Angie
llego media hora antes a su cita con el ginecólogo, el doctor Boswick. Aquella
noche no había podido dormir bien, estaba preocupada por el dolor que había
sentido en el restaurante. Nicola estaba entonces a su lado cogiendole la mano
y el dolor había cedido mas rápidamente que de costumbre. Era como si el bebe,
al oír la voz de su padre, le hubieran entrado ganas de vivir. El doctor
Boswick la recibió puntualmente. Después de examinarla, le pidió que se sentara
y leyó con atención su expediente.
— ¿De
verdad desea tener a su hijo? —le pregunto sin mas —Se que es soltera y no muy solvente,
así que piénselo muy bien antes de contestarme.
Angie
no entendía que tenía que ver su situación financiera con su embarazo, pero
contesto convencida.
—Lo
deseo mas que nada en el mundo.
—Me
alegra oírselo decir —sonrió el doctor —porque va a ser un embarazo difícil y
no podemos garantizarle nada —observe la expresión preocupada de la chica —Su embarazo
es un caso raro en el que la placenta cubre parcial o totalmente el cuello del útero.
La placenta se estira y a veces se desgarra, por lo que siempre habrá
hemorragias y constante peligro de aborto.
— ¡Oh,
no! —exclamo.
—Esto
sucede por lo general en una proporción de uno de cada doscientos embarazos
—continuo el doctor —Hemos encontrado algo raro en el examen de ultrasonido que
le hemos practicado hace un rato. Generalmente afecta a mujeres que ya han
tenido hijos y su caso es bastante raro.
— ¿Y
que puedo hacer yo? —pregunto alterada.
—Renuncie
a su trabajo y quédese reposando en casa hasta que el embarazo este tan avanzado
que podamos estar seguros de que la placenta no va a rasgarse. Espero que el parto
sea normal pero a veces es necesario hacer una cesárea. Hasta entonces, no
podrá andar mucho y tampoco es aconsejable que trabaje. Y por su bien, no se le
ocurra tomar aspirinas durante el embarazo.
—Lo
recordare —contesto.
Estaba
asustada. Tenía muy poco dinero ahorrado... Necesitaba trabajar pero el doctor
le estaba diciendo que si trabajaba estaría sacrificando a su hijo.
—Y
como le digo, no le garantizo nada, pues incluso así puede perder al bebe. ¡Ah!
Y creo que no debería estar sola. No quiero asustarla, pero puede tener
hemorragias. En cuanto sangre, llámeme inmediatamente, quizá hasta sea
necesario hospitalizarla. ¿Entiendes por que le he preguntado si de verdad
quiere tener ese hijo?
—Vivo
sola —contesto retorciéndose los dedos de las manos.
— ¿No
puede hacer que el padre coopere con usted durante el embarazo?
—No lo
sabe.
—Tiene
que decírselo.
—Si,
doctor —mintió.
—Buena
chica. Necesitara ayuda porque esto no va a ser nada fácil. Le diré a Bertha
que le ponga otra cita, debe que venir a verme con regularidad. Ah y no se
preocupe por los honorarios —le sonrió —Confío en usted. Ya lo solucionaremos
después, ¿de acuerdo?
—Esta
bien —contesto y procedió a hacer otras preguntas sobre el embarazo.
Cuando
llego a su apartamento, estuvo llorando hasta quedarse sin lágrimas. Puso la mano
en su vientre abultado y sonrío entre lágrimas.
—De
acuerdo, pequeño, solo nos tenemos el uno al otro. Tengo que luchar sola, así
que vas a tener que ayudarme. Te quiero, pequeñín —añadió con ternura — ¡No
sabes cuanto! Así que intenta vivir por mi.
Apoyo
la cabeza en el respaldo del sofá y pensó en lo que le había dicho el medico. NO
DEBÍA ANDAR. NO DEBÍA ALTERARSE, NECESITABA UNA VIDA TRANQUILA, COMER BIEN,
NADA DE TENSIONES. Era difícil para una mujer sin muchos recursos, pero
lo conseguiría. No podía decirle nada a Nicola. Aunque creyera que el bebe era
suyo, pensaría que ella quería que la mantuviera, que viviera con ella, que asumiera
la responsabilidad del embarazo y Angie no podía hacerle eso. Nicola no quería
compromisos, no quería matrimonio, se lo había dicho hasta el cansancio y ella
lo había aceptado. No podía abrir viejas heridas.
