viernes, 29 de abril de 2016

CAPITULO NUEVE

Angie llego media hora antes a su cita con el ginecólogo, el doctor Boswick. Aquella noche no había podido dormir bien, estaba preocupada por el dolor que había sentido en el restaurante. Nicola estaba entonces a su lado cogiendole la mano y el dolor había cedido mas rápidamente que de costumbre. Era como si el bebe, al oír la voz de su padre, le hubieran entrado ganas de vivir. El doctor Boswick la recibió puntualmente. Después de examinarla, le pidió que se sentara y leyó con atención su expediente.
— ¿De verdad desea tener a su hijo? —le pregunto sin mas —Se que es soltera y no muy solvente, así que piénselo muy bien antes de contestarme.
Angie no entendía que tenía que ver su situación financiera con su embarazo, pero contesto convencida.
—Lo deseo mas que nada en el mundo.
—Me alegra oírselo decir —sonrió el doctor —porque va a ser un embarazo difícil y no podemos garantizarle nada —observe la expresión preocupada de la chica —Su embarazo es un caso raro en el que la placenta cubre parcial o totalmente el cuello del útero. La placenta se estira y a veces se desgarra, por lo que siempre habrá hemorragias y constante peligro de aborto.
— ¡Oh, no! —exclamo.
—Esto sucede por lo general en una proporción de uno de cada doscientos embarazos —continuo el doctor —Hemos encontrado algo raro en el examen de ultrasonido que le hemos practicado hace un rato. Generalmente afecta a mujeres que ya han tenido hijos y su caso es bastante raro.
— ¿Y que puedo hacer yo? —pregunto alterada.
—Renuncie a su trabajo y quédese reposando en casa hasta que el embarazo este tan avanzado que podamos estar seguros de que la placenta no va a rasgarse. Espero que el parto sea normal pero a veces es necesario hacer una cesárea. Hasta entonces, no podrá andar mucho y tampoco es aconsejable que trabaje. Y por su bien, no se le ocurra tomar aspirinas durante el embarazo.
—Lo recordare —contesto.
Estaba asustada. Tenía muy poco dinero ahorrado... Necesitaba trabajar pero el doctor le estaba diciendo que si trabajaba estaría sacrificando a su hijo.
—Y como le digo, no le garantizo nada, pues incluso así puede perder al bebe. ¡Ah! Y creo que no debería estar sola. No quiero asustarla, pero puede tener hemorragias. En cuanto sangre, llámeme inmediatamente, quizá hasta sea necesario hospitalizarla. ¿Entiendes por que le he preguntado si de verdad quiere tener ese hijo?
—Vivo sola —contesto retorciéndose los dedos de las manos.
— ¿No puede hacer que el padre coopere con usted durante el embarazo?
—No lo sabe.
—Tiene que decírselo.
—Si, doctor —mintió.
—Buena chica. Necesitara ayuda porque esto no va a ser nada fácil. Le diré a Bertha que le ponga otra cita, debe que venir a verme con regularidad. Ah y no se preocupe por los honorarios —le sonrió —Confío en usted. Ya lo solucionaremos después, ¿de acuerdo?
—Esta bien —contesto y procedió a hacer otras preguntas sobre el embarazo.
Cuando llego a su apartamento, estuvo llorando hasta quedarse sin lágrimas. Puso la mano en su vientre abultado y sonrío entre lágrimas.
—De acuerdo, pequeño, solo nos tenemos el uno al otro. Tengo que luchar sola, así que vas a tener que ayudarme. Te quiero, pequeñín —añadió con ternura — ¡No sabes cuanto! Así que intenta vivir por mi.
Apoyo la cabeza en el respaldo del sofá y pensó en lo que le había dicho el medico. NO DEBÍA ANDAR. NO DEBÍA ALTERARSE, NECESITABA UNA VIDA TRANQUILA, COMER BIEN, NADA DE TENSIONES. Era difícil para una mujer sin muchos recursos, pero lo conseguiría. No podía decirle nada a Nicola. Aunque creyera que el bebe era suyo, pensaría que ella quería que la mantuviera, que viviera con ella, que asumiera la responsabilidad del embarazo y Angie no podía hacerle eso. Nicola no quería compromisos, no quería matrimonio, se lo había dicho hasta el cansancio y ella lo había aceptado. No podía abrir viejas heridas.
