Nicola
acompaño a cenar a Angie en su habitation. Beryl la ayudo a ponerse el pijama y
una bata y también a acostarse en una enorme cama con dosel. No era la misma
cama en la que había dormido la vez anterior, además la habitación estaba en
una zona diferente de la casa, pero por timidez no pregunto si la habitación estaba
cerca de la de Nicola.
—Come
—le dijo Nicola con firmeza al verla juguetear con la cuchara.
—Lo
siento. Me estaba preguntando de quien es esta habitación.
—Es la
mía —contesto.
Al ver
que le miraba sorprendida, asintió sombrío
—Sí,
ahora vas a compartirla conmigo.
Lo
miro asustada. No podían hacer el amor, pero como podía decírselo a Nicola sin
tener que confesar todo.
—Nicola...
Empezó
a decir preocupada después de probar su sopa.
—Se
que a las mujeres embarazadas a veces no les apetece hacer el amor —contesto el
de manera inesperada —Quiero que estés a mi lado por las noches, eso es todo.
Si me necesitas estaré cerca.
A Angie
le enterneció que estuviera tan preocupado por ella, su respuesta la
tranquilizo.
—Gracias
—contesto.
A Nicola
le pareció odiosa su expresión de alivio, lo hizo sentirse rechazado, pero
disimulo su ira.
— ¿Has
pensado en como se va a llamar? ¿Crees que será niño o niña? —le pregunto.
A Angie
le asustaba guardar esperanza alguna, pero no podía expresar su preocupación,
así que contesto.
—No. Y
me da igual que sea niño o niña.
—A mi
también —replico Nicola —Con tal de que nazca sano, no importa lo que sea.
—Tú
eres hijo único, ¿verdad? —pregunto Angie desesperada por cambiar de tema.
—Si,
pero desde luego no he sido un niño mimado. Mi madre no me quería —contesto con
amargura.
—Este
bebe si será querido —dijo ella con calma.
—Claro
—Nicola la miro.
Angie
estaba preciosa sentada en su cama.
— ¿Tu
padre era hijo único?
—No lo
se —contesto Nicola —Nunca hablaba de su familia. Desapareció cuando yo era niño
y no he vuelto a saber nada de el. Mi madre tuvo dos hermanos pero ambos
murieron en Vietnam.
— ¿Tu
madre nunca se llevo bien contigo, ni siquiera cuando eras niño?
—No
Nicola
decidió dar por zanjada aquella conversación
—Ahora
termínate la sopa.
Angie
hizo una mueca y siguió comiendo. Nicola salió a arreglar algunos asuntos con
los trabajadores del rancho y no volvió hasta la hora de acostarse. Entro en la
habitación y empezó a desnudarse. Angie le miro de soslayo. Nicola era un
hombre increíblemente atractivo. Recorrió con sus hermosos ojos las profundas
cicatrices de la espalda y el brazo antes de que el se volviera, entonces la
atención de Angie quedo atrapada por los fuertes músculos de su pecho desnudos.
Al ver que Angie se ruborizaba, Nicola sonrió y apago la luz.
—Te
acostumbraras —le dijo ignorando su rubor —Por consideración a ti usaba pijama en
el apartamento, pero ahora estamos casados. Duermo así desde que era niño y es
difícil abandonar las viejas costumbres.
—No me
molesta —contesto Angie cuando el se acostó a su lado —Además, estas en tu habitación.
Angie
se quedo muy quieta mirando hacia el techo, no se atrevía a moverse para no
molestarle. Era la segunda vez que dormian juntos, pero aquella situación no
tenia nada que ver con la primera. Le resultaba difícil acostumbrarse a la
presencia de Nicola y no solo eso, sino que podía sentir el RESENTIMIENTO
y el DISGUSTO
de su esposo. De pronto Nicola poso la mano en el vientre de Angie, la joven se
sobresalto.