Quizá
algún día se lo dijera, cuando ya no necesitara su ayuda. Era la única forma de
que Nicola pudiera elegir libremente si quería formar parte de la vida de
aquella criatura. Después de tomar aquella decisión se prepare un poco de sopa.
Había muchas instituciones que ayudaban a mujeres en su situación, lo que tenia
que hacer era ponerse en contacto con alguna de ellas. Al día siguiente,
renuncio a su trabajo dejando pasmado al señor Brivio. Le explico que tenia una
ulcera y que el medico le había sugerido que dejara de trabajar durante unos
dos meses. Brivio fue muy amable con ella y hasta le dio dos semanas más de
sueldo. Angie se disculpo y después se fue a su apartamento sintiéndose más
sola y asustada que nunca. Pero estaba dispuesta a hacer cualquier sacrificio,
aquel niño significaba todo para ella. Paso los siguientes días acostumbrándose
a su nueva vida.
Consiguió
un trabajo de media Jornada, haciendo ventas por teléfono, lo que le aseguraba
un pequeño ingreso. Tenía dinero suficiente para pagar el alquiler de tres
meses. Una institución le proporcionó cupones para comprar leche y queso para
que su bebe tuviera proteínas suficientes y pagaba los honorarios del doctor
Boswick con lo que le pagaban por hacer ventas por teléfono. A pesar de sus
escasos ingresos, cuidaba mucho su alimentación para que no le faltara nada al
niño. Lo peor de todo era que durante el día estaba completamente sola, pues todos
sus vecinos trabajaban, así que no podía acudir a nadie si tenía algún
problema.
Adelgazo
por culpa de la preocupación. Cuando sangraba, llamaba al doctor Boswick, que
la hacia acostarse hasta que cedía la hemorragia. Y casi siempre estaba
cansada...Sheyla fue a verla y la llevo todo tipo de golosinas para despertarle
el apetito. Angie le hizo jurar que guardaría su secreto y dejo de contestar al
teléfono para que nadie de la agencia de Nicola pudiera hablar con ella. Pero
se equivoco al pensar que eso bastaría para desanimar a Nicola. Tres semanas
después, la despertó el timbre. Antes de abrir, fue directamente al baño, presa
de un ataque de nauseas. Se puso una bata y fue a abrir la puerta. Tenía un
aspecto terrible. Abrió la puerta y se quedo paralizada al ver a Nicola.
— ¡Dios
mio! —exclamo Nicola.
—Gracias,
tu también tienes muy buen aspecto —musito Angie —Pasa. Voy a meterme en la
cama. Me encuentro fatal.
—Espera,
yo te llevo
Nicola
cerró la puerta y la cogió en brazos. De pronto frunció el ceño. Le dolía la
espalda.
—Has
engordado o estas hinchada por la ulcera?
La dejo
suavemente en la cama y empezó a quitarle la bata. Angie no podía arriesgarse a
que la viera, así que le cogió la mano a Nicola y dijo:
—No me
la quites, tengo frío.
-—Esta
bien
La
tapo con cuidado y después se sentó a su lado con expresión preocupada
—Brivio
me ha dicho que has renunciado a tu trabajo. ¿Por Dios, estas siguiendo algún
tratamiento?
Angie
lo miro sintiéndose sola y asustada. Estaba desesperada. Nicola parecía el
clásico hombre de negocios vestido con su traje gris. Comparado con el, ella debía
parecer un desastre.
— ¿Tratamiento?
—pregunto.
Los
ojos se le llenaron de lagrimas
—No
hay tratamiento para lo que tengo —murmuro —El doctor ya ha hecho todo lo que
ha podido.
— ¿Para
una ulcera sangrante? —Nicola frunció el ceño.
—No se
trata de ninguna ulcera sangrante —contesto cerrando los ojos.
— ¿Entonces
que es?
—Me
temo que nada que pueda curarse con una pastilla —contesto cansada — ¡Nicola estoy
tan cansada...!
— ¿Que
es lo que tienes? —pregunto sin poder disimular su preocupación.
Estaba
pálido, Angie adivino lo que estaba pensando.
—Oh
—dijo al fin —no. No tengo cáncer, ni me estoy muriendo. De verdad.
Nicola
suspiro aliviado y encendió un cigarrillo.
—Dios.
Me has asustado. Y bueno, si no es eso y tampoco es una ulcera, a que te
refieres con eso de que ya no se puede hacer nada?