Quizá algún día se lo dijera, cuando ya no necesitara su ayuda. Era la única forma de que Nicola pudiera elegir libremente si quería formar parte de la vida de aquella criatura. Después de tomar aquella decisión se prepare un poco de sopa. Había muchas instituciones que ayudaban a mujeres en su situación, lo que tenia que hacer era ponerse en contacto con alguna de ellas. Al día siguiente, renuncio a su trabajo dejando pasmado al señor Brivio. Le explico que tenia una ulcera y que el medico le había sugerido que dejara de trabajar durante unos dos meses. Brivio fue muy amable con ella y hasta le dio dos semanas más de sueldo. Angie se disculpo y después se fue a su apartamento sintiéndose más sola y asustada que nunca. Pero estaba dispuesta a hacer cualquier sacrificio, aquel niño significaba todo para ella. Paso los siguientes días acostumbrándose a su nueva vida.
Consiguió un trabajo de media Jornada, haciendo ventas por teléfono, lo que le aseguraba un pequeño ingreso. Tenía dinero suficiente para pagar el alquiler de tres meses. Una institución le proporcionó cupones para comprar leche y queso para que su bebe tuviera proteínas suficientes y pagaba los honorarios del doctor Boswick con lo que le pagaban por hacer ventas por teléfono. A pesar de sus escasos ingresos, cuidaba mucho su alimentación para que no le faltara nada al niño. Lo peor de todo era que durante el día estaba completamente sola, pues todos sus vecinos trabajaban, así que no podía acudir a nadie si tenía algún problema.
Adelgazo por culpa de la preocupación. Cuando sangraba, llamaba al doctor Boswick, que la hacia acostarse hasta que cedía la hemorragia. Y casi siempre estaba cansada...Sheyla fue a verla y la llevo todo tipo de golosinas para despertarle el apetito. Angie le hizo jurar que guardaría su secreto y dejo de contestar al teléfono para que nadie de la agencia de Nicola pudiera hablar con ella. Pero se equivoco al pensar que eso bastaría para desanimar a Nicola. Tres semanas después, la despertó el timbre. Antes de abrir, fue directamente al baño, presa de un ataque de nauseas. Se puso una bata y fue a abrir la puerta. Tenía un aspecto terrible. Abrió la puerta y se quedo paralizada al ver a Nicola.
— ¡Dios mio! —exclamo Nicola.
—Gracias, tu también tienes muy buen aspecto —musito Angie —Pasa. Voy a meterme en la cama. Me encuentro fatal.
—Espera, yo te llevo
Nicola cerró la puerta y la cogió en brazos. De pronto frunció el ceño. Le dolía la espalda.
—Has engordado o estas hinchada por la ulcera?
La dejo suavemente en la cama y empezó a quitarle la bata. Angie no podía arriesgarse a que la viera, así que le cogió la mano a Nicola y dijo:
—No me la quites, tengo frío.
-—Esta bien
La tapo con cuidado y después se sentó a su lado con expresión preocupada
—Brivio me ha dicho que has renunciado a tu trabajo. ¿Por Dios, estas siguiendo algún tratamiento?
Angie lo miro sintiéndose sola y asustada. Estaba desesperada. Nicola parecía el clásico hombre de negocios vestido con su traje gris. Comparado con el, ella debía parecer un desastre.
— ¿Tratamiento? —pregunto.
Los ojos se le llenaron de lagrimas
—No hay tratamiento para lo que tengo —murmuro —El doctor ya ha hecho todo lo que ha podido.
— ¿Para una ulcera sangrante? —Nicola frunció el ceño.
—No se trata de ninguna ulcera sangrante —contesto cerrando los ojos.
— ¿Entonces que es?
—Me temo que nada que pueda curarse con una pastilla —contesto cansada — ¡Nicola estoy tan cansada...!
— ¿Que es lo que tienes? —pregunto sin poder disimular su preocupación.
Estaba pálido, Angie adivino lo que estaba pensando.
—Oh —dijo al fin —no. No tengo cáncer, ni me estoy muriendo. De verdad.
Nicola suspiro aliviado y encendió un cigarrillo.
—Dios. Me has asustado. Y bueno, si no es eso y tampoco es una ulcera, a que te refieres con eso de que ya no se puede hacer nada?
