viernes, 29 de abril de 2016

CAPITULO ONCE

Nicola permaneció toda la noche a su lado, sin dormir. No quiso dejarla sola ni siquiera para ir a ver a su hijo. Angie estaba pálida y gemía a pesar de los sedantes que le habían administrado. Al verla sufrir, Nicola sufría tanto como ella. Le mataba saber lo que Angie había tenido que soportar en silencio para evitarle una terrible preocupación durante todos aquellos meses. La había acusado de traicionarle cuando solo lo estaba protegiendo. LO HABÍA AMADO MÁS QUE A SU PROPIA VIDA y él le había fallado. Nicola le había dicho cosas terribles. Era posible que nunca le perdonara, pero tenía que vivir. ¡TENÍA QUE VIVIR!…La luz del sol se filtraba en la habitación del hospital cuando Angie volvió a abrir los ojos. Todavía estaba débil por el dolor. Abrió los ojos y murmuro:
— ¿Nicola? ¿Mi hijo...?
Nicola tenía un aspecto terrible.
— ¿Quieres que te lo traigan ahora? —le pregunto con ternura y se incline hacia ella —Te lo traerán en cuanto quieras.
—Quiero verlo ahora.
Nicola apretó un timbre y le pidió a la enfermera que les llevara al bebe. La alegre enfermera entro sonriente minutos después con un bultito en brazos.
—Aquí lo tiene, señora Porcella. Me alegro de que se haya despertado. Nos ha tenido muy preocupados. Mire lo que le traigo aquí  
Le dejo al niño a su lado, Angie lo miro y le pareció estar viendo a Nicola.
—Se parece a mi esposo —murmuro — ¡Oh, se parece a ti, Nicola!
Nicola se inclinó a su lado y acaricio con ternura la cabecita del niño.
—Tiene tus ojos —la corrigió Nicola emocionado.
—Voy a traerle el biberón...—dijo la enfermera, pero Angie la interrumpió.
—No. Por favor. Prefiero amamantarlo. El doctor Boswick me dijo...
—Está bien —sonrió la enfermera —Pero de todas formas le traeré un biberón. Esta usted muy débil, ha perdido mucha sangre y es posible que todavía no tenga suficiente leche para satisfacerlo.
Cuando salió la enfermera, Angie se sentó en la cama y cogió al pequeño en brazos.
—Ayúdame, por favor —le dijo a Nicola.
Nicola le desato los cordones de la bata y le ayudo a quitársela. Angie acerco al bebe a su seno y le puso el pezón en la boquita. El niño empezó inmediatamente a succionar y se aferró con fuerza al seno. Angie contuvo el aliento y después se echó a reír. Miro a Nicola, que la observaba atentamente. Angie nunca le había visto tan emocionado.
—Dios mío —le dijo con voz temblorosa —No me lo imaginaba así
Se acercó a ella con la mirada clavada en su hijo, volvió a acariciarle la cabecita antes de mirar a Angie
— ¿Te duele?
—No —contesto ella —Es una sensación extraña, pero no me duele. Lo que si me duele un poco es la cicatriz.
—Pueden darte un calmante cuando termines de dar de comer a Adriano.
—No has ido a trabajar —le dijo ceñuda.
—No podía dejarte sola, cariño —contesto tranquilo —Parecías querer morirte —le acaricio la boca con el pulgar —Creía que ya no querías vivir.
—No me acuerdo.
—A lo mejor ha sido la anestesia, pero no quería dejarte sola —se incline y la beso —Lo eres todo para mí —le dijo con la voz ronca por la emoción —Ahora no puedo perderte.
Angie, convencida de que las palabras de Nicola respondían a la emoción de su reciente paternidad, se limitó a sonreírle. En cualquier caso, era evidente que Nicola ADORABA A SU HIJO y como no había otra mujer en su vida, era probable que hubiera decidido que podían continuar casados. Decidió darle otra oportunidad, era posible que algún día aprendiera a amarla. Una semana después, dieron a Angie de alta. Jazmin y Sheyla fueron a verla a casa para conocer al bebe. Nicola siempre estaba cerca de ella aunque volvió a trabajar en exceso.
Angie sabía que le irritaba que no le quisiera escuchar cuando intentaba hablar con ella, pero no podía evitarlo. NO QUERÍA QUE LE HICIERA CONFESIONES DE AMOR. Nicola se había sentido muy mal cuando se había enterado de que su embarazo había sido de alto riesgo y para él, el parto había sido una pesadilla. Desde que les habían dado de alta a Angie y al niño parecía el hombre más feliz del mundo, pero la joven no quería oír falsas promesas. No quería hablar con él hasta que se olvidara de las tensiones pasadas.
