Angie se apoyó en el quicio de la puerta mientras fotocopiaba
marsupiales para sus niños. Aquel día estaban trabajando con la letra «eme». Con
un ojo miraba la máquina para asegurarse de que no se comía el original y con
el otro...miraba a Nicola, en su despacho. Actuaba de forma muy extraña. Había
pasado más de una semana desde la cena del sábado y desde entonces parecía
querer evitarla. Cuando hacía la ronda por las aulas, no pasaba por la suya.
Cuando llevó a las niñas a tomar un helado unos días antes, él dijo que tenía
cosas que hacer.
Angie volvió a mirarlo. Su secretaria, Catherine, estaba sentada
sobre el escritorio y mientras hablaba, movía una pierna como un péndulo.
Evidentemente, estaba intentando llamar su atención y Angie tuvo que sonreír al
ver que Nicola no se daba ni cuenta. En lugar de mirar la pierna estaba
concentrado en un papel, sin prestar atención a los evidentes coqueteos de su
secretaria. Con el proverbial suspiro de agotamiento, la fotocopiadora terminó
de escupir copias y Angie tuvo que abandonar su puesto de observación para
dejar que otra profesora se pegase con la maquinita. ¿Estaría equivocada?
·
Quizá Nicola no se sentía atraído
por ella.
·
Quizá solo había sido su imaginación.
·
O quizá...quizá estaba loco por
ella y no sabía cómo decírselo.
Debía ser difícil para él salir con una mujer después de tantos
años. Debía resultarle difícil pensar en otra mujer cuando Ally y él habían
sido tan felices. Pero Angie sabía que estaba solo y necesitaba a alguien. Desde
luego, entendía bien su soledad. Cuando recordaba a Paul, lo felices que fueron
juntos mientras estaban prometidos...Recordaba lo agradable que era contarle a
alguien lo que había hecho durante el día, lo agradable que era poder compartir
con él una fuente de palomitas y una película de vídeo...Pero no había
funcionado. Paul no fue capaz de aceptar a Amy como parte de la familia y eso
dio al traste con la relación.
Angie salió al pasillo, con las copias bajo el brazo. Sabía que lo
mejor era no hacer nada. Después de todo, ¿qué más daba que Nicola la
encontrase atractiva? ¿Qué más daba que quisiera salir con ella? ¿Para qué? Nicola
Porcella necesitaba una esposa, una madre para sus hijas, no una novia con la
responsabilidad de una hermana con síndrome de Down. Los hombres no aceptaban
la obligación que tenía para con Amy y ella no pensaba aceptar a un hombre que
no quisiera cuidar de su hermana. Seguramente el propio Nicola la estaba
evitando porque se había dado cuenta de que la atracción que sentía por ella no
lo llevaría a ninguna parte. Lo mejor sería seguir siendo amigos y esperar que
encontrase a alguien que lo hiciera feliz. Pero entonces lo vio doblando una
esquina. Debía haber escapado de las garras de Catherine Oberton, pensó. Angie
decidió seguirlo y cuando se detuvo para beber agua en una fuente del pasillo,
lo tomó del brazo.
·
¿Puedo hablar contigo? -le
preguntó, sin pensar.
De nuevo, él la miró con aquella expresión de absoluta sorpresa.
·
Sí, claro.
Impulsivamente, Angie lo llevó hasta el servicio de caballeros.
·
No puedes entrar aquí...
·
¿Qué te pasa?
·
¿Cómo?
Ella dejó escapar un suspiro. Le quedaban ocho minutos para
empezar la clase, de modo que no tenía mucho tiempo.
·
¿Por qué me evitas, Nicola? ¿He
dicho algo que te haya molestado?
Nicola la miró, después miró al suelo...y después volvió a mirarla
a ella.
·
No, claro que no. Es que...he
estado muy ocupado. He tenido que buscar una profesora nueva para los alumnos
de sexto y...
Estaba tan guapo inventando excusas que a Angie le daban ganas de
besarlo. Pero no tenía ni idea de qué estaba haciendo en el servicio de
caballeros.
·
Lo pasé muy bien el viernes por la
noche. Y el sábado, en tu casa.
·
Yo también.
Lo había dicho como si le diera las gracias por pasarle la sal.
·
No
Dijo Angie entonces, tirándole de la manga
·
Quiero decir que lo pasé muy bien contigo
y...
Lo que quería decir era que, aunque lo había pasado muy bien, lo
mejor era que no volvieran a salir. Que sería mejor dejar la relación como
estaba.
·
Angie, ¿quieres salir a cenar
conmigo otra vez?
Le preguntó Nicola, de repente
·
¿El viernes por la noche? Podríamos
ir al cine.
Ella levantó la cara, decidida a rechazarlo. Paul le había roto el
corazón cuando se negó a aceptar a Amy. Le había roto el corazón cuando llevó
aquel folleto sobre un «internado» para personas como ella. Y Angie sabía que
salir con Nicola le rompería el corazón. Por eso debía decir que no, por eso
debía ser fuerte. Pero cuando miró aquellos sinceros ojos azules, no pudo
seguir pensando.
·
Me encantaría ir al cine contigo.
«Me encantaría ir a la luna contigo», pensó, sintiéndose enteramente
como una quinceañera. Cuando era una mujer cerca de los cuarenta...
·
Estupendo. Genial.
Nicola sonrió y Angie no hubiera podido echarse atrás por nada del
mundo.
·
¿Te llamo yo?
·
Vale.
Habían hecho planes, pero ninguno de los dos se movía.
·
Fuera
Dijo él por fin, abriendo la puerta
·
Fuera del servicio de caballeros
ahora mismo. Yo saldré detrás de ti
Añadió, mirando a ambos lados del pasillo. Angie tuvo que ir conteniendo
la risa hasta su aula. Nicola aparcó el coche en la calle porque frente a la
puerta del garaje había dos bicicletas. Angélica y Andrea debían haber estado
dando una vuelta después del colegio. Mientras se dirigía hacia el porche, iba
dándole vueltas a la cabeza. No podía creer que hubiera invitado a Angie al
cine. Después del sábado, estaba convencido de haber hecho honor a su promesa y
que, por lo tanto, no había necesidad de repetir la experiencia. Pero la había
invitado al cine. Ella lo había metido en el servicio de caballeros y sin
pensar, por un impulso loco...Angie había parecido sorprendida, pero el
auténtico sorprendido era él. Y con una cita para el próximo viernes, no sabía
si saltar por encima de las azaleas o enterrarse en ellas…UNA CITA…Era oficial, estaba
saliendo con Angie…Angélica salió corriendo de la casa.
·
¡Papá! ¡Dile a Andrea que me
devuelva mi serpiente!
·
¿Una serpiente de verdad?
Angélica arrugó la nariz como solía hacerlo Ally y Nicola tuvo que
sonreír.
·
Una serpiente de mentira, papá. Andrea
me ha quitado a mi Ka y dice que no piensa devolvérmela
Le espetó la niña, haciendo pucheros. Nicola tomó a su hija de la
mano para entrar en casa.
·
¿Y qué le has hecho a tu hermana
para que se vengue de esa forma?
·
¡Díselo!
Gritó Andrea desde la cocina
·
Dile lo que me has dicho en el
autobús.
·
¿Qué le has dicho en el autobús?
Angélica soltó la mano de su padre y se cruzó de brazos, enfadada.
No era una niña, era un bulldog cuando se ponía así.
·
¡Ha dicho que yo estoy enamorada de
Rowen McCarthy! ¡Y delante de todo el mundo!
·
Tú le dijiste a Mindie que estabas
saliendo con él
Le espetó Angélica
·
¡Te he oído!
·
¡Cállate!
Gritó Andrea
·
¡Papá, dile que se calle o le corto
la serpiente por la mitad con unas tijeras!
·
¡Papá! ¡Dile que no corte a Ka con
las tijeras!
Nicola dejó escapar un suspiro. Nada mejor que una disputa
familiar para olvidarse de Angie.
·
Angélica, pídele perdón a Andrea
por lo que has dicho en el autobús. Eso no ha estado bien.
·
Pero papá...
·
Pídele perdón. Y tú, dale su
serpiente.
·
¡Perdón!
Gritó Angélica, con una expresión muy poco entristecida. Andrea le
tiró la serpiente a la cara y la niña salió corriendo por el pasillo.
·
¿Dónde está Ariana?
Suspiró Nicola.
·
Hablando por teléfono, como siempre
-contestó Andrea.
Cuando estaba llenando una cacerola de agua para cocer espagueti Ariana
entró en la cocina, con el inalámbrico en la mano.
·
Hola, papá.
·
Hola. ¿Qué tal en el instituto?
Su hija se apoyó en el quicio de la puerta, como siempre.
·
Bien. Tenemos que comprar más
libros.
Nicola se secó las manos, pensativo. Debía pedirle a Ariana que se
quedara cuidando de las pequeñas el viernes. Y cuanto antes se lo dijera, mejor.
Pero no sabía cómo sacar el tema.
·
Ariana... ¿tienes algún plan para
el viernes?
·
Claro. Ir al cine.
·
¿Cómo?
Exclamó él, sorprendido.
·
¿No te acuerdas que vas a llevarnos
al cine?
·
¿Este viernes?
·
Papá, prometiste llevarme a mí y a
mis amigas a ver la última película de Brad Pitt.
Era verdad. Se lo había prometido. Tendría que llamar a Angie para
cancelar la cita. El problema era que no le apetecía hacerlo. Pero no podía poner
su vida personal por delante de sus hijas. Tenía una obligación con ellas. Por
eso, salir con Angie era absurdo. No tenía tiempo para salir ni con ella ni con
nadie. Estaba demasiado ocupado, tenía demasiadas obligaciones. Nicola sacó una
fiambrera con una etiqueta que decía: Salsa de tomate. 09/01.
·
Echa la salsa en una cacerola, Ariana.
Tengo que hacer una llamada.
Su hija lo miró con expresión suspicaz, pero no dijo nada. Suspirando,
Nicola fue al salón y marcó el número de Angie. En cierto modo se sentía
aliviado. Quería volver a salir con ella. Le gustaba, pero la verdad era que le
daba miedo. Todos aquellos sentimientos...lo asustaban.
·
Dígame
Escuchó una voz familiar al otro lado.
·
Hola, Amy. Soy Nicola.
·
Hola, Nicola. Angie y yo estamos
haciendo murciélagos de papel.
·
Qué bien. ¿Puedo hablar con ella?
·
Sí.
Amy soltó el teléfono de golpe y llamó a gritos a su hermana.
·
Hola, Nicola.
Él se puso de espaldas a la puerta para que Ariana no pudiera oír
la conversación.
·
Oye, mira, sobre lo del viernes...
·
Una película estaría bien. Pero
también estaría bien ir a cenar. Solos.
Oh, no. Estaba diciendo claramente que quería estar a solas con
él. Nicola decidió entonces que no iba a cancelar la cita.
·
Mira, es que...le prometí a Ariana
y sus amigas llevarlas al cine el viernes y se me había olvidado.
·
O sea, que me dejas por un montón
de adolescentes.
·
Me temo que sí
Sonrió Nicola.
·
¿O es que no quieres salir conmigo?
·
Claro que quiero. ¿Qué tal el
sábado? No, espera, el sábado tampoco puedo. Tengo una reunión con la comunidad
para recaudar fondos. Ya sabes que estamos intentando conseguir dinero para los
columpios del parque.
·
Vale, si el sábado no puede ser,
¿por qué no vamos al cine el viernes? ¿Es una película que Amy puede ver?
·
Sí, es una de Brad Pitt.
·
Ah, entonces estupendo
Rio Angie
·
Nos encontraremos en el cine.
·
¿De verdad no te importa?
Al otro lado del hilo hubo un largo silencio. Tan largo que Nicola
temió que hubiera cambiado de opinión.
·
No me importa. Quiero verte el
viernes por la noche
Dijo ella en voz baja. Con un tono tan sexy que lo hizo sudar
·
Te acepto como eres, Nicola. Tienes
tres hijas y te toca apechugar.
La voz de Angie era tan sexy por teléfono... ¿Siempre fue así?
¿Cómo no se había dado cuenta antes?
·
Muy bien. Entonces, nos vemos el
viernes a las siete en el cine de la avenida.
·
De acuerdo.
·
Tengo que dejarte. Estoy haciendo
espagueti
Dijo Nicola entonces…Cuando colgó, se quedó mirando el teléfono
durante unos segundos.
·
¡Papá tiene otra cita!
Empezó a cantar Ariana desde el pasillo
·
¡Papá tiene otra cita!
Él se dio la vuelta, colorado como un tomate. Y, por supuesto,
allí estaba Ariana, apoyada en el quicio de la puerta.
·
Era una conversación privada.
Con toda tranquilidad, su hija entró en el salón y lo miró a los ojos.
·
Era la tía Angie, ¿verdad? Y vas a
llevarla al cine a ver la peli de Brad Pitt.
·
Voy a llevarte a ti y a tus amigas.
Angie y Amy nos acompañarán. Eso es todo.
·
Lo sabía
Exclamó Ariana entonces
·
Sabía que os entenderíais.
·
Somos amigos desde hace años, hija.
·
Sí, sí. Amigos...
Nicola estaba por completo avergonzado. No sabía si podía lidiar
con una adolescente... y con una inseguridad por completo adolescente en sí
mismo. Iba a negar las insinuaciones de Ariana, pero había jurado ser siempre
sincero con sus hijas y no podía alterar ese juramento solo porque lo hacía
sentir incómodo.
·
¿Te molesta que salga con la tía Angie?
·
Papá, cálmate. Vais a ver una
película con Amy y Andrea entre los dos. No estamos hablando de sexo.
Aquella vez, Nicola se puso colorado hasta la raíz del pelo.
·
Ariana...
·
No pasa nada. Me alegro por ti,
papá. Por cierto, los espagueti ya casi están
Lo interrumpió su impertinente hija
·
Si vas a cambiarte antes de la
cena, hazlo rápido.
Él se quedó en medio del salón, aturdido. De repente, todo estaba
cambiando en su vida. Y Ariana se portaba de una forma tan madura...Desde
luego, aquel asunto con Angie estaba poniendo su mundo patas arriba. Aunque
quizá eso era bueno.
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