Angie
dudo, quería contárselo todo. Estaba sola y asustada, necesitaba su apoyo,
quería que la cuidara, que la protegiera. Pero seria justo decírselo cuando
estaba tan cerca de perder al bebe?...Nicola la miro a los ojos. No comprendía
la angustia de Angie. Se incline y la acaricio con ternura.
—Tienes
muy mal aspecto —la miro mas de cerca — ¿Vas a decirme de una buena vez que es
lo que tienes, Angie?
—No se
si debo —contesto —Hasta es posible que ni me creas. Y si me crees, no estoy segura
de que sea justo.
Nicola
la miro con apacible felicidad. Incluso estando Angie tan mal, se sentía
contento a su lado.
—Es
muy aburrido vivir solo, ¿verdad? —le preguntó a Angie —Me levanto, voy al trabajo,
vuelvo al apartamento por las noches y no puedo dormir. No me interesa el
trabajo. Te llevaste toda felicidad de mi vida cuando te fuiste.
—Tú me
pediste que me fuera —dijo Angie con suavidad.
—Si.
No quería un compromiso permanente.
—No
quería pedirte ningún compromiso —lo interrumpió —No tienes que preocuparte por
eso, tampoco te lo voy a pedir ahora, aunque pueda parecerlo
—Explícate
—fruncio el ceño.
Angie
aspiro hondo y lo miro a los ojos.
—Nicola...
estoy embarazada.
En
otras circunstancias, Angie habría soltado una carcajada al ver la expresión de
Nicola. Se quedo paralizado y la miro como si acabaran de darle un golpe en la
cabeza. Bajo el cigarrillo lentamente y sin pensar lo dejo en un vaso con agua.
— ¿Estas
que? —pregunto con dificultad.
—Voy a
tener un hijo.
Nicola
parecía un enfermo, lenta, muy lentamente, deslizo la mirada por el rostro de Angie,
se incline y le quito las sabanas, le desabrocho la bata y le bajo el pantalón
del pijama antes de que la joven pudiera protestar. Entonces descubrió el
vientre ligeramente abultado y la miro como si se hubiera vuelto loco.
—No me
lo habías dicho.
—No
sabia como hacerlo —gimió Angie y lo miro angustiada.
Nicola
se incline y acaricio con las dos manos el vientre de Angie. Respiraba con
dificultad. Cuando la miro a los ojos, Angie se dio cuenta de que estaba muy
enfadado.
—Creía
que no podía tener hijos. Y tu lo sabias. Dios, ¿Como has podido
ocultármelo?
—Lo
siento —contesto Angie.
Estaba
demasiado sorprendida por su reacción como para explicarle las razones por las
que le había ocultado su embarazo.
— ¡Lo
sientes...! —se interrumpió de pronto.
Estaba
empezando a asimilar la noticia
— ¿Cuando
va a nacer? —pregunto mirándola.
Angie
se obligó a sostenerla la mirada y contesto:
—Dentro
de cinco meses.
En el
rostro de Nicola se reflejaba el placer de saber que había engendrado al hijo
de Angie. Angie no se atrevía a destruir aquel sentimiento de felicidad, pero
tenia que explicarle la razón por la que había renunciado a su trabajo.
—Nicola...Tengo
que quedarme en casa hasta que de a luz. No puedo trabajar.
— ¿Por
que? —pregunto cortante.
Angie
dudo. Lo amaba demasiado para decirle lo arriesgado que era su embarazo. Se volvería
loco si se enterara de que era posible que perdiera a su hijo.
—Tengo
muchas nauseas —-dijo al fin.
—Ya
veo —suspiro con alivio evidente.
Se
levanto de la cama y se apoyo en la pared.
—No
tienes que sentirte responsable.
—No
seas ridícula. Se trata de mi hijo —la miro maravillado —Mi hijo —repitió lentamente
mirando el vientre de Angie, después la miro furioso — ¡Maldición y no pensabas
decírmelo!
Angie
se encogió al oírle, pero era preferible dejar que pensara que había querido ocultárselo
a obligarle a compartir su propio terror. Nicola había pasado por situaciones horribles:
·
había sufrido la muerte de su madre
·
las horribles heridas de bala
·
la perdida de su trabajo
·
el abandono de su mujer…No podía hacerlo sufrir
más.
—Decías
que no querías compromisos, recuerdas? —Pregunto con frialdad —Me echaste de tu
vida. Si te hubiera dicho lo del bebe, habrías pensado que estaba intentando atraparte.
Aquella
acusación le hizo sentirse culpable, pero Angie no podía entender sus sentimientos.
