PROLOGO
Nicola
Emiliano Porcella Solimano miraba sin ver la ciudad desde la ventana de su
oficina, situada en un elegante edificio de Houston. Pensaba en un problema
cuya solución no podía continuar postergando. Tenía que hablar con su
secretaria, una joven a la que consideraba parte de su familia.
Angie
Arizaga era hija de un hombre con el que la madre de Nicola había estado comprometida:
ambos, el padre de ella y la madre de el habían muerto en un accidente poco
antes de poderse casar, así que Angie no tenia ningún parentesco real con Nicola,
pero en cualquier caso, el se sentía responsable de la chica desde hacia años.
Esa era una de las razones por las que le había dado ese trabajo: entre los dos
había heridas que nunca podrían sanar, pero eso no cambiaba lo que sentía por
ella. Podía ser amor si el no estuviera tan decidido a alejarla de su lado.
Nicola
había tenido un matrimonio desastroso y lo habían cosido a balazos en un
tiroteo cuando era guardabosques en Tejas. Aquel tiroteo había cambiado su
vida, había tenido que dejar aquel trabajo y había montado una agencia de
detectives. Se había ganado la fama de ser el mejor, el más discreto y tenia
mucho éxito. Pero su vida personal era un desastre. No tenia a nadie excepto a Angie,
ella se asustaba cada vez que el se le acercaba. A veces Nicola se sentía
culpable por ello.
Angie
le temía y pensaba que Nicola no la soportaba por culpa de una tarde en la que
este había estado a punto de perder el control. Se alejo de la ventana. Nicola
era un hombre de pelo castaño y ojos azules y tez blanca.
Era
muy atractivo, aunque no era consciente de ello y a pesar de su atractivo, su
relación con las mujeres había sido un desastre. Su propia madre le despreciaba
porque le recordaba al hombre que lo había engendrado y que la había abandonado.
Nicola había querido a su madre, pero ella nunca había tenido tiempo para el, aquella
actitud le había marcado profundamente.
Nicola
se había casado cuando todavía era policía en Houston, antes de ser
guardabosques, pero su esposa solo se haba sentido atraída por el uniforme. La
vida con Francesca había sido muy difícil porque ella quería algo que él no
podía darle y Francesca no había tardado en darse cuenta de que había cometido
un terrible error. Cuando le habían herido en el tiroteo, le había abandonado
sin esperar siquiera a que saliera del hospital.
Si no
hubiera sido por Angie, Nicola no hubiera tenido a nadie que le ayudara a salir
de aquella pesadilla. Pensó en lo
irónico que resultaba que Angie se hubiera enamorado entonces de el. Era solo una
adolescente cuando se conocieron. Su padre, Wyatt Arizaga siempre la había ignorado,
igual que Nita Porcella a Nicola. Wyatt había dejado a su hija con la abuela de
esta, para que la cuidara y educara mientras el continuaba su vida promiscua.
Angie
era una joven inocente, dulce y atraía a Nicola como ninguna otra mujer lo
había hecho nunca. E incluso después del tiempo pasado, Nicola todavía se
avergonzaba de lo que le había hecho a Angie durante su convalecencia. En ambos
había despertado entonces una ternura avasalladora a la que Nicola había opuesto
resistencia al principio. No confiaba en las mujeres y Angie era además
demasiado joven, pero nunca había estado tan enamorado de una mujer como
entonces lo estaba de Angie. Pero había echado todo a perder en un momento de
pasión y había asustado tanto a Angie, que su sola presencia todavía la seguía
retrayendo. Enfadado, se paso una mano por el pelo. Debía dejar de pensar en el
pasado.
En ese
momento, Angie pretendía que le permitiera trabajar como detective, pero Nicola
se oponía, le parecía demasiado PELIGROSO. A veces, ni siquiera le
gustaba enviar a Nick o a Jazmin a solucionar determinados casos. No podía
permitir que Angie arriesgara su vida, aunque ella se pasaba la vida
suplicándole a Jazmin que le enseñara el oficio, quería aprender artes marciales
y a disparar. A veces, Nicola conseguía interrumpir aquellas clases. La
persistencia de Angie le ponía nervioso, no soportaba la idea de que pudiera correr
algún peligro. En la oficina estaba relativamente segura. Pero fuera de alii...Recordo
la primera vez que había visto a Angie.
Sus
respectivos padres los habían invitado a comer para que se conocieran. Nicola
haba acudida a aquella cita con la intención de demostrarle a aquella jovencita
cuanto le molestaba tener que convertirse en su hermanastro, pero en cuanto la
había visto se había quedado encandilado. Algo bastante turbador, si se tenía
en cuenta que había ido al restaurante con su esposa. Francesca había sido tan
sarcástica y desagradable que Nicola había terminado pidiéndole que se fuera a
casa. Angie, por otro lado, se había mostrado callada, tímida y parecía
interesarle mucho todo lo relacionado con el.
Nicola
empezó a excitarse al recordar aquel encuentro. Entonces había deseado a Angie
y ese deseo no había disminuido ni con el paso de los años. En aquella época el
estaba decidido a separarse y tenia una buena razón para no desear ningún
compromiso, para no querer volver a casarse. Hizo una mueca y se acerco a la
puerta que separaba su oficina del recibidor. Era cobarde posponer la
confrontación y el nunca había sido un cobarde. Lo que ocurrió era que Angie se
ponía muy triste cuando el la regañaba y no quería lastimarla mas. Ya le había
hecho demasiado daño. Pero Angie debía aprender que las normas había que
cumplirlas. Si pasaba por alto su desobediencia, en el futuro Angie se vería
expuesta al peligro. Y no podía permitirlo. Suspiro con resignación y abrió la
puerta.
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