viernes, 29 de abril de 2016

CAPITULO DIEZ

Nicola acompaño a cenar a Angie en su habitation. Beryl la ayudo a ponerse el pijama y una bata y también a acostarse en una enorme cama con dosel. No era la misma cama en la que había dormido la vez anterior, además la habitación estaba en una zona diferente de la casa, pero por timidez no pregunto si la habitación estaba cerca de la de Nicola.
—Come —le dijo Nicola con firmeza al verla juguetear con la cuchara.
—Lo siento. Me estaba preguntando de quien es esta habitación.
—Es la mía —contesto.
Al ver que le miraba sorprendida, asintió sombrío
—Sí, ahora vas a compartirla conmigo.
Lo miro asustada. No podían hacer el amor, pero como podía decírselo a Nicola sin tener que confesar todo.
—Nicola...
Empezó a decir preocupada después de probar su sopa.
—Se que a las mujeres embarazadas a veces no les apetece hacer el amor —contesto el de manera inesperada —Quiero que estés a mi lado por las noches, eso es todo. Si me necesitas estaré cerca.
A Angie le enterneció que estuviera tan preocupado por ella, su respuesta la tranquilizo.
—Gracias —contesto.
A Nicola le pareció odiosa su expresión de alivio, lo hizo sentirse rechazado, pero disimulo su ira.
— ¿Has pensado en como se va a llamar? ¿Crees que será niño o niña? —le pregunto.
A Angie le asustaba guardar esperanza alguna, pero no podía expresar su preocupación, así que contesto.
—No. Y me da igual que sea niño o niña.
—A mi también —replico Nicola —Con tal de que nazca sano, no importa lo que sea.
—Tú eres hijo único, ¿verdad? —pregunto Angie desesperada por cambiar de tema.
—Si, pero desde luego no he sido un niño mimado. Mi madre no me quería —contesto con amargura.
—Este bebe si será querido —dijo ella con calma.
—Claro —Nicola la miro.
Angie estaba preciosa sentada en su cama.
— ¿Tu padre era hijo único?
—No lo se —contesto Nicola —Nunca hablaba de su familia. Desapareció cuando yo era niño y no he vuelto a saber nada de el. Mi madre tuvo dos hermanos pero ambos murieron en Vietnam.
— ¿Tu madre nunca se llevo bien contigo, ni siquiera cuando eras niño?
—No
Nicola decidió dar por zanjada aquella conversación
—Ahora termínate la sopa.
Angie hizo una mueca y siguió comiendo. Nicola salió a arreglar algunos asuntos con los trabajadores del rancho y no volvió hasta la hora de acostarse. Entro en la habitación y empezó a desnudarse. Angie le miro de soslayo. Nicola era un hombre increíblemente atractivo. Recorrió con sus hermosos ojos las profundas cicatrices de la espalda y el brazo antes de que el se volviera, entonces la atención de Angie quedo atrapada por los fuertes músculos de su pecho desnudos. Al ver que Angie se ruborizaba, Nicola sonrió y apago la luz.
—Te acostumbraras —le dijo ignorando su rubor —Por consideración a ti usaba pijama en el apartamento, pero ahora estamos casados. Duermo así desde que era niño y es difícil abandonar las viejas costumbres.
—No me molesta —contesto Angie cuando el se acostó a su lado —Además, estas en tu habitación.
Angie se quedo muy quieta mirando hacia el techo, no se atrevía a moverse para no molestarle. Era la segunda vez que dormian juntos, pero aquella situación no tenia nada que ver con la primera. Le resultaba difícil acostumbrarse a la presencia de Nicola y no solo eso, sino que podía sentir el RESENTIMIENTO y el DISGUSTO de su esposo. De pronto Nicola poso la mano en el vientre de Angie, la joven se sobresalto.
—No te asustes, solo quiero sentir al bebe. ¿Ya se mueve?
Angie intento tranquilizarse y dijo con un hilo de voz:
—Se mueve muy poco, pero estoy segura de que pronto empezara a dar patadas.
— ¿Vas a amamantarlo, Angie?
—Si, quiero amamantarlo —contesto con firmeza.
Después permanecieron en silencio. Angie esperaba que Nicola la abrazara, para quedarse dormida en sus brazos, pero no lo hizo, aparto la mano y se tumbo dandole la espalda. Pero Angie no sabia que lo que estaba haciendo Nicola era esconder el tumulto de sentimientos que se habian desatado en su interior. Cuando pensaba en el embarazo de Angie se sentía como un mago. Nunca había deseado nada como deseaba a aquel hijo nada, excepto a Angie, pero eso era algo que todavía no podía admitir. CREÍA QUE PODÍA CONFIAR EN ANGIE PORQUE LO AMABA, PERO ELLA LE HABÍA NEGADO EL ÚNICO MILAGRO DE SU VIDA... EL DE SU PATERNIDAD. Si no hubiera ido a buscarla, nunca lo habría sabido. Cerró los ojos, suspiro y después se quedo dormido.