La joven parecía tan indiferente que Nicola no tuvo la confianza suficiente para
confesárselo en ese momento. Le había dicho que no quería compromisos, si, pero
eso había sido antes de saber que podía tener hijos. Eso lo cambiaba todo. Trato
de recuperarse, en ese momento lo mas importante era el bebe. Después él y Angie
tendrían tiempo de arreglar sus problemas sentimentales.
—Las
cosas han cambiado —contesto con calma.
—Si,
lo que quieres decir es que no me quieres, pero el niño es otra cosa, claro.
Angie
contesto sonriendo burlona.
—Claro.
Angie
lo miro con el corazón destrozado. Nicola no se daba cuenta de cuanto le dolía
su actitud.
— ¿Pensabas
decírmelo algún día?
—Si.
— ¿Cuando?
—pregunto en tono acusador — ¿Cuando ya empezara a ir a la escuela?...Bueno, no
te preocupes por eso, ahora ya lo se.
Se
metió la mano en el bolsillo del pantalón y la miro intentando ocultar sus verdaderos
sentimientos. Le dolía que Angie le hubiera ocultado su embarazo cuando sabía
cuanto le dolía pensar que no podía tener hijos. No sabía como perdonarle
aquella traición.
—Voy a
llevarte al rancho. Allí podrá hacerte compañía Beryl.
—No
—contesto Angie desviando la mirada —No...no puedo ir al rancho...
Nicola
frunció el ceño, entonces recordó lo que le había dicho sobre Bery. No estaban casados
y ella estaba embarazada. Al darse cuenta se alegro. Por fin tenía una razón
para casarse con ella, una razón que le ahorraba tener que revelarle sus
verdaderos sentimientos. Dejaría que Angie pensara que todo era por el bien del
niño.
—Ya lo
solucionaremos —miro el reloj —Tengo que irme. Vuelvo dentro de un rato.
—Nicola,
tenemos que hablar —dijo ella.
—Después.
Volvió
a mirarla y se marcho sin decir nada más. Angie se tumbo, turbada y triste por
la conducta de Nicola, que había admitido que solo le importaba el bebe. Esperaba
que Nicola la hubiera echado de menos, que le hubiera pedido que volviera a su
vida, pero todo habían sido ilusiones absurdas. Lo que ocurrió tres horas
después la desconcertó completamente. Nicola volvió con un desconocido, la hizo
firmar un documento que ni siquiera le permitió leer y después le cogió la mano
y le indico al hombre que había llegado con el.
—Adelante.
El
desconocido saco un librito, sonrió y procedió a casarlos. Angie estaba tan
sorprendida que apenas pudo pronunciar el «SI». Cuando empezó a darse cuenta
de lo que estaba pasando, ya estaba casada con Nicola.
— ¡Nicola!
—protesto, pero Nicola estaba demasiado ocupado despidiendo al hombre que los
había casado.
Cuando
Nicola volvió a su lado se detuvo junto a la cama y la miro. ANGIE
ERA SU ESPOSA…LE PERTENECÍA...ELLA Y EL BEBE…SU HIJO. Nunca se había sentido más orgulloso. Angie
miro maravillada el anillo.
—Se
necesitan... tres días para arreglar los trámites de matrimonio... —tartamudeo.
—Solo
se necesita uno si amenazas de muerte al juez —contesto complacido —No te preocupes,
es perfectamente legal —frunció el ceño, pensativo —Aunque no se a que pena
pueden condenarme por secuestro
— ¿Que
secuestro?
—El
juez que nos acaba de casar no sabia lo que estaba pasando —le explico —Lo he sacado
del juzgado y le he obligado a venir conmigo.
Angie
se echo a reír...pero después comenzó a llorar. No entendía nada. Nicola
maldijo en voz baja y dijo muy serio:
—Esta
bien, siento haberlo hecho sin avisarte. Pero si vamos a ir al rancho esta
noche, tenemos que ir perfectamente casados. No podemos escandalizar.
—No es
justo que ella tenga que encargarse de mí —murmuro —Y tampoco que lo hagas tu.
—Llevas
dentro un hijo mío —la miro.
Tuvo
que hacer un enorme esfuerzo para no abrazarla y secar a besos sus lágrimas.
—El
bebe es lo único que importa ahora. ¡Dios, es todo! —exclamo enfurecido.
Angie
pensó con tristeza que a Nicola lo único que le importaba era su hijo. Se
pregunto como se sentiría si perdiera al bebe y se encontrara casado con una
mujer a la que no quería. ¡Y lo peor era que ella no le había advertido que su
embarazo era de alto riesgo!