Angie se dedicaba por entero a su hijo, lo adoraba, lo mimaba, pasaba a su lado cada momento libre. EL NIÑO ERA SU VIDA. También estaba Nicola, pero toda la atención que Angie prestaba al niño se la negaba a él. Nicola se sentía solo, rechazado y su humor empezó a empeorar. Claro, el adoraba a su hijo, pero no conseguía hacer que Angie advirtiera que también la necesitaba a ella. Estaba encerrada en su propio mundo, en el que solo el niño tenía cabida. Un sábado por la tarde, Angie estaba dando de mamar a Adriano cuando llego Nicola. Había estado trabajando todo el día y parecía estar de muy mal humor. Se detuvo en la puerta de la habitación al ver a Angie en la mecedora.
—Tengo que hablar contigo —le dijo.
—Estoy a punto de terminar —contesto Angie.
Nicola se sentó en el borde de la cama y observe atentamente a su hijo. El orgullo suavizo su expresión y sonrió:
—Nunca me cansare de verlos —dijo con calma —Tienes una expresión maravillosa cuando das de mamar al niño.
— ¿Has visto cuanto ha crecido? —le pregunto con timidez.
—Angie, ¿hasta cuando vas a seguir dándole de mamar?
Angie le miro sorprendida y se retiró con aire distraído un mechón de pelo de la cara.
—Todavía no he pensado en eso. ¿Te importa mucho?
Nicola dudo antes de decir:
—Seguirá atado a ti mientras continúes amamantándolo. No puedes estar lejos de él más de dos horas seguidas.
— ¿Quieres que me vaya? —pregunto Angie abriendo los ojos de par en par — ¿Por eso quieres que deje de darle de mamar? ¿Para poder contratar a una niñera...?
— ¡Dios, no! —contesto espantado.
Se acercó a la ventana y observo con el ceño fruncido el paisaje otoñal.
—Supongo que te he dado razones de sobra para pensar que solo quiero al niño, no a ti. Pero no soy capaz de arrebatarte a tu hijo. No soy un monstruo, Angie.
—Lo sé —contesto con timidez.
Él bebe término de comer y se quedó dormido. Angie lo arropo en su cunita y salió de la habitación sin hacer ruido. Nicola la siguió.
—No huyas —le dijo —Has evitado mi presencia desde el día que volvimos del hospital.
—Voy al porche —contesto.
—Hace frío.
—No, no hace frío. Le pediré a Beryl que vigile a Adriano.
—Está bien —cedió Nicola
Espero a que Angie hablara con Beryl y después la siguio hasta el porche y se sentó a su lado.
— ¿Has tenido mucho trabajo?—pregunto Angie con indiferencia.
—He comprado unos caballos —contesto Nicola encendiendo un cigarrillo —He estado viendo como los domaban. Angie —la miro a los ojos y dijo —He estado intentando hablar contigo para disculparme. Te dije cosas muy crueles antes de que naciera el niño. Cosas de las que ahora me arrepiento.
—Tu no sabías que mi embarazo era de alto riesgo —contesto Angie —Solo quería evitarte preocupaciones. Nunca te había visto tan emocionado. No quería echar a perder esa alegría.
— ¿Y tu? —Gimió y cerró los ojos — ¡Tontita! Estabas muy asustada y yo me quejaba porque estabas todo el día sentada
Se quitó el sombrero y se pasó una mano por el pelo
—No soporto pensar lo mal que te trate. Solo te he dado problemas, Angie.
—Eso no es verdad
Angie miro con cariño a Nicola
—Me has dado a Adriano.
—No se me ocurrió tomar precauciones porque pensaba que no lo necesitaba. Si hubiera sabido el riesgo...
—Pero no lo sabias. Ni yo, aunque me hubiera arriesgado en cualquier caso, Nicola —-dijo con convicción —No me arrepiento de nada.
—No solo quería al niño —la miro a los ojos —sino también a ti. Te necesitaba, así que...me habría casado contigo aunque no hubieras estado embarazada. No soportaba vivir sin ti. Alejarte de mi lado fue el peor error de mi vida
Su expresión reflejaba tanta vulnerabilidad que la enterneció
—Aquella noche...no había sabido lo que era el amor hasta esa noche. Tenía miedo, me aterraba haberme equivocado y que ese amor fuera pasajero. Pero no ha sido así. Dios mío, Angie. Nunca dejare de amarte.