—No te
asustes, solo quiero sentir al bebe. ¿Ya se mueve?
Angie
intento tranquilizarse y dijo con un hilo de voz:
—Se
mueve muy poco, pero estoy segura de que pronto empezara a dar patadas.
— ¿Vas
a amamantarlo, Angie?
—Si,
quiero amamantarlo —contesto con firmeza.
Después
permanecieron en silencio. Angie esperaba que Nicola la abrazara, para quedarse
dormida en sus brazos, pero no lo hizo, aparto la mano y se tumbo dandole la
espalda. Pero Angie no sabia que lo que estaba haciendo Nicola era esconder el
tumulto de sentimientos que se habian desatado en su interior. Cuando pensaba
en el embarazo de Angie se sentía como un mago. Nunca había deseado nada como
deseaba a aquel hijo nada, excepto a Angie, pero eso era algo que todavía no
podía admitir. CREÍA QUE PODÍA CONFIAR EN ANGIE PORQUE LO AMABA, PERO ELLA LE HABÍA
NEGADO EL ÚNICO MILAGRO DE SU VIDA... EL DE SU PATERNIDAD. Si no
hubiera ido a buscarla, nunca lo habría sabido. Cerró los ojos, suspiro y
después se quedo dormido.
A
partir de aquella noche, el abismo que se abría entre ellos fue haciéndose
mayor. Angie se mostraba ante el tímida y callada. Nunca bromeaba con Nicola
prácticamente no le dirigía la palabra y por supuesto no le miraba con el mismo
cariño que meses atrás. El bebe empezó a dar patadas, Angie deseaba compartir
con Nicola esos momentos, pero no se atrevía a decirle nada. Y el nunca la
tocaba. A veces Nicola hablaba del futuro, pero siempre para referirse al bebe,
nunca hablaba de el mismo o de Angie. Angie se distraía ayudando a Beryl en el
jardín por las mañanas, pero Nicola advirtió que no hacia ningún ejercicio y
eso lo preocupo porque sabía que el ejercicio facilitaba el parto.
—No
haces suficiente ejercicio —le dijo a Angie una noche —Siempre estas sentada,
así que quiero que empieces a andar. No discutas —añadió con firmeza al ver que
la joven iba a protestar —No es bueno para el niño que estés todo el día
sentada. Mañana, en cuanto vuelva, daremos un paseo por el rancho.
—Nicola...
Empezó
a decir nerviosa, pero Nicola consulto su reloj y dijo:
—Esta
noche tengo trabajo después hablaremos, Angie. No te acuestes tarde. No es
bueno para el niño.
Angie
estuvo a punto de gritar. Nicola solamente pensaba en el bebe. Ella solo era la
incubadora y no era que ella no estuviera preocupada por su hijo, al contrario.
No le había dicho a Nicola la verdad y temía que el pensara que no le
preocupaba la salud del bebe. Por otra parte, desde que estaba con Nicola se
sentía revitalizada. Los dolores y las hemorragias habían cesado. Por primera
vez desde el principio de su embarazo pensaba con optimismo en el futuro del
niño, pero lo que nicola proponía podía matar a su hijo. Paso toda la noche
preocupada pensando si debía decirle o no la verdad. Afortunadamente, el
trabajo mantuvo ocupado a Nicola durante varios días y Angie aprendió a mentir.
Beryl salía todas las mañanas para ayudar a una vecina y Angie le decía a Nicola
que durante sus ausencias ella salía a caminar. A Nicola le molestaba que la
joven nunca quisiera salir a dar un paseo con el.
— ¿Tanto
te desagrado? —le pregunto con frialdad —No soportas tenerme cerca, por eso sales
a pasear cuando yo no estoy aquí, verdad?
— ¡No!
—Bueno,
pues no te hagas ilusiones, cariño —le dijo con voz glacial —Solo estoy preocupado
por el bebe, no por ti —añadió en un momento de furia ciega.