Angie dudo, quería contárselo todo. Estaba sola y asustada, necesitaba su apoyo, quería que la cuidara, que la protegiera. Pero seria justo decírselo cuando estaba tan cerca de perder al bebe?...Nicola la miro a los ojos. No comprendía la angustia de Angie. Se incline y la acaricio con ternura.
—Tienes muy mal aspecto —la miro mas de cerca — ¿Vas a decirme de una buena vez que es lo que tienes, Angie?
—No se si debo —contesto —Hasta es posible que ni me creas. Y si me crees, no estoy segura de que sea justo.
Nicola la miro con apacible felicidad. Incluso estando Angie tan mal, se sentía contento a su lado.
—Es muy aburrido vivir solo, ¿verdad? —le preguntó a Angie —Me levanto, voy al trabajo, vuelvo al apartamento por las noches y no puedo dormir. No me interesa el trabajo. Te llevaste toda felicidad de mi vida cuando te fuiste.
—Tú me pediste que me fuera —dijo Angie con suavidad.
—Si. No quería un compromiso permanente.
—No quería pedirte ningún compromiso —lo interrumpió —No tienes que preocuparte por eso, tampoco te lo voy a pedir ahora, aunque pueda parecerlo
—Explícate —fruncio el ceño.
Angie aspiro hondo y lo miro a los ojos.
—Nicola... estoy embarazada.
En otras circunstancias, Angie habría soltado una carcajada al ver la expresión de Nicola. Se quedo paralizado y la miro como si acabaran de darle un golpe en la cabeza. Bajo el cigarrillo lentamente y sin pensar lo dejo en un vaso con agua.
— ¿Estas que? —pregunto con dificultad.
—Voy a tener un hijo.
Nicola parecía un enfermo, lenta, muy lentamente, deslizo la mirada por el rostro de Angie, se incline y le quito las sabanas, le desabrocho la bata y le bajo el pantalón del pijama antes de que la joven pudiera protestar. Entonces descubrió el vientre ligeramente abultado y la miro como si se hubiera vuelto loco.
—No me lo habías dicho.
—No sabia como hacerlo —gimió Angie y lo miro angustiada.
Nicola se incline y acaricio con las dos manos el vientre de Angie. Respiraba con dificultad. Cuando la miro a los ojos, Angie se dio cuenta de que estaba muy enfadado.
—Creía que no podía tener hijos. Y tu lo sabias. Dios, ¿Como has podido ocultármelo?
—Lo siento —contesto Angie.
Estaba demasiado sorprendida por su reacción como para explicarle las razones por las que le había ocultado su embarazo.
— ¡Lo sientes...! —se interrumpió de pronto.
Estaba empezando a asimilar la noticia
— ¿Cuando va a nacer? —pregunto mirándola.
Angie se obligó a sostenerla la mirada y contesto:
—Dentro de cinco meses.
En el rostro de Nicola se reflejaba el placer de saber que había engendrado al hijo de Angie. Angie no se atrevía a destruir aquel sentimiento de felicidad, pero tenia que explicarle la razón por la que había renunciado a su trabajo.
—Nicola...Tengo que quedarme en casa hasta que de a luz. No puedo trabajar.
— ¿Por que? —pregunto cortante.
Angie dudo. Lo amaba demasiado para decirle lo arriesgado que era su embarazo. Se volvería loco si se enterara de que era posible que perdiera a su hijo.
—Tengo muchas nauseas —-dijo al fin.
—Ya veo —suspiro con alivio evidente.
Se levanto de la cama y se apoyo en la pared.
—No tienes que sentirte responsable.
—No seas ridícula. Se trata de mi hijo —la miro maravillado —Mi hijo —repitió lentamente mirando el vientre de Angie, después la miro furioso — ¡Maldición y no pensabas decírmelo!
Angie se encogió al oírle, pero era preferible dejar que pensara que había querido ocultárselo a obligarle a compartir su propio terror. Nicola había pasado por situaciones horribles:
·         había sufrido la muerte de su madre
·         las horribles heridas de bala
·         la perdida de su trabajo
·         el abandono de su mujer…No podía hacerlo sufrir más.
—Decías que no querías compromisos, recuerdas? —Pregunto con frialdad —Me echaste de tu vida. Si te hubiera dicho lo del bebe, habrías pensado que estaba intentando atraparte.