A partir de aquella noche, el abismo que se abría entre ellos fue haciéndose mayor. Angie se mostraba ante el tímida y callada. Nunca bromeaba con Nicola prácticamente no le dirigía la palabra y por supuesto no le miraba con el mismo cariño que meses atrás. El bebe empezó a dar patadas, Angie deseaba compartir con Nicola esos momentos, pero no se atrevía a decirle nada. Y el nunca la tocaba. A veces Nicola hablaba del futuro, pero siempre para referirse al bebe, nunca hablaba de el mismo o de Angie. Angie se distraía ayudando a Beryl en el jardín por las mañanas, pero Nicola advirtió que no hacia ningún ejercicio y eso lo preocupo porque sabía que el ejercicio facilitaba el parto.
—No haces suficiente ejercicio —le dijo a Angie una noche —Siempre estas sentada, así que quiero que empieces a andar. No discutas —añadió con firmeza al ver que la joven iba a protestar —No es bueno para el niño que estés todo el día sentada. Mañana, en cuanto vuelva, daremos un paseo por el rancho.
—Nicola...
Empezó a decir nerviosa, pero Nicola consulto su reloj y dijo:
—Esta noche tengo trabajo después hablaremos, Angie. No te acuestes tarde. No es bueno para el niño.
Angie estuvo a punto de gritar. Nicola solamente pensaba en el bebe. Ella solo era la incubadora y no era que ella no estuviera preocupada por su hijo, al contrario. No le había dicho a Nicola la verdad y temía que el pensara que no le preocupaba la salud del bebe. Por otra parte, desde que estaba con Nicola se sentía revitalizada. Los dolores y las hemorragias habían cesado. Por primera vez desde el principio de su embarazo pensaba con optimismo en el futuro del niño, pero lo que nicola proponía podía matar a su hijo. Paso toda la noche preocupada pensando si debía decirle o no la verdad. Afortunadamente, el trabajo mantuvo ocupado a Nicola durante varios días y Angie aprendió a mentir. Beryl salía todas las mañanas para ayudar a una vecina y Angie le decía a Nicola que durante sus ausencias ella salía a caminar. A Nicola le molestaba que la joven nunca quisiera salir a dar un paseo con el.
— ¿Tanto te desagrado? —le pregunto con frialdad —No soportas tenerme cerca, por eso sales a pasear cuando yo no estoy aquí, verdad?
— ¡No!
—Bueno, pues no te hagas ilusiones, cariño —le dijo con voz glacial —Solo estoy preocupado por el bebe, no por ti —añadió en un momento de furia ciega.
Angie no podía comprender que le hablaba así porque lo había herido. La chica se encogió ante aquella respuesta. Se volvió y levanto orgullosa la barbilla.
—Pues deja de preocuparte por el bebe. Yo soy la primera interesada en tener un hijo sano y pienso asegurarme de que asi sea.
—Si, asegúrate, señora Porcella —añadió destilando veneno.
Angie le miro fijamente y pregunto:
—Si no me hubiera quedado embarazada no te habrías casado conmigo, ¿verdad?
— ¿Todavía no lo sabes? Eres traicionera, Angie, como todas las mujeres. Mi madre fue la culpable de que mi padre nos abandonara. Francesca me traiciono en cuanto tuvo una oportunidad. Tú eras la última persona de la que podía esperar una traición...y me equivoque. Pero no te pienso dar otra oportunidad. Tu lo único que tienes que hacer es ocuparte de que a mi niño no le pase nada —concluyo.
—No te oculte mi embarazo para hacerte daño —le dijo Angie.
Nicola no le hizo ningún caso.
—Voy a llegar tarde del trabajo.
—Nunca hablamos de nada. Ni siquiera deberías molestarte en volver a casa por las noches.
Nicola no podía admitir cuanto anhelaba su presencia, su cercanía. Intentaba distanciarse de ella porque temía que descubriera sus verdaderos sentimientos.
—No tengo nada que decirte. Me sedujiste la noche que engendramos al bebe. Cedí porque te deseaba, lo entiendes?...Lo único que sentía era deseo.
—Si, Nicola. Te entiendo —contesto Angie y salió de la habitación llorando.