Angie
no podía comprender que le hablaba así porque lo había herido. La chica se
encogió ante aquella respuesta. Se volvió y levanto orgullosa la barbilla.
—Pues
deja de preocuparte por el bebe. Yo soy la primera interesada en tener un hijo sano
y pienso asegurarme de que asi sea.
—Si,
asegúrate, señora Porcella —añadió destilando veneno.
Angie
le miro fijamente y pregunto:
—Si no
me hubiera quedado embarazada no te habrías casado conmigo, ¿verdad?
— ¿Todavía
no lo sabes? Eres traicionera, Angie, como todas las mujeres. Mi madre fue la culpable
de que mi padre nos abandonara. Francesca me traiciono en cuanto tuvo una oportunidad.
Tú eras la última persona de la que podía esperar una traición...y me equivoque.
Pero no te pienso dar otra oportunidad. Tu lo único que tienes que hacer es ocuparte
de que a mi niño no le pase nada —concluyo.
—No te
oculte mi embarazo para hacerte daño —le dijo Angie.
Nicola
no le hizo ningún caso.
—Voy a
llegar tarde del trabajo.
—Nunca
hablamos de nada. Ni siquiera deberías molestarte en volver a casa por las noches.
Nicola
no podía admitir cuanto anhelaba su presencia, su cercanía. Intentaba
distanciarse de ella porque temía que descubriera sus verdaderos sentimientos.
—No
tengo nada que decirte. Me sedujiste la noche que engendramos al bebe. Cedí porque
te deseaba, lo entiendes?...Lo único que sentía era deseo.
—Si, Nicola.
Te entiendo —contesto Angie y salió de la habitación llorando.
Angie
pensó que Nicola no podía haber sido mas claro. Nicola dio un puñetazo en el
tocador. No había querido decir eso. Le repugnaba haber menospreciado así el
amor exquisito que habían compartido aquella noche. No confiaba en ella, no
podía. Angie era como su madre, como Francesca. De hecho, lo había traicionado
al ocultarle su embarazo, ya no lo amaba, lo evitaba, ni siquiera lo miraba, al
parecer lo único que le importaba era el bebe y Nicola tenia que recordárselo
para no flaquear. Pero le resultaba muy difícil porque la adoraba, sobre todo
desde que sabia que llevaba dentro a su hijo. Y sin embargo, cada vez estaban más
lejos.
Pasaron
los meses y Angie y Nicola continuaban viviendo como si fueran unos perfectos extraños.
Nicola se había traslado a otra habitación con el pretexto de que despertaba a Angie
cuando llegaba tarde por las noches. Pero eso no era verdad. No podía soportar
el silencio y la tristeza de la joven. Lo miraba con una expresión que no podía
descifrar, como si tuviera algún sufrimiento oculto y empezaba a sentirse
culpable, sin saber por qué. Lo desesperaba estar cerca de ella y no poder
acariciarla y abrazarla. Cuando Angie no se daba cuenta, la miraba como un
adolescente enamorado porque asi se sentía LOCAMENTE ENAMORADO. Estaba tan
pendiente de ella, a pesar de lo que Angie pensaba, que su trabajo se resintió.
Un día, después de ir a ver al ginecólogo, Angie se acostó.
— ¿Te
encuentras bien? —le pregunto Nicola preocupado aquella noche.
—Desde
luego —contesto Angie ocultando su terror.
Había
tenido una hemorragia y el doctor Boswick estaba alarmado. No se lo había dicho
a Angie, pero la joven había visto su expresión
—Solo
estoy cansada —contesto en un susurro.
—Ya te
dije —repuso Nicola —no quiero verte todo el día tumbada. Debes hacer
ejercicio, estoy seguro de que el ginecólogo te lo habrá dicho también.
Angie
estaba aterrada. Estaban en verano y el tiempo era perfecto para salir a
pasear, ¡PERO NO SE ATREVÍA!...Y Nicola ya estaba muy enfadado porque no
había querido ir con el a las clases de preparación para el parto, estaba asustada
porque el doctor Boswick le había advertido los peligros que corría durante el
ultimo trimestre y no le había parecido aconsejable ningún tipo de ejercicio.
Al contrario, le había dicho que hiciera el máximo reposo. Angie iba cada vez
con más frecuencia al ginecólogo pero Nicola no sospechaba por qué. Angie,
consciente de cuanto deseaba Nicola ser padre, quería evitarle todo tipo de preocupaciones.
Y ella quería darle UN HIJO...el doctor Boswick le había confirmado que sería un
niño. Miro a Nicola desde la cama.
—Mañana
iré a dar un paseo, te lo prometo. Aunque cada vez me resulta más difícil andar,
estoy más gorda y pesada que nunca.
Nicola
miro a Angie con los ojos entrecerrados. Verla tan pálida le hacía sentirse
culpable.
—Es
curioso que nunca te haya visto salir a dar un paseo. Siempre sales a pasear
cuando yo no estoy
Angie
se ruborizo y desvió la mirada
—Ya sé
que te sientes pesada, Angie. Pero eso no es excusa para no caminar —le dijo
con calma —Es por tu propio bien. Mañana me asegurare yo mismo de que saigas a
dar un paseo.
—No
—replico Angie con un hilo de voz.
Ya no
podía seguir mintiendo.
—No
puedo —aspiro hondo —Nicola, tengo que decirle algo —jadeo al sentir una
punzada en el vientre que la hizo sentarse de golpe en la cama y gritar.
— ¡El
niño! —Exclamo Nicola — ¿Angie, es el niño?
—
¡Si...!
Empezaba
a tener contracciones y tenía una fuerte hemorragia
—
¡Tienes que... llamar... una ambulancia! Llama al doctor Boswick!
—Puede
ser una falsa alarma, todavía falta un mes. Te llevare en el coche
Le
dijo con calma, la destapo y se quedó paralizado al darse cuenta de que Angie
tenía razón. Estaba blanco como el papel
— ¡Oh,
Dios mío! —exclamo.
— ¡Llama...
a una ambulancia! —grito Angie.
Nicola
cogió el teléfono de la habitación, cuando estaba marcando el número del
hospital llego Beryl corriendo y al ver la situación fue a buscar unas toallas.
Después de llamar a la ambulancia, Nicola llamo al doctor Boswick y le dijo:
—Creo
que algo anda mal. Tiene muchos dolores y sangra muchísimo. Ya he llamado a una ambulancia.
—Se ha
debido romper la placenta —contesto el doctor —Cuando la he examinado esta mañana
le he dicho que podía ocurrir en cualquier momento. El niño está a punto de nacer,
pero hay riesgo de que ambos mueran —añadió.
A Nicola
se le paralizo el corazón
— ¿Ha
hecho algún tipo de ejercicio hoy?
—No
—contesto Nicola apretando con fuerza el auricular.
—Gracias
a Dios. Supongo que no habrá corrido ningún riesgo. Ya sabe que está en un estado
muy delicado. Estaré en la zona de urgencias cuando ella llegue al hospital,
tendré preparadas las transfusiones.
Procedió
a explicarle a Nicola lo que tenía que hacer para controlar la hemorragia
—... y
dígale a los enfermeros que no pierdan ni un segundo.
Nicola
colgó y empezó a dar órdenes a Beryl, después miro a Angie angustiado.
—Algo
andaba mal desde hace tiempo, ¿verdad? No dejaste de trabajar por culpa de las náuseas
—gruñó atormentado.
Angie
apretó los dientes para no gritar de dolor.
—Deseabas...tanto...al
niño —jadeo —Solo quería...evitarte la preocupación —musito — ¡No ha sido culpa
tuya!
