antes de volver al lado de Angie, que se había puesto de rodillas y temblaba como una hoja.
—El otro —jadeo Angie.
—Ya debe haberlo atrapado Nick —contesto Nicola ofreciéndole su mano para ayudarla a levantarse.
— ¡Traigan un medico, maldición! —chillo el herido — ¡Esto es inhumano! ¡Me estoy desangrando!
—También se desangro Angie cuando vosotros la heristeis —replico Nicola.
— ¿Te encuentras bien? —-pregunto Angie tocando los brazos de Nicola en busca de alguna herida — ¿No te han herido?
—Me he pasado media vida esquivando balas —le recordó Nicola —Para eso me pagaban. ¿Estas bien?
—Ahora ya estoy bien —contesto Angie buscando su apoyo.
Miro al traficante que se retorcía en el suelo.
— ¡Angie!
Exclamo Jazmin, que entraba en ese momento seguida por Nick
—Hemos oido disparos...
Se interrumpió al ver al hombre herido y después volvió a dirigirse a Nicola y Angie — ¿Estáis bien?
—Si. ¿Y su cómplice? —pregunto Nicola mirando al hombre herido.
—Ya lo he entregado a los hombres de Graves —contesto Nick, enfundando su revolver automático.
Miro furioso a su hermana, antes de añadir
—Pero no gracias a mi hermana, la señorita James Bond aquí presente. Ha cruzado la línea de fuego.
— ¡Claro que no! —contesto rápidamente Jazmin — ¡Has sido tu el que ha aparecido de repente! ¿Por que siempre que algo sale mal tengo que tener yo la culpa? ¿Es que tú nunca cometes errores, Don Perfecto?
—No —contesto Nick riendo complacido
Nicola tuvo que reprimir una carcajada al ver la expresión de Jazmin.
—Basta —ordeno Nicola —Llama a una ambulancia para que recoja a este hombre.
Nicola le entrego el arma del herido.
—Con cuidado, no dejes las huellas dactilares —le dijo Nick con deliberado sarcasmo.
—Se como coger un arma —contesto Jazmin furiosa — ¡Tu mismo me enseñaste!
Se volvió y le pregunto a Angie
— ¿Te encuentras bien?
—Si, gracias —contesto casi sin aliento.
—Malditos detectives —grito el herido — ¡Malditos!
—Vamos —dijo Nicola abrazando a Angie —Salgamos de aquí.
Fue una noche larga. Angie tuvo que hacer una declaración, esperar a que la mecanografiaran y después firmarla. El herido estaba bajo vigilancia policial en el hospital, de donde saldría para ir a la cárcel. Su cómplice ya lo estaba esperando tras las rejas. Angie durmió profundamente aquel día, por la mañana ni siquiera oyó el despertador. Cuando al fin se despertó se encontró con una nota de Nicola en la que le decía que no fuera a trabajar porque necesitaba descansar. Posiblemente si, además también necesitaba tiempo para guardar sus cosas. Nicola se había mostrado muy distante con ella la noche anterior y la había mandado a la cama, diciendo que más que conversación, lo que necesitaba era dormir. Pero lo que Nicola quería era no volver a verla.
Angie no necesitaba ser adivina para saber que no quería que se quedara a su lado. Hasta era posible que al saber que ya no corría peligro, no quisiera verla siquiera en la oficina. Su sola presencia seria un recuerdo constante de su propia vulnerabilidad, de la noche en la que se había rendido a su propio deseo y se había permitido amarla. La amaba. Angie estaba segura, pero también sabía que Nicola iba a luchar contra aquel sentimiento y que posiblemente saldría victorioso. Ni se había sido el riesgo que ella había corrido al plegarse a sus deseos. Lo que tenia que hacer era dejar que pensara bien las cosas. Solo dándole a Nicola libertad de elección tendría la oportunidad de convencerle de que podían vivir juntos. Cuando Nicola volvió al apartamento aquella noche, ella ya había recogido sus cosas. Angie estaba sentada en el sofá y esperándole con las maletas a su lado. Le miro cuando entro y Nicola frunció el ceño al ver las maletas.
—Creo que es lo mejor —le dijo Angie con calma —no quiero seguir causándote problemas —se levantó — ¿Puedes llevarme a mi apartamento, por favor?
Nicola suspiro. Angie tenía razón, era lo mejor. El problema era que había esperado verla tumbada en el sofá viendo la televisión. Su inminente marcha le destrozo.
—Vamonos —le dijo en tono inexpresivo.
—Gracias.
Se puso el abrigo y lo siguió sin mirar atrás.
—No tienes que preocuparte por esos delincuentes —le dijo Nicola —Me han asegurado que ya no saldrán de la cárcel pero tendrás que hacer mas declaraciones. Graves te dirá cuando.
—Si, me lo dijo ayer —contesto Angie.
Hicieron el trayecto en silencio. En cuanto llegaron a su apartamento, Angie encendió la calefacción para caldearlo y se quedo inmóvil en medio de la habitación.
— ¿Estarás bien? —le pregunto.
—Por supuesto... ya estoy a salvo, ¿no? —añadió nerviosa — ¿Esos hombres no tienen amigos que les deban algún favor, o algo así?
—No. Esos tipos estaban intentando abrirse mercado en territorio ajeno. Nadie los quiere tanto como para hacerte pagar por su detención.
—Gracias a Dios.
—No tienes que ir mañana a trabajar si no te apetece —le dijo.
Después la miro con calma y expresión triste.
—No me importa volver a trabajar —se abrazo misma y le miro —... siempre que a ti no te importe tenerme allí...
—Dios, supongo que no creerás que soy capaz una cosa así —pregunto brusco —
¡Despedirte cuando te hirieron por mi culpa!
—No fue culpa tuya. Vi algo que no debía haber visto. No te he culpado a ti en ningún momento.
—Bueno, pero yo si —aspiro hondo —Me culpo por muchísimas cosas.
—Ahora ya soy adulta —contesto —Soy capaz de tomar mis propias decisiones, Nicola.
— ¿Si? —pregunto entrecerrando los ojos.
La vio sonrojarse
—Pues, aunque creas que fuiste tu la que decidiste acostarte conmigo, quiero que sepas que fui yo el que te seduje.
—Me temo que fue al contrario —contesto ella sonriendo con tristeza.
Nicola encendió un cigarrillo.
—Superaras esto... Ahora te parece imposible, pero lo harás. El tiempo lo cura todo.
—Francesca te hizo mucho daño, ¿verdad? Yo no te lo haría, pero tú no me crees porque no confías en los sentimientos. ¿De verdad quieres permanecer solo resto de tu vida, Nicola?
—Si —contesto cortante.
Desvió la mirada para que Angie no se diera cuenta de que mentía. La deseaba, pero quería alejarla de el por su bien. Cuando estuviera felizmente casada y con hijos, lo olvidaría. Angie sabia que no podía convencerle, las palabras no bastaban y su cuerpo no era tentación suficiente para retenerle a su lado.
—Ya no tenemos nada que decirnos.
—Nada —admitió Nicola recorriendo con la mirada el pequeño apartamento antes de mirarla por última vez a ella y abrir la puerta —Nos vemos mañana.
—Si, adiós —murmuro Angie reprimiendo las lagrimas.
Nicola se tenso al advertir el dolor que se escondían sus palabras sus palabras, pero no la miro.
—Cuídate.
—Lo haré. Tu también —dudo antes de preguntar — ¿Nicola?
— ¿Que?
—Gracias por haberme salvado la vida. Si no hubieras estado en la oficina, ahora no estaría aquí.
Nicola cerró los ojos. No podía pensar en eso, no soportaba pensar en lo cerca que había estado Angie de morir.
—Buenas noches, Angie —contesto y salió.
Llovía mientras se dirigía hacia el coche. Cuando llego hasta el, se apoyo en la puerta y miro hacia las ventanas del apartamento de Angie. Pensó con amargura que siempre tenia que quedarse fuera, siempre bajo la fría lluvia. Si pudiera darle un hijo a Angie, en ese momento estaría a su lado abrazándola, amándola. Pero no era capaz de engendrar un hijo y la estaría engañando si cedía a sus propios sentimientos. Termino el cigarrillo, subió a su coche y se marcho. Angie esperaba que al volver al trabajo, Nicola la tratara con cierta frialdad, pero no con total indiferencia. La trataba como si fuera un ordenador del que extraía la información que necesitaba. Habían vuelto a ser jefe y empleada. Angie trabajaba con eficiencia, pero su corazón no estaba allí. Nicola no quería verla en su agencia, estaba segura.
— ¿Quieres salir conmigo a cenar? —la invito Jazmin sonriendo —Ahora que soy una heroína y que mi nombre ha aparecido en los periódicos, el dueño de la pizzería cree que atraigo a la clientela. Me da lo que le pida —chasqueo los dedos —Hasta pizza con doble racion de queso, champignones y anchoas.
—Un día vas a derretirte —la previno Angie —por comer tanta pizza te vas a convertir en queso y va a terminar fundida en el suelo.
—No mientras siga comiendo anchoas —le sonrió Jazmin —Anda, ven conmigo. Estos días te he visto muy desmejorada. Necesitas distraerte.
—No tengo ganas de salir —contesto Angie —Estoy muy cansada, supongo que como consecuencia de las tensiones pasadas —añadió sonriendo —Y el mes que viene tengo que volver a declarar ante el juez que lleva el caso de los narcotraficantes.
—Buitres —murmuro Jazmin —Ojalá los condenen a cadena perpetua.
—No lo creo —replico Angie —pero van a pasar una buena temporada en la cárcel, y espero estar viviendo en la Antártida cuando salgan —añadió temblando.
— ¿No te has enterado? —pregunto Jazmin —Creía que Nicola te había dicho que esos tipos estaban implicados en el asesinato de otro narcotraficante.
—Nicola no me ha comentado nada —no añadió que Nicola solo le dirigía la palabra para lo estrictamente necesario, ni que la evitaba como si fuera una enfermedad infecciosa.