Aquella acusación le hizo sentirse culpable, pero Angie no podía entender sus sentimientos. La joven parecía tan indiferente que Nicola no tuvo la confianza suficiente para confesárselo en ese momento. Le había dicho que no quería compromisos, si, pero eso había sido antes de saber que podía tener hijos. Eso lo cambiaba todo. Trato de recuperarse, en ese momento lo mas importante era el bebe. Después él y Angie tendrían tiempo de arreglar sus problemas sentimentales.
—Las cosas han cambiado —contesto con calma.
—Si, lo que quieres decir es que no me quieres, pero el niño es otra cosa, claro.
Angie contesto sonriendo burlona.
—Claro.
Angie lo miro con el corazón destrozado. Nicola no se daba cuenta de cuanto le dolía su actitud.
— ¿Pensabas decírmelo algún día?
—Si.
— ¿Cuando? —pregunto en tono acusador — ¿Cuando ya empezara a ir a la escuela?...Bueno, no te preocupes por eso, ahora ya lo se.
Se metió la mano en el bolsillo del pantalón y la miro intentando ocultar sus verdaderos sentimientos. Le dolía que Angie le hubiera ocultado su embarazo cuando sabía cuanto le dolía pensar que no podía tener hijos. No sabía como perdonarle aquella traición.
—Voy a llevarte al rancho. Allí podrá hacerte compañía Beryl.
—No —contesto Angie desviando la mirada —No...no puedo ir al rancho...
Nicola frunció el ceño, entonces recordó lo que le había dicho sobre Bery. No estaban casados y ella estaba embarazada. Al darse cuenta se alegro. Por fin tenía una razón para casarse con ella, una razón que le ahorraba tener que revelarle sus verdaderos sentimientos. Dejaría que Angie pensara que todo era por el bien del niño.
—Ya lo solucionaremos —miro el reloj —Tengo que irme. Vuelvo dentro de un rato.
—Nicola, tenemos que hablar —dijo ella.
—Después.
Volvió a mirarla y se marcho sin decir nada más. Angie se tumbo, turbada y triste por la conducta de Nicola, que había admitido que solo le importaba el bebe. Esperaba que Nicola la hubiera echado de menos, que le hubiera pedido que volviera a su vida, pero todo habían sido ilusiones absurdas. Lo que ocurrió tres horas después la desconcertó completamente. Nicola volvió con un desconocido, la hizo firmar un documento que ni siquiera le permitió leer y después le cogió la mano y le indico al hombre que había llegado con el.
—Adelante.
El desconocido saco un librito, sonrió y procedió a casarlos. Angie estaba tan sorprendida que apenas pudo pronunciar el «SI». Cuando empezó a darse cuenta de lo que estaba pasando, ya estaba casada con Nicola.
— ¡Nicola! —protesto, pero Nicola estaba demasiado ocupado despidiendo al hombre que los había casado.
Cuando Nicola volvió a su lado se detuvo junto a la cama y la miro. ANGIE ERA SU ESPOSA…LE PERTENECÍA...ELLA Y EL BEBE…SU HIJO. Nunca se había sentido más orgulloso. Angie miro maravillada el anillo.
—Se necesitan... tres días para arreglar los trámites de matrimonio... —tartamudeo.
—Solo se necesita uno si amenazas de muerte al juez —contesto complacido —No te preocupes, es perfectamente legal —frunció el ceño, pensativo —Aunque no se a que pena pueden condenarme por secuestro
— ¿Que secuestro?
—El juez que nos acaba de casar no sabia lo que estaba pasando —le explico —Lo he sacado del juzgado y le he obligado a venir conmigo.
Angie se echo a reír...pero después comenzó a llorar. No entendía nada. Nicola maldijo en voz baja y dijo muy serio:
—Esta bien, siento haberlo hecho sin avisarte. Pero si vamos a ir al rancho esta noche, tenemos que ir perfectamente casados. No podemos escandalizar.
—No es justo que ella tenga que encargarse de mí —murmuro —Y tampoco que lo hagas tu.
—Llevas dentro un hijo mío —la miro.
Tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no abrazarla y secar a besos sus lágrimas.
—El bebe es lo único que importa ahora. ¡Dios, es todo! —exclamo enfurecido.
Angie pensó con tristeza que a Nicola lo único que le importaba era su hijo. Se pregunto como se sentiría si perdiera al bebe y se encontrara casado con una mujer a la que no quería. ¡Y lo peor era que ella no le había advertido que su embarazo era de alto riesgo!