—No,
pero durante todo este tiempo he estado haciéndote la vida imposible... ¡Oh,
Dios, Angie! —se le quebró la voz.
Acaricio
el rostro de Angie con dedos temblorosos. Angie grito al sentir una punzada.
— ¿Donde
rayos esta la ambulancia? —maldijo Nicola.
En ese
momento, se oyó la sirena de la ambulancia.
—Aguanta
un poco, pequeña
Le
dijo mientras indicaba por señas a Beryl que se quedara con ella. Salió de la
habitación tan confundido que no podía ni hablar. Angie apenas se daba cuenta
de que iba en la ambulancia, Nicola iba a su lado aterrado mientras los
enfermeros la vigilaban y hacían todo lo posible para cortar la hemorragia. El doctor
Boswick los estaba esperando cuando llegaron al hospital.
—Ella
es lo primero —le dijo Nicola —Pase lo que pase, ella es lo primero, me
entiende?
—Haremos
lo que podamos —le aseguro el doctor antes de entrar al quirófano. Minutos
después, nació él bebe. Angie tenía unos dolores horribles. Estaba tratando de relajarse
para dominarlos cuando Nicola le susurró al oído:
—Es un
niño. ¿Me oyes, corazón? Tenemos un hijo.
En
cuanto comprendió las palabras de Nicola, dijo con un hilo de voz
—Adriano
Porcella
Era el
nombre que habían elegido para el niño, en una de esas raras ocasiones en los
que Nicola había llegado temprano del trabajo y habían podido conversar.
—Adriano
Porcella —repitió Nicola — ¿cómo te encuentras, querida?
No
podía ser Nicola el que acababa de hablarle en ese tono. Debía estar delirando.
—Me
duele —dijo débilmente.
—Van a
inyectarte un calmante. Angie, es precioso —anadio emocionado —Precioso.
Angie
abrió los ojos lentamente.
—Te
amo. Pase lo que pase...recuérdalo siempre.
Nicola
la miro con los ojos llenos de lágrimas. Angie le veía entre sombras, pero le
oyó respirar con dificultad.
—Vas a
ponerte bien —le dijo Nicola —Me lo han dicho los médicos. ¡No hables así!
—Cuídalo
—contesto Angie y cerró los ojos —Lo deseabas...tanto.
— ¡Te
quiero a ti! —Musito Nicola — ¡Escúchame, niña tonta, te he mentido! ¡Te he
estado mintiendo! ¡No quería casarme contigo porque no podía darte un hijo! ¡Te
deje marcharte por tu bien! ¡Angie, te quiero a ti! ¡A ti! Dios, si he estado a
punto de volverme loco cuando el doctor Boswick me ha explicado los riesgos que
has corrido durante el embarazo. Abre los ojos, Angie. ¡Abre los ojos!
Parecía
tan desesperado que Angie se obligó a abrir los ojos, Nicola estaba muy pálido.
— ¡No
te me mueras! —le dijo Nicola con los dientes apretados — ¡No te atrevas! Tienes
que vivir para ayudarme a educar a nuestro hijo. ¡No puedo vivir sin ti! ¡No puedo!
Escúchame... ¡no puedo vivir sin ti!
—Ya
tienes...el hijo...que tanto deseabas —murmuro Angie.
—No.
Pero Angie
no parecía comprender las palabras de Nicola.
—Si.
Dijiste...
Nicola
se dio cuenta de que no lo entendía. ¡Pero tenía que conseguir que lo hiciera! Necesitaba
que Angie supiera que la amaba.
—Mírame,
Angie. Mírame. ¡Mírame!
Angie
volvió lentamente la cabeza
—Te
amo —Grito, los ojos le brillaban con fuerza — ¡Te amo!
Angie
quería decirle que nunca había oído nada tan hermoso, pero antes de que pudiera
abrir la boca, se le cerraron los ojos y se quedó dormida.
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