Jazmin entrecerró los ojos y contesto:
—El tampoco tiene muy buen aspecto. Pobre hombre, no dormía mientras tú estabas en peligro. No se de donde saca las fuerzas para trabajar tanto.
—Ni yo —bostezo Angie — ¡Yo estoy agotada!
—Creo que lo que necesitas es acostarte pronto. Ven conmigo a cenar pizza y prometo llevarte pronto a tu apartamento.
—Gracias, pero no soporto la comida demasiado condimentada. Hace un par de días que tengo un poco revuelto el estomago. Supongo que Adams me ha contagiado lo que tenía.
—Harold tiene gripe. Voy a traerlo a la oficina para que se la contagie a Adams —le ofreció Jazmin
—Eres una verdadera amiga —contesto Angie.
—Ya lo sabia —sonrió Jazmin.
Cuando salió de la agencia, Angie se dirigió a su apartamento dispuesta a meterse en la cama en cuanto llegara. El virus que había contraído debía de ser muy potente, pensó mientras desayunaba al día siguiente. A pesar de lo que había dormido, estaba agotada. Volvió a meterse en la cama y se quedo dormida. Nicola llego al apartamento poco después. A Angie le sorprendió su preocupación, pues su actitud en la oficina la había convencido de que había olvidado lo que había ocurrido entre los dos.
— ¿Como te encuentras? —le pregunto en la puerta.
Angie estaba despeinada y pálida, envuelta en un camisón de franela y una bata que le llegaba a los pies.
—Adams me ha contagiado su enfermedad —dijo débilmente —Mátalo de parte mía, ¿quieres?
— ¿Necesitas algo?
—No, gracias.
—Creo que deberías ir al medico —contesto el frunciendo el ceño.
— ¿Por un simple malestar? No bromees. Nicola, necesito acostarme. Gracias por venir, pero dentro de un par de días estaré perfectamente. Puedes contratar una sustituta hasta entonces ¿no?
—Ya ha venido hoy —dudo antes de añadir —Es muy competente. Es casi tan rápida como tu.
—Si quieres despedirme, lo único que tienes que hacer es decírmelo —le miro a los ojos y confirmo sus sospechas —Habla con ella y si quiere quedarse puedes despedirme sin...
—Pero antes tienes que conseguir otro trabajo —interrumpió con los dientes apretados.
—La Agencia de Investigaciones Brivio me contratara en cuanto se lo pida, lo sabes. El señor Brivio me dijo una vez que le encantaría que trabajara para el.
El señor Brivio era un atractivo viudo, de cuarenta años. Nicola entrecerró los ojos al imaginarse a Angie trabajando en su oficina.
—No creo que... —empezó a decir.
—Nicola, a ti no te gusta verme en la agencia —contesto débilmente —Deja de fingir. Desde que te acostaste conmigo, me he convertido en una pesadilla para ti. No soportas verme y lo entiendo. Para mi es muy difícil trabajar contigo sabiendo lo que sientes.
—No digas eso —dijo en un susurro —Me hiciste sentirme el mejor de los hombres.
—Y para mi lo eres —se apoyo contra la pared y le miro con adoración —Pero supongo que conseguiré olvidarte si dejo de verte a diario.
—Encontraras a otro.
—Lo se
Contesto para tranquilizar la conciencia de Nicola, aunque no lo creía. Se obligo a sonreír y añadió
—Adios, Nicola.
—Esto no habría funcionado, cariño
Contesto el con tanta ternura y angustia que Angie estuvo a punto de echarse a llorar.
—Teníamos dos cosas en contra desde el principio. No quiero volver a casarme.
—Lo se —contesto ella con dulzura —Esta bien.
—No, no esta bien. Te echo de menos. Me siento muy solo sin ti.
Angie le miro con los ojos llenos de lágrimas.
—Por favor, vete —le suplico a Nicola.
— ¡No es amor lo que sientes por mi! —Gruño — ¿No lo ves? ¡Es solo atracción física!
Angie ya no pudo contestarle.
—Es lo mejor, terminaras dándome la razón. Te casaras y tendrás un hogar lleno de hijos... —se volvió
Sintió que se le quebrara la voz. No soportaba pensar en eso
—Adíos, pequeña. Le diré a Jazmin que te traiga tu indemnización. Puedes decirle que no soportar recordar el asunto de los narcotraficantes, te creerá.
—Lo hare —sollozo.
«Por favor, vete», pensó, « ¡vete antes de que me rompa en mil pedazos!».
—Y si alguna vez me necesitas...
—Gracias. Adiós.

Nicola se marcho sin volver la mirada y cerro la puerta. Le rompía el corazón dejar sola a Angie, pero no podía ofrecerle nada. Se dijo a si mismo que no lo amaba de verdad, que era atracción física lo que sentía por el. Y el matrimonio era imposible e injusto para ella. Se dirigió a su apartamento repitiéndose aquella idea una y otra vez. Pero cuando llego y lo encontró vacío, lo único que supo era que estaba solo, completamente solo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario