viernes, 29 de abril de 2016

CAPITULO 9

Angie se estiró la falda, mirando el reloj. Eran las 8:58 y Nicola llegaría en un minuto. Le había dicho que tenía que hablar con ella y nunca llegaba tarde. Mientras esperaba, abrió la puerta del cuarto de Amy y la vio dormida bajo el edredón de La Bella y la Bestia. Era tan rica cuando dormía...Dormida no podía ver el gesto de enfado en su rostro. Un gesto de enfado que llevaba semanas repitiéndose.
Después de encontrarla con Jeffrey la semana anterior, Angie llamó a la residencia Logan y le dejó claro a su directora que Jeffrey no podía aparecer en su casa sin avisar. Amy había estado dos días sin dirigirle la palabra y ella intentó explicarle que lo hacía por su propio bien. Que podía ver a Jeffrey todos los sábados en la bolera si quería. Pero a su hermana no le había hecho ninguna gracia. Angie cerró la puerta despacito para no despertarla. A partir de entonces, la pobre Amy vivía solo para el sábado. Nicola llamó a la puerta en ese momento y Angie lo recibió, nerviosa. Desde el incidente en la playa, cada vez que estaban a solas no sabía si podía confiar en sí misma.
·         Hola
Lo saludó, besándolo en la mejilla.
·         Hola
Sonrió Nicola, dándole un besito en los labios.
·         ¿Quieres sentarte un rato?
Preguntó Angie, señalando el sofá.
·         La verdad es que...
El miró hacia el porche
·         Hace una noche preciosa y podríamos sentarnos en el jardín.
Angie sonrió…Era un cielo…Sabía cómo le gustaba su jardín y cómo le gustaba compartirlo con los demás.
·         Sí, claro. Voy por una chaqueta.
Cuando volvió al salón, Nicola había desaparecido. Era raro porque siempre la esperaba. Pero actuaba de forma muy rara desde su cita en la playa. Parecía diferente, más alegre. Pero también más enigmático. Y eso despertaba su curiosidad. Había estado tan preocupada por Amy y Jeffrey durante aquella semana que no tuvo mucho tiempo para pensar en él… ¿De qué quería hablar? ¿Qué era tan importante?...Cuando salió al porche, lo vio sentado en un banco. Estaba buscándose algo en los bolsillos, hablando consigo mismo… ¿Qué le pasaba a aquel hombre?...Angie se llevó una mano a la boca.
Nicola, en su casa, por la noche, con traje y corbata. Había querido salir al jardín y estaba buscándose algo en los bolsillos... ¿No pensaría...? …De repente, no podía respirar. Si ni siquiera le había dicho que la quería... ¿Iba a pedirle que se casara con él? ¿Y si era así, qué podría contestar? No quería hacerle daño, pero... ¿Podía casarse con él? ¿Sería justo para las niñas, para Amy?
·         ¡Angie!
La llamó Nicola entonces…Ella quería salir corriendo, esconderse…o tal vez echarse en sus brazos y comérselo a besos.
·         Ya voy.
·         Siéntate conmigo. ¿Has visto cuántas estrellas?
Angie no podía resistirse. ¿Cómo iba a hacerlo? ¿Qué mujer podría hacerlo?
·         Si está muy bien aquí.
Nicola empezó de nuevo a buscarse en los bolsillos.
·         Angie...
Empezó a decir, más nervioso que nunca. Más nervioso que el día que se casó con Ally. Más nervioso que el día que nació Ariana.
·         Angie, he ensayado esto varias veces y quiero decirte...
·         Nicola, yo...
·         Por favor, deja que lo diga de un tirón antes de que se me olvide o...algo peor, antes de que me resbale del banco y me rompa la cabeza con una piedra...y tengas que llamar a una ambulancia.
Angie soltó una carcajada.
·         ¿Qué dices, loco?
Por fin respiraba de nuevo. Estaba con Nicola, el dulce Nicola. El hombre del que estaba enamorada lo quisiera o no.
·         He estado pensando mucho
Dijo él entonces, tomando su mano. Podía ver su rostro en sombras. Podía sentir aquella mano grande apretando la suya, el calor de su cuerpo, el calor de su corazón. Y podía oír el ruido de las olas golpeando contra la playa a unos metros de la casa.
·         La cuestión es que...Estoy enamorado de ti.
A Angie se le encogió el corazón. No podía ser. No podía arriesgarse a que le hicieran daño otra vez. Pero Nicola había dicho que estaba enamorado de ella.
¡ESTABA ENAMORADO DE ELLA!
·         Nicola...
·         Y yo creo que tú también me quieres
Siguió él
·         Sé que no esperábamos que ocurriera esto, pero quiero pasar el resto de mi vida contigo. Yo...Angie, ¿Quieres casarte conmigo? ¿Quieres ser mi esposa? ¿Quieres ser la madre de mis hijas?
A ella se le hizo un nudo en la garganta. Y cuando miró los ojos azules del hombre supo que solo había una respuesta.
·        
Contestó
·         Te quiero mucho, Nicola. Y quiero casarme contigo.
·         Angie...
Suspiró él, abrazándola. Después, volvió a buscarse en los bolsillos. Por fin, encontró lo que estaba buscando y le mostró una cajita de terciopelo.
·         Encontré esto y me pareció perfecto.
Lo que había dentro dejó a Angie sorprendida. Era un anillo de platino y diamantes. El más bonito que había visto en toda su vida.
·         Es precioso...
·         No tanto como tú
Sonrió Nicola, sacando el anillo de la caja para ponerlo en su dedo.
·         Yo...no sé qué decir. Esto es tan inesperado. Nunca pensé que...
·         Que ninguno de los dos podría volver a ser feliz, lo sé
Terminó Nicola la frase, emocionado
·         Ninguno de los dos pensaba volver a enamorarse.
Angie asintió, sabiendo que él la entendía. Había querido mucho a Paul y lo perdió como Nicola perdió a Ally.
·         Entonces, ¿te casarás conmigo?
Ella se miró el anillo, asintiendo frenéticamente. Era tan feliz que estaba a punto de estallar. Lo único que le importaba en aquel momento era que Nicola la quería e iban a casarse.
·         Me casaré contigo cuando quieras.
·         ¿Estás segura?
Angie tiró de su corbata.
·         Deja que te muestre lo segura que estoy.
Nicola tomó su boca entonces, ansioso, sentándola sobre sus piernas. Y Angie hubiera deseado que el beso no terminara nunca. Aquel beso hacía que su corazón latiera como loco, que se le fuera la cabeza...
·         Angie...Deberíamos casarnos enseguida.
·         ¿Tú crees?
·         No sé cuánto tiempo voy a poder controlarme. Te deseo tanto, deseo tanto hacer el amor contigo...
·         Deberíamos casarnos cuanto antes...por las niñas
Dijo Angie entonces. Aunque hubiera sido tan fácil entrar en la casa, meterse en su habitación...
·         Por nosotros, Angie. Si vamos a comprometernos de verdad, si vamos a querernos para siempre, tenemos que casarnos cuanto antes. Lo de dormir desnudos cada noche es el premio
Rio Nicola entonces. Seguramente era la frase más dulce que nadie le había dicho nunca. ¿Quién dice que la caballerosidad ha muerto?...Nicola volvió a besarla, pero aquella vez era un beso suave, lleno de promesas. De deseos que pronto se harían realidad.
·         Será mejor que me vaya
Susurró
·         Antes de que cambie de opinión y te lleve a la cama.
Angie se levantó, sonriendo y no pudo dejar de sonreír en toda la noche. Nicola se levantó a la mañana siguiente antes que las niñas para hacer beicon y tortillas de queso. A sus hijas les encantaban las tortillas de queso. Andrea fue la primera en aparecer.
·         ¿Beicon un día de diario?
Preguntó, medio dormida. Angélica apareció después, con el uniforme puesto...y las zapatillas de conejito en los pies. No debía estar muy despierta. Nicola le dio un beso en el pelo, sonriendo.
·         Tortilla de queso y beicon
Canturreó alegremente. Estaba muy contento. Había hecho bien pidiéndole a Angie que se casara con él. Sabía que serían felices y que ella sería una buena madre para las niñas y una esposa extraordinaria. Ariana fue la última en llegar a la cocina.
·         ¿Beicon un día de diario?
·         Y tostadas
Dijo Angélica.
·         ¿Qué ocurre, papá? ¿Estamos celebrando algo?
Nicola se sentó al lado de sus hijas y respiró profundamente para darse valor. Sabía que aprobarían ese matrimonio porque querían mucho a Angie, pero...era la primera vez que iba a hablarles sobre sus sentimientos.
·         La verdad es que sí estamos celebrando algo
Dijo, mirando de una a otra
·         Tengo que darles una noticia importante.
·         ¿Vas a comprar un perro?
Preguntó Angélica.
·         No, Angélica. No voy a comprar un perro.
·         ¡Nos vamos a Tahití!
Sugirió Andrea. Acababa de hacer una redacción sobre Tahití y le había preguntado a su padre por la noche si podían mudarse a la isla.
·         No nos vamos a Tahití, Andrea.
·         Dejad que hable, tontas
Protestó Ariana. Nicola carraspeó.
·         Ya sabéis que Angie y yo estamos saliendo y...
Las niñas lo miraban, atentas.
·         Nos hemos enamorado y vamos a casarnos.
El rostro de Angélica se iluminó.
·         ¿Tía Angie va ser nuestra mamá?...Entonces siempre tendré vendas para mis animales...
·         Eso me gusta
Sonrió Andrea.
·         ¿Vas a casarte con la tía Angie?
Le preguntó Ariana.
·         Sí, cariño.
Nicola esperaba ver una sonrisa en el rostro de su hija mayor, pero no era así. Ariana parecía a punto de llorar.
·         ¿Cómo puedes hacernos esto, papá?

Exclamó, antes de salir corriendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario