viernes, 29 de abril de 2016

CAPITULO 11

Angie empujó el balancín, sonriendo. Esperaba que Nicola saliera al porche y se sentía tan feliz que temía estar soñando. Tenía prevista una reunión de trabajo aquella noche, pero fue cancelada y la llamó enseguida para invitarla a cenar. A ella y a Amy. A pesar de la frialdad de Ariana, la cena había sido tan agradable como siempre. Y Amy parecía más alegre que las semanas anteriores. Quizá empezaba a entender la situación. Aquella noche, cuando Nicola tomó su mano para bendecir la mesa, Angie imaginó cómo sería su vida con él. Podía verse cuidando de las niñas, podía verse haciéndose mayor con Nicola...La puerta se abrió entonces y él apareció con una bandeja en la mano. Había comprado una tetera especial para ella porque sabía cuánto le gustaba el té. ¿Cómo podría no amarlo?
·         Me gusta la idea de casarme con un hombre de su casa.
Nicola dejó la bandeja sobre una mesita de mimbre.
·         Mientras no creas que solo se me da bien hacer eso
Dijo, sonriendo. No tenía que decir nada más. La tensión sexual que había entre ellos desde que le propuso matrimonio era difícil de controlar. Aún no habían decidido la fecha de la boda, pero Angie estaba pensando en la semana entre Navidad y Año Nuevo. Sabía muchas cosas sobre él, pero su ardor era una sorpresa inesperada. Y eso era algo que la llenaba de anticipación.
·         Hace un poco de frío, ¿no?
·         Ven, métete debajo de este chal
Sonrió Angie. Lo había hecho Ally, pero Angie no temía al recuerdo de su amiga. Todo lo contrario. Bajo el chal, apoyó la cabeza sobre el hombro de Nicola.
·         ¿Qué hacen las niñas?
·         Están viendo una película.
·         ¿Ariana también?
·         También. Por lo visto, Mark estaba ocupado esta noche y le ha tocado quedarse en casa.
Angie acarició su brazo. Llevaba un polo oscuro de manga larga y tenía ese aire elegante, tan típico de Nicola Porcella.
·         Al menos no nos ha soltado: «Estupendo, papá, vas a reemplazar a mamá por la tía Angie».
Él le pasó un brazo por los hombros.
·         Le he dicho que nadie quiere reemplazar a Ally en su corazón. Y que debía seguir llamándote tía Angie.
·         Dale tiempo. Está nerviosa por lo que ha pasado y también porque es un momento de cambios en su vida. Con lo de Mark, el baile...
·         Gracias por ser tan comprensiva
Sonrió Nicola, rozando sus labios.
·         De nada.
No podían hacer nada más aquella noche. Con las niñas dentro, no era el momento de tirarse uno encima del otro.
·         ¿Qué tal con Amy?
·         Regular. Está rara, diferente.
·         ¿Le sigue gustando el trabajo?
·         Le encanta.
·         Me alegro. Jean dice que es estupenda, que siempre se puede contar con ella.
·         No es el trabajo, es Jeffrey. Un novio... yo no tenía ni idea de que Amy pudiera querer un novio. ¿Quién la ha enseñado a besar?
·         No lo sé. ¿Dónde aprendiste a besar tú?
Murmuró él, besándola en el cuello
·         Yo creo que es un instinto.
Angie se apartó, sintiendo un escalofrío.
·         Me parece que tú tienes mucho instinto últimamente.
Nicola sonrió, como un crío. Algo que la sorprendió. Lo conocía bien, pero había muchas cosas que nunca había visto en él antes. Y eso era bueno en un matrimonio. Después de la emoción y la sorpresa iniciales, Angie empezó a preguntarse cómo sería la convivencia. Nicola era tan organizado, tan ordenado...Todo lo contrario que ella. Y sabía que su desorden y su impuntualidad lo volvían loco. Estaba dispuesta a intentar mejorar, pero sabía que no podría cambiar como no podría cambiar él. Pero sentada en el balancín, con la cabeza apoyada sobre su hombro, estaba segura de que la convivencia sería estupenda. Podrían hacerlo, podrían cuidar de su familia juntos y encontrar felicidad.
·         Todo va a salir bien, ¿verdad?
·         Claro que sí. ¿Por qué preguntas eso?
Angie se encogió de hombros.
·         Por nada.
·         ¿No .estarás arrepintiéndote?
·         Claro que no. Es que...empiezo a darme cuenta de que esta va a ser una tarea monumental. No será fácil, Nicola. Amy no será tan fácil de convencer como yo había creído y ahora Ariana...
·         Angie, te quiero
La interrumpió él
·         Y tú me quieres a mí. No te preocupes por Ariana y Amy. Todo saldrá bien.
Ella sonrió. Con Nicola a su lado, se sentía capaz de todo.
·         Tienes razón. Todo saldrá bien.
·         Mejor que bien. Espera y verás.
El viernes por la noche, Angie estaba en la cocina cosiendo el vestido de Ariana.
·         La cena casi está lista
Dijo Nicola.
·         ¿Pollo al horno?
·         El mejor del mundo.
Amy, Andrea y Angélica estaban en el salón oyendo música y Ariana no había vuelto del colegio. Por lo visto, seguía ayudando con las decoraciones del baile.
·         ¿Vamos a esperar a Ariana?
Preguntó Angie, mordiendo el hilo.
·         No. Después de cenar, tengo que pasarme por casa de Chad Eider. Me está ayudando a buscar fondos para los columpios del parque.
Ella asintió. Le sorprendía que, además de trabajar y cuidar de sus tres hijas, Nicola encontrara tiempo para atender los asuntos de la comunidad. Como Catherine Oberton le había dicho unos días antes: «El señor Porcella es un partidazo».
·         ¡Amy, Andrea, Angélica...a cenar!
·         ¡Ya vamos, papá!
En ese momento se abrió la puerta y Ariana entró en la cocina como una tromba.
·         Ariana, ¿qué ha pasado?
·         Olvídate del vestido. No pienso ir al baile.
·         ¿Por qué no?
Preguntó Angie.
·         Me voy a mi cuarto. No quiero cenar.
Nicola dejó la bandeja sobre la repisa, atónito.
·         Ve a hablar con ella. Yo me encargo de las niñas
Murmuró Angie y Nicola subió inmediatamente.
·         ¿Qué pasa, Ariana?
Preguntó Nicola, entrando en su habitación
·         ¿Por qué no quieres ir al baile?
·         Porque no pienso ir a ninguna parte con ese imbécil
Le espetó su hija, intentando contener las lágrimas.
·         ¿Qué ha pasado? ¿Mark no quiere ir al baile contigo?
Ariana tiró su mochila sobre la cama, furiosa.
·         Qué va. Incluso me ha comprado un broche.
·         ¿Entonces?
·         No pienso ir con él porque es un bastardo.
Nicola no toleraba ese lenguaje en su casa, pero no era el momento de ponerse a discutir sobre términos más o menos apropiados.
·         ¿Vas a contarme qué ha pasado?
·         Lo he pillado besando a Brittany Anderson
Contestó Ariana. Lo más duro de ser padre es que no se puede evitar que a los hijos les hagan daño. Aquella era su primera experiencia...y no sería la última.
·         Menudo bastardo
Murmuró Nicola.
·         Eso digo yo.
·         Lo siento mucho, hija
Suspiró él
·         Te guardaré algo de cena para luego. ¿De acuerdo?
·         Me da igual.
Cuando Nicola salió de la habitación, Angie lo estaba esperando en la escalera, ansiosa.
·         ¿Qué ha pasado?
·         Ha encontrado a Mark besando a otra chica.
·         Oh, no. Qué imbécil.
·         Por lo visto, lo ha mandado a la porra.
·         Bien hecho. ¿Quieres que suba a hablar con ella?
·         No, es mejor dejarla sola
Suspiró Nicola, pasándole un brazo por los hombros
·         Vamos a cenar.
·         Pobrecilla. Me imagino cómo le habrá dolido.
Él le dio un beso en la mejilla.
·         Como nos dolió a todos la primera vez.
Al día siguiente, Ariana estaba en el porche en chándal y calcetines. Ni siquiera se había duchado.
·         ¿Seguro que no quieres venir con nosotros?
Le preguntó Nicola,
·         No me apetece ir a un recital de violín, papá.
A la pobre Ariana, que debía estar preparándose para el baile, lo último que le apetecía en el mundo era ir al recital de violín de su hermana Andrea. Y con razón. Sobre todo, porque Brittany Anderson estaba vistiéndose para ir al baile con Mark. Eso destrozaría el corazón de cualquiera.
·         Muy bien, quédate en casa. Pero solo porque es una...ocasión especial. Pero cuando termine el recital, vendré a buscarte para cenar. ¿De acuerdo?
Ariana asintió de mala gana.
·         Vale. Adiós.
Nicola se despidió antes de entrar en el coche, donde las niñas lo estaban esperando. Angie y Amy deberían haber ido también, pero Amy se había puesto enferma. Era una sorpresa que su padre pudiera ir a alguna parte sin «Angie», pensaba Ariana. Angie, de la que no se apartaba últimamente, como si estuvieran pegados con pegamento.
Ariana esperó en el porche hasta que el coche desapareció. Pero no sabía qué hacer. Todas sus amigas estarían preparándose para ir al baile. Después del disgusto que se llevó al ver a Mark metiéndole la lengua en la garganta a Brittany Anderson, solo le quedaba una furia sorda. Si volvía a ver al imbécil de Mark, lo estrangularía...Aburrida y enfadada, decidió ver una película de vídeo. Algo violento, naturalmente. Las películas de su padre estaban colocadas por orden alfabético. Por supuesto. Pero no encontró nada interesante.
Entonces se fijó en una caja pequeña sobre la estantería. Estaba cerrada con celo, pero Ariana lo rasgó para ver lo que había dentro. Volvería a cerrarla más tarde para que su padre no se diera cuenta. Para su sorpresa, vio que dentro había una cinta de vídeo con una etiqueta:
ALLY.
¿Una cinta de su madre? Quizá su padre no querría que la viera, pero... ¿por qué no?...La echaba de menos. Sobre todo, desde que su padre anunció que iba a casarse con Angie. Ella quería mucho a Angie, pero no le gustaba que su padre pasara todo su tiempo libre con ella. Ni que le sonriera tanto, ni que estuviera siempre pendiente de ella. Y encima, lo de Mark...Una cinta de su madre era justo lo que necesitaba en aquel momento. Cuando la sacó de la caja, observó una etiqueta que decía:
PARA SER VISTA DOS AÑOS DESPUÉS DE QUE ME HAYA IDO
A Ariana se le hizo un nudo en la garganta. Quizá no debería verla. Quizá era algo privado, solo para su padre. Debatió un momento consigo misma y después, por fin, metió la cinta en el vídeo. Quería ver a su madre otra vez. En cuanto aquel rostro tan querido apareció en la pantalla, los ojos de Ariana se llenaron de lágrimas. Ally Porcella estaba sentada en aquel mismo sillón de cuadros... ¿Qué estaba diciendo? ¿Que su padre debía salir con alguien?

Ariana vio la cinta dos veces, incrédula. Debería haber sabido que su padre no se casaba con Angie por amor. Debería haber sabido que había trazado un plan y estaba siguiéndolo al pie de la letra, como siempre. Ariana rebobinó la cinta y la guardó en su caja. ¿Qué podía hacer?...Un minuto después, subía corriendo a su habitación para ponerse las zapatillas de deporte. Solo esperaba que las ruedas de su bicicleta no se hubieran pinchado.

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