Angie se apartó un poco y desvió la mirada. No podía creerle. No se atrevía.
—No hace falta que finjas —le dijo con ternura —Está bien. Amas a Adriano y quizá estas encariñado conmigo. Eso es suficiente.
Nicola apago su cigarrillo y se puso de pie. La miro.
—No —le dijo —No es suficiente. Tú quieres que yo te amé.
—Sí que esto es muy difícil para ti...—contesto Angie mirando a lo lejos.
Nicola la agarro por los hombros y la obligo a levantarse.
—Mi madre me destrozo, Angie. Francesca acabo con mi orgullo. Cuando tú llegaste a mi vida, yo estaba destrozado. Te tenía miedo, ¿no lo sabias?
—Supongo que una parte de mi lo sabía —lo miro a los ojos —Trate de hacerte comprender que nunca te haría daño, pero no confiaste en mí.
—No podía
Deslizo las manos por los brazos de Angie y entrelazo los dedos en los de ella
—Te dije que no sabía amar, que no sabía lo que era la ternura —se acercó a ella —Tuve que aprender muchas cosas. Y las aprendi contigo, Angie.
—Estas orgulloso de Adriano —murmuro ella bajando la mirada —y te sientes responsable de los problemas que tuve para dar a luz, pero no es necesario que me digas estas cosas.
Nicola la cogió por la barbilla y la obligó a mirarle.
—Te amo —le dijo — ¿De que manera y cuantas veces te lo tengo que decir para que me creas?
Angie se encogió de hombros y contesto:
—Es posible que sientas muchas cosas, Nicola, pero estoy segura de que no es amor.
—Te amo y lo sabes, pequeña cobarde
Le sonrió y dio un dulce beso en la boca
—Pero creo que ya es hora de demostrártelo.
La beso con pasión y Angie, casi a pesar de su voluntad, correspondió a aquel beso. Nicola contuvo el aliento y gimió cuando vio que Angie le abrazaba y se entregaba sin reservas. Le entreabrió los labios con la lengua y la abrazo con fuerza. Nicola deslizo la mano hasta la cadera de Angie y la estrecho contra el para que comprobara la fuerza de su excitación.
—Te deseo —gruño Nicola — ¿Puedes hacer el amor?
—Si —musito.
— ¿A dónde rayos podemos ir? —gruño el buscando con la mirada un lugar —Beryl está arriba con el niño.
Angie miro hacia el granero, pero Nicola movió la cabeza.
—No. Esta sucio.
—Pero si lo hacen en las películas —se quejó Angie.
—Pero esto no es una película, Angie
Murmuro Nicola frotando su rostro contra los senos henchidos de Angie, después la volvió a besar en la boca
—Y lo que siento ahora no es solo un deseo que necesite saciar. Te amo, quiero hacer el amor contigo, ser parte de ti.
—Yo también —contesto.
Nicola la abrazo con más fuerza sin dejar de besarla con sensualidad.
—Angie —musito contra su boca —Angie, te amo...
De pronto se abrió la puerta de la casa y se separaron. Apareció Beryl.
—Adriano está durmiendo. ¿Les importa que vaya a ver a la señora Jewell? Solo tardare una hora...
A Angie le entraron ganas de besarla. Posiblemente Beryl sabía que querían estar solos y solo le agradeció mentalmente.
—No te preocupes, ve —le contesto Angie.
—Oh, gracias —contesto Beryl.
Tanto Nicola como Angie esperaron a que el coche de Beryl desapareciera por el camino para ir corriendo a su habitación. Nicola la cogió en brazos, la dejo en la cama y se tumbó a su lado.
—No hagas ruido —le dijo —No quiero que despertemos al niño —la besó en la boca —Dios bendiga a Beryl.
—La puerta...—gimió Angie.
—Ya está cerrada. ¡Angie, ha pasado tanto tiempo!
La beso con ardor, se separó de ella y empezó a desnudarse. Angie no podía dejar de mirarle. Incluso con las cicatrices, Nicola era un hombre increíblemente atractivo.
Se lo dijo a Nicola, este sonrió, se tumbó a su lado y la desnudo entre besos y susurros. Angie estaba un poco avergonzada por su cicatriz, pero Nicola la beso y le dijo que era como una cicatriz ganada en una batalla, que tenía un valor excepcional. Angie se tranquilizó, le sonrió y le beso. Nicola la trataba con una ternura de la que Angie nunca le habría creído capaz. Entre besos y caricias eróticas le dijo que la AMABA, que la NECESITABA, que ella Era Lo Más Importante De Su Vida. La magia que habían compartido una noche en el apartamento de Nicola todavía estaba presente. Angie le rodeo el cuello con los brazos y se estrechó contra el pero Nicola la detuvo.
—Espera
Saco unos preservativos de debajo de la almohada. Se puso uno mientras ella lo miraba con timidez
—No habrá más hijos por el momento. No quiero que te arriesgues otra vez.
—Pero si estoy bien —contesto Angie —Ha sido un embarazo bastante raro. No creo que tenga otro igual.
—Ya hablaremos de eso en otra ocasión, ahora te encuentras débil, vulnerable y debo cuidarte mucho, señora Porcella —murmuro contra su boca —Te quiero demasiado, no pienso dejar que vuelvas a arriesgarte
Se puso encima de ella y se unió a Angie con una ternura y lentitud exquisitas. Al principio, Angie se sintió un poco incomoda y Nicola se detuvo.
—Es como si fueras virgen —le susurro intentando controlarse —Tranquila, tranquila...así...
Suspiro y siguió adentrándose en el cuerpo de Angie, que gimió al sentirlo completamente dentro.
—Oh, Nicola —jadeo —hace casi un año...
—Lo sé —contesto él y comenzó a moverse a un ritmo creciente.
Hicieron el amor con tanta pasión como la noche que habían engendrado a su hijo. Nicola la amo hasta dejarla sin aliento, la acaricio hasta hacerla gritar de placer y juntos alcanzaron un nuevo mundo de sensaciones en el que lo único importante era su amor. Angie nunca había sentido tanto placer. Permaneció inmóvil debajo de Nicola, sintiéndolo respirar contra sus senos.
—Me amas —le dijo el —Lo habría sabido al mirarte ahora a los ojos si no me lo hubieras dicho veinte veces mientras hacíamos el amor.
—Tú también lo has dicho varias veces —jadeo Angie.
Nicola la beso con ternura.
— ¿Ahora me crees?
Angie le miro y contesto casi sin aliento:
—Oh, sí.
Nicola acerco su cara a la de ella y volvió a besarla con ternura.
—Me encantaría demostrártelo una y otra y otra vez, pero me parece que se avecina una tormenta.
— ¿Una qué?
En ese momento él bebe estallo en llanto furioso.
— ¿Otra vez tienes hambre? —pregunto Angie
Se levantó y se acercó a la cuna del pequeño
— ¿O estas mojado?
Inmediatamente le cambio el pañal y en eso estaba cuando sonó el teléfono. Nicola contesto.
—No —dijo el —no voy a ir hoy. ¿Por qué? —frunció el ceño, luego soltó una carcajada —¿Hablas en serio? ¿Cuando? ¿Se pondrá bien? —Movió la cabeza —Dios, claro que se lo diré a Angie. Se va a morir de risa. Dile que iremos a verla esta noche y por Dios, confiscale el arma antes de que lo vuelva a hacer.
— ¿Que ha pasado? —pregunto Angie cuando Nicola colgó.
—Nunca te lo imaginarias
Nicola se levantó y se puso los pantalones sin dejar de reír
— ¿Recuerdas que Jazmin siempre se quejaba de que era la única de la oficina a la que nunca le habían herido de bala?
—Si.
—Bueno, pues esta tarde ha cogido mal la pistola y se le ha disparado. Tiene una herida en el pie.
— ¡Oh, pobre Jazmin!
Exclamo Angie condolida, pero no pudo contener las carcajadas
—Lo siento, esto no tiene gracia ¿Se pondrá bien?
—Ha sido una herida superficial, pero la dejaran esta noche en el hospital, por si acaso, así que he dicho a Nick que iremos a visitarla.
—Le llevare flores —dijo Angie y sonrió —Y una medalla, si podemos conseguirla.
Nicola se acercó a ella y la miro con cariño.
—Adriano se parece mucho a ti —dijo ella.
—Se parece a los dos
la corrigió Nicola abrazándolos a los dos
— ¿Te sientes feliz?
—No sabía que podía serlo tanto —le beso —¿No sientes haber tenido que casarte conmigo? —le pregunto preocupada.
—No he tenido que casarme contigo —la corrigió con ternura —Solo estaba buscando un pretexto para hacerlo o crees que fue casualidad que te encontrara ese día en el restaurante en el que estabas almorzando con Sheyla?
— ¡La seguiste! —dijo ella riendo —Sheyla  lo sospechaba.
—Sí, la seguí. Me había pasado la mañana pensando en que iba a hacer, Angie. Quería pedirte que te casaras conmigo —le confeso —Que vivieras conmigo aunque no pudiéramos tener hijos.
—¡Oh, Nicola! —dijo Angie.
—Pero todo salió mal —murmuro —Me interrumpieron demasiado pronto.
—Yo iba a decirte que estaba embarazada, pero cuando se acercó ese hombre a saludarte, perdí el valor.
—Todo este tiempo perdido —gimió el —Ya tenías problemas entonces. No era la ulcera, era el niño.
—Si. Pero cuando me cogiste de la mano, deje de sentir dolor.
—Te he hecho pasar muy malos momentos. Lo siento. No sabes cuánto.
—Te amaba y en el fondo estaba convencida de que si no te presionaba, aprenderías a amarme. No quería preocuparte, si no te habría contado lo del niño en cuanto lo supe. No comprendía cuanto deseabas tener un hijo.
—No un hijo, sino a nuestro hijo
Se inclino y la beso en la frente y después la miro
—No sabes cuánto te eche de menos cuanto te fuiste de mi apartamento o cuanto miedo pase cuando te seguían esos narcotraficantes. Durante mucho tiempo no me había atrevido a pensar en el matrimonio y de repente, decidiste que debía enseñarte a hacer el amor —gimió —No sabes cómo me sentí. Habría hecho cualquier cosa por tenerte, excepto sacrificar tu necesidad de tener hijos. Y, sin embargo, tú estabas dispuesta a sacrificarte hasta ese punto por mí —la beso con ternura —Me gusta aprender contigo lo que es el amor. Y debo ser buen aprendiz porque has gritado mucho cuando estábamos en la cama
Angie se ruborizo haciéndole reír
—El niño era la mejor excusa del mundo para casarme contigo y traerte a casa sin tener que decirte que te amaba desesperadamente. Pero cuando huiste, pensé que habías dejado de amarme.
—Tonto —contesto —El amor no desaparece tan fácilmente.
—Eso parece. Has tenido un embarazo muy difícil, pero cuando decidamos tener otro hijo, no me apartare de tu lado.
—La primera noche que hicimos el amor te necesitaba tanto...Te amaba y pensaba que si te ofrecía todo lo que tenía sin pedirte nada a cambio aprenderías a confiar en mí, que hasta podrías llegar a quererme.
—Te amaba —contesto abrazando a Angie y a su hijo —Dios que difícil ha sido todo. Espero que a partir de ahora todo vaya bien.
—Te quiero tanto, Nicola. Te amare hasta la muerte —al ver que Nicola se ruborizaba, le pregunto — ¿Quieres que te lo demuestre?
— ¿Hablas en serio? —Pregunto en tono extraño —Ven aquí.
Pero antes de poder hacer nada, su hijo empezó a buscar el seno de Angie para seguir comiendo. Angie se echó a reír cuando él bebe encontró su pecho y succiono con fuerza.
—Creo que mi hijo tiene prioridad —musito reprimiendo el deseo —Pero tenemos toda la noche para nosotros.
—Si. Te quiero —le murmuro Angie.
—Yo también te amo, pequeña.
—Cuando Adriano ya vaya a la escuela, te parecerá bien que vuelva a trabajar?
— ¿Para Brivio? —pregunto él.
—Para ti —le corrigió.
—Bueno, supongo que todo quedara en la familia.
—Pero en cuanto a Adriano le valga el impermeable de detective me retirare.
Nicola la abrazo y acaricio con cariño la cabecita de su hijo. Dudo un poco, pero Angie parecía decidida, bueno, si él le enseñaba a Angie el oficio y supervisaba los casos que le diera, podría mantenerla a salvo. Y él mismo tiempo no le importaba tenerla a su lado todo el día. Sonrió.
—Está bien. ¿Contenta?
— ¡Claro!

Angie se apoyó en el pecho de Nicola y le dirigió una sonrisa de complicidad al pequeño. ¡NUNCA HABÍA SIDO TAN FELIZ!

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