—Deja
de llorar —le dijo Nicola —Voy a cuidarte, señorita Arizaga —se corrigió inmediatamente
—Señora Porcella. Señora Angie Porcella —murmuro.
Angie
lo miro extrañada.
—Quieres
mucho a ese hijo, ¿verdad?
—Eso
ya lo sabes —la expresión de Nicola se endureció — ¿Todavía no te das cuenta de
lo terrible que era para mi pensar que no podía tener hijos? ¿Eso no te
importaba?
—Si...
Angie
se irguió se sentía muy mal
—lo
sabia pero no quería que te sintieras obligado a casarte conmigo. Sabía que no
querías volverte a casar. Me lo habías dicho mil veces.
Nicola
no podía pronunciar palabra. Eso era verdad, pero solo hasta que había
descubierto su amor hacia ella, porque desde ese momento, Angie lo había sido
todo en su vida. Tener un hijo era maravilloso, pero a quien realmente quería Nicola
era a Angie. No había querido casarse con ella para que en el futuro no tuviera
que lamentar la falta de un hijo, Francesca y su obsesión por quedarse embarazada
lo habían marcado sentimentalmente, influenciando su actitud hacia Angie. El
también deseaba ese hijo y Angie había mantenido en secreto su embarazo por una
razón, para el, bastante absurda. Se sentía inseguro y decidió disfrazar sus sentimientos
con una mascara de ira.
—Que
quisiera o no quisiera casarme, ya no es el problema, no? —Pregunto con brusquedad
—El bebe necesita un apellido. Lo demás no importa ahora.
Aquello
no era lo que Angie quería oír. Lo que ella quería que le dijera era que la
amaba desesperadamente, que la amaría aunque no llevara dentro a su hijo, que
la había echado de menos, que la necesitaba. Aunque nada de eso era verdad, la
verdad era que Nicola vivía perfectamente sin ella y si no hubiera sido por el
bebe, Nicola nunca le habría ofrecido matrimonio. Todavía le extrañaba que
hubiera aparecido en el restaurante el día que había ido a comer con Sheyla. ¿Que
hacia ahí? Sheyla le había dicho que quería verla, pero Angie no lo había
querido creer. Nicola sabia donde vivía, podía haber ido a buscarla en cualquier
momento. No, Sheyla estaba equivocada, solo había sido una coincidencia.
—Quiero
que, si puedes, te cambies de ropa. Despues guardaremos tus cosas y nos iremos al
rancho. Supongo que estas muy débil.
—Si
—contesto —Pero antes me gustaría bañarme—añadió con un hilo de voz.
— ¿Puedes
hacerlo sola?
—Si.
Solo me mareo cuando acabo de levantarrne
—Dime
que necesitas y yo puedo ir haciéndote las maletas.
Angie
asintió asombrada de la rapidez con la que Nicola tomaba decisiones. Era
agradable que tomaran decisiones por ella, que la cuidaran. Estaba tan débil
que no podía hacer nada. Una hora después, bañada y arreglada permitió que Nicola
la ayudara a subir al Mercedes negro. Durante el viaje estuvo pensando en como
reaccionaria Beryl. Casi no le presto atención a Nicola cuando este estuvo
hablándole de los problemas del trabajo. Pero su preocupación fue en vano.
Beryl salió a recibirla hasta el coche y le dirigió una sonrisa maternal.
—Pobrecita
—le dijo con cariño mientras le abría la puerta —No te preocupes por nada, todo
va a salir bien. Cuando Nicola no este aquí, yo te cuidare. No dejare que te
pase nada.
Angie
no estaba acostumbrada a tanta amabilidad. Se llevo la mano a la cara y se echo
a llorar.
—Bueno,
basta —dijo Nicola y la cogió en brazos —Te llevare a tu habitación, necesitas descansar.
Ha tenido un día muy largo.
—Voy a
calentar la sopa. Te gustara y le sentará bien al pequeño —añadió guiñándole un
ojo a Angie antes de dirigirse a la cocina.
— ¿Se
lo has dicho? —le pregunto Angie a Nicola.
—Si
—la miro a los ojos —Todo esta bien. Lo único que debes hacer es descansar.
Angie
asintió pero sabía que no iba a ser tan sencillo. Todo le pareció muy
complicado. Estaba con Nicola, pero nunca habían estado tan lejos y su bebe
estaba en constante peligro. Pensó que como no cambiaran pronto las cosas, se
iba a volver loca.
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