—Deja de llorar —le dijo Nicola —Voy a cuidarte, señorita Arizaga —se corrigió inmediatamente —Señora Porcella. Señora Angie Porcella —murmuro.
Angie lo miro extrañada.
—Quieres mucho a ese hijo, ¿verdad?
—Eso ya lo sabes —la expresión de Nicola se endureció — ¿Todavía no te das cuenta de lo terrible que era para mi pensar que no podía tener hijos? ¿Eso no te importaba?
—Si...
Angie se irguió se sentía muy mal
—lo sabia pero no quería que te sintieras obligado a casarte conmigo. Sabía que no querías volverte a casar. Me lo habías dicho mil veces.
Nicola no podía pronunciar palabra. Eso era verdad, pero solo hasta que había descubierto su amor hacia ella, porque desde ese momento, Angie lo había sido todo en su vida. Tener un hijo era maravilloso, pero a quien realmente quería Nicola era a Angie. No había querido casarse con ella para que en el futuro no tuviera que lamentar la falta de un hijo, Francesca y su obsesión por quedarse embarazada lo habían marcado sentimentalmente, influenciando su actitud hacia Angie. El también deseaba ese hijo y Angie había mantenido en secreto su embarazo por una razón, para el, bastante absurda. Se sentía inseguro y decidió disfrazar sus sentimientos con una mascara de ira.
—Que quisiera o no quisiera casarme, ya no es el problema, no? —Pregunto con brusquedad —El bebe necesita un apellido. Lo demás no importa ahora.
Aquello no era lo que Angie quería oír. Lo que ella quería que le dijera era que la amaba desesperadamente, que la amaría aunque no llevara dentro a su hijo, que la había echado de menos, que la necesitaba. Aunque nada de eso era verdad, la verdad era que Nicola vivía perfectamente sin ella y si no hubiera sido por el bebe, Nicola nunca le habría ofrecido matrimonio. Todavía le extrañaba que hubiera aparecido en el restaurante el día que había ido a comer con Sheyla. ¿Que hacia ahí? Sheyla le había dicho que quería verla, pero Angie no lo había querido creer. Nicola sabia donde vivía, podía haber ido a buscarla en cualquier momento. No, Sheyla estaba equivocada, solo había sido una coincidencia.
—Quiero que, si puedes, te cambies de ropa. Despues guardaremos tus cosas y nos iremos al rancho. Supongo que estas muy débil.
—Si —contesto —Pero antes me gustaría bañarme—añadió con un hilo de voz.
— ¿Puedes hacerlo sola?
—Si. Solo me mareo cuando acabo de levantarrne
—Dime que necesitas y yo puedo ir haciéndote las maletas.
Angie asintió asombrada de la rapidez con la que Nicola tomaba decisiones. Era agradable que tomaran decisiones por ella, que la cuidaran. Estaba tan débil que no podía hacer nada. Una hora después, bañada y arreglada permitió que Nicola la ayudara a subir al Mercedes negro. Durante el viaje estuvo pensando en como reaccionaria Beryl. Casi no le presto atención a Nicola cuando este estuvo hablándole de los problemas del trabajo. Pero su preocupación fue en vano. Beryl salió a recibirla hasta el coche y le dirigió una sonrisa maternal.
—Pobrecita —le dijo con cariño mientras le abría la puerta —No te preocupes por nada, todo va a salir bien. Cuando Nicola no este aquí, yo te cuidare. No dejare que te pase nada.
Angie no estaba acostumbrada a tanta amabilidad. Se llevo la mano a la cara y se echo a llorar.
—Bueno, basta —dijo Nicola y la cogió en brazos —Te llevare a tu habitación, necesitas descansar. Ha tenido un día muy largo.
—Voy a calentar la sopa. Te gustara y le sentará bien al pequeño —añadió guiñándole un ojo a Angie antes de dirigirse a la cocina.
— ¿Se lo has dicho? —le pregunto Angie a Nicola.
—Si —la miro a los ojos —Todo esta bien. Lo único que debes hacer es descansar.

Angie asintió pero sabía que no iba a ser tan sencillo. Todo le pareció muy complicado. Estaba con Nicola, pero nunca habían estado tan lejos y su bebe estaba en constante peligro. Pensó que como no cambiaran pronto las cosas, se iba a volver loca.

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