Angie pensó que Nicola no podía haber sido mas claro. Nicola dio un puñetazo en el tocador. No había querido decir eso. Le repugnaba haber menospreciado así el amor exquisito que habían compartido aquella noche. No confiaba en ella, no podía. Angie era como su madre, como Francesca. De hecho, lo había traicionado al ocultarle su embarazo, ya no lo amaba, lo evitaba, ni siquiera lo miraba, al parecer lo único que le importaba era el bebe y Nicola tenia que recordárselo para no flaquear. Pero le resultaba muy difícil porque la adoraba, sobre todo desde que sabia que llevaba dentro a su hijo. Y sin embargo, cada vez estaban más lejos.
Pasaron los meses y Angie y Nicola continuaban viviendo como si fueran unos perfectos extraños. Nicola se había traslado a otra habitación con el pretexto de que despertaba a Angie cuando llegaba tarde por las noches. Pero eso no era verdad. No podía soportar el silencio y la tristeza de la joven. Lo miraba con una expresión que no podía descifrar, como si tuviera algún sufrimiento oculto y empezaba a sentirse culpable, sin saber por qué. Lo desesperaba estar cerca de ella y no poder acariciarla y abrazarla. Cuando Angie no se daba cuenta, la miraba como un adolescente enamorado porque asi se sentía LOCAMENTE ENAMORADO. Estaba tan pendiente de ella, a pesar de lo que Angie pensaba, que su trabajo se resintió. Un día, después de ir a ver al ginecólogo, Angie se acostó.
¿Te encuentras bien? —le pregunto Nicola preocupado aquella noche.
—Desde luego —contesto Angie ocultando su terror.
Había tenido una hemorragia y el doctor Boswick estaba alarmado. No se lo había dicho a Angie, pero la joven había visto su expresión
—Solo estoy cansada —contesto en un susurro.
—Ya te dije —repuso Nicola —no quiero verte todo el día tumbada. Debes hacer ejercicio, estoy seguro de que el ginecólogo te lo habrá dicho también.
Angie estaba aterrada. Estaban en verano y el tiempo era perfecto para salir a pasear, ¡PERO NO SE ATREVÍA!...Y Nicola ya estaba muy enfadado porque no había querido ir con el a las clases de preparación para el parto, estaba asustada porque el doctor Boswick le había advertido los peligros que corría durante el ultimo trimestre y no le había parecido aconsejable ningún tipo de ejercicio. Al contrario, le había dicho que hiciera el máximo reposo. Angie iba cada vez con más frecuencia al ginecólogo pero Nicola no sospechaba por qué. Angie, consciente de cuanto deseaba Nicola ser padre, quería evitarle todo tipo de preocupaciones. Y ella quería darle UN HIJO...el doctor Boswick le había confirmado que sería un niño. Miro a Nicola desde la cama.
—Mañana iré a dar un paseo, te lo prometo. Aunque cada vez me resulta más difícil andar, estoy más gorda y pesada que nunca.
Nicola miro a Angie con los ojos entrecerrados. Verla tan pálida le hacía sentirse culpable.
—Es curioso que nunca te haya visto salir a dar un paseo. Siempre sales a pasear cuando yo no estoy
Angie se ruborizo y desvió la mirada
—Ya sé que te sientes pesada, Angie. Pero eso no es excusa para no caminar —le dijo con calma —Es por tu propio bien. Mañana me asegurare yo mismo de que saigas a dar un paseo.
—No —replico Angie con un hilo de voz.
Ya no podía seguir mintiendo.
—No puedo —aspiro hondo —Nicola, tengo que decirle algo —jadeo al sentir una punzada en el vientre que la hizo sentarse de golpe en la cama y gritar.
— ¡El niño! —Exclamo Nicola — ¿Angie, es el niño?
— ¡Si...!
Empezaba a tener contracciones y tenía una fuerte hemorragia
— ¡Tienes que... llamar... una ambulancia! Llama al doctor Boswick!
—Puede ser una falsa alarma, todavía falta un mes. Te llevare en el coche
Le dijo con calma, la destapo y se quedó paralizado al darse cuenta de que Angie tenía razón. Estaba blanco como el papel
— ¡Oh, Dios mío! —exclamo.
— ¡Llama... a una ambulancia! —grito Angie.
Nicola cogió el teléfono de la habitación, cuando estaba marcando el número del hospital llego Beryl corriendo y al ver la situación fue a buscar unas toallas. Después de llamar a la ambulancia, Nicola llamo al doctor Boswick y le dijo:
—Creo que algo anda mal. Tiene muchos dolores y sangra muchísimo. Ya he llamado a una ambulancia.
—Se ha debido romper la placenta —contesto el doctor —Cuando la he examinado esta mañana le he dicho que podía ocurrir en cualquier momento. El niño está a punto de nacer, pero hay riesgo de que ambos mueran —añadió.
A Nicola se le paralizo el corazón
— ¿Ha hecho algún tipo de ejercicio hoy?
—No —contesto Nicola apretando con fuerza el auricular.
—Gracias a Dios. Supongo que no habrá corrido ningún riesgo. Ya sabe que está en un estado muy delicado. Estaré en la zona de urgencias cuando ella llegue al hospital, tendré preparadas las transfusiones.
Procedió a explicarle a Nicola lo que tenía que hacer para controlar la hemorragia
—... y dígale a los enfermeros que no pierdan ni un segundo.
Nicola colgó y empezó a dar órdenes a Beryl, después miro a Angie angustiado.
—Algo andaba mal desde hace tiempo, ¿verdad? No dejaste de trabajar por culpa de las náuseas —gruñó atormentado.
Angie apretó los dientes para no gritar de dolor.
—Deseabas...tanto...al niño —jadeo —Solo quería...evitarte la preocupación —musito — ¡No ha sido culpa tuya!
—No, pero durante todo este tiempo he estado haciéndote la vida imposible... ¡Oh, Dios, Angie! —se le quebró la voz.
Acaricio el rostro de Angie con dedos temblorosos. Angie grito al sentir una punzada.
— ¿Donde rayos esta la ambulancia? —maldijo Nicola.
En ese momento, se oyó la sirena de la ambulancia.
—Aguanta un poco, pequeña
Le dijo mientras indicaba por señas a Beryl que se quedara con ella. Salió de la habitación tan confundido que no podía ni hablar. Angie apenas se daba cuenta de que iba en la ambulancia, Nicola iba a su lado aterrado mientras los enfermeros la vigilaban y hacían todo lo posible para cortar la hemorragia. El doctor Boswick los estaba esperando cuando llegaron al hospital.
—Ella es lo primero —le dijo Nicola —Pase lo que pase, ella es lo primero, me entiende?
—Haremos lo que podamos —le aseguro el doctor antes de entrar al quirófano. Minutos después, nació él bebe. Angie tenía unos dolores horribles. Estaba tratando de relajarse para dominarlos cuando Nicola le susurró al oído:
—Es un niño. ¿Me oyes, corazón? Tenemos un hijo.
En cuanto comprendió las palabras de Nicola, dijo con un hilo de voz
—Adriano Porcella
Era el nombre que habían elegido para el niño, en una de esas raras ocasiones en los que Nicola había llegado temprano del trabajo y habían podido conversar.
—Adriano Porcella —repitió Nicola — ¿cómo te encuentras, querida?
No podía ser Nicola el que acababa de hablarle en ese tono. Debía estar delirando.
—Me duele —dijo débilmente.
—Van a inyectarte un calmante. Angie, es precioso —anadio emocionado —Precioso.
Angie abrió los ojos lentamente.
—Te amo. Pase lo que pase...recuérdalo siempre.
Nicola la miro con los ojos llenos de lágrimas. Angie le veía entre sombras, pero le oyó respirar con dificultad.
—Vas a ponerte bien —le dijo Nicola —Me lo han dicho los médicos. ¡No hables así!
—Cuídalo —contesto Angie y cerró los ojos —Lo deseabas...tanto.
— ¡Te quiero a ti! —Musito Nicola — ¡Escúchame, niña tonta, te he mentido! ¡Te he estado mintiendo! ¡No quería casarme contigo porque no podía darte un hijo! ¡Te deje marcharte por tu bien! ¡Angie, te quiero a ti! ¡A ti! Dios, si he estado a punto de volverme loco cuando el doctor Boswick me ha explicado los riesgos que has corrido durante el embarazo. Abre los ojos, Angie. ¡Abre los ojos!
Parecía tan desesperado que Angie se obligó a abrir los ojos, Nicola estaba muy pálido.
— ¡No te me mueras! —le dijo Nicola con los dientes apretados — ¡No te atrevas! Tienes que vivir para ayudarme a educar a nuestro hijo. ¡No puedo vivir sin ti! ¡No puedo! Escúchame... ¡no puedo vivir sin ti!
—Ya tienes...el hijo...que tanto deseabas —murmuro Angie.
—No.
Pero Angie no parecía comprender las palabras de Nicola.
—Si. Dijiste...
Nicola se dio cuenta de que no lo entendía. ¡Pero tenía que conseguir que lo hiciera! Necesitaba que Angie supiera que la amaba.
—Mírame, Angie. Mírame. ¡Mírame!
Angie volvió lentamente la cabeza
—Te amo —Grito, los ojos le brillaban con fuerza — ¡Te amo!

Angie quería decirle que nunca había oído nada tan hermoso, pero antes de que pudiera abrir la boca, se le cerraron los ojos y se quedó dormida.

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