sábado, 5 de marzo de 2016

UN JEFE IRRESISTIBLE

PROLOGO
Nicola Emiliano Porcella Solimano miraba sin ver la ciudad desde la ventana de su oficina, situada en un elegante edificio de Houston. Pensaba en un problema cuya solución no podía continuar postergando. Tenía que hablar con su secretaria, una joven a la que consideraba parte de su familia.
Angie Arizaga era hija de un hombre con el que la madre de Nicola había estado comprometida: ambos, el padre de ella y la madre de el habían muerto en un accidente poco antes de poderse casar, así que Angie no tenia ningún parentesco real con Nicola, pero en cualquier caso, el se sentía responsable de la chica desde hacia años. Esa era una de las razones por las que le había dado ese trabajo: entre los dos había heridas que nunca podrían sanar, pero eso no cambiaba lo que sentía por ella. Podía ser amor si el no estuviera tan decidido a alejarla de su lado.
Nicola había tenido un matrimonio desastroso y lo habían cosido a balazos en un tiroteo cuando era guardabosques en Tejas. Aquel tiroteo había cambiado su vida, había tenido que dejar aquel trabajo y había montado una agencia de detectives. Se había ganado la fama de ser el mejor, el más discreto y tenia mucho éxito. Pero su vida personal era un desastre. No tenia a nadie excepto a Angie, ella se asustaba cada vez que el se le acercaba. A veces Nicola se sentía culpable por ello.
Angie le temía y pensaba que Nicola no la soportaba por culpa de una tarde en la que este había estado a punto de perder el control. Se alejo de la ventana. Nicola era un hombre de pelo castaño y ojos azules y tez blanca.
Era muy atractivo, aunque no era consciente de ello y a pesar de su atractivo, su relación con las mujeres había sido un desastre. Su propia madre le despreciaba porque le recordaba al hombre que lo había engendrado y que la había abandonado. Nicola había querido a su madre, pero ella nunca había tenido tiempo para el, aquella actitud le había marcado profundamente.
Nicola se había casado cuando todavía era policía en Houston, antes de ser guardabosques, pero su esposa solo se haba sentido atraída por el uniforme. La vida con Francesca había sido muy difícil porque ella quería algo que él no podía darle y Francesca no había tardado en darse cuenta de que había cometido un terrible error. Cuando le habían herido en el tiroteo, le había abandonado sin esperar siquiera a que saliera del hospital.
Si no hubiera sido por Angie, Nicola no hubiera tenido a nadie que le ayudara a salir de aquella pesadilla.  Pensó en lo irónico que resultaba que Angie se hubiera enamorado entonces de el. Era solo una adolescente cuando se conocieron. Su padre, Wyatt Arizaga siempre la había ignorado, igual que Nita Porcella a Nicola. Wyatt había dejado a su hija con la abuela de esta, para que la cuidara y educara mientras el continuaba su vida promiscua.
Angie era una joven inocente, dulce y atraía a Nicola como ninguna otra mujer lo había hecho nunca. E incluso después del tiempo pasado, Nicola todavía se avergonzaba de lo que le había hecho a Angie durante su convalecencia. En ambos había despertado entonces una ternura avasalladora a la que Nicola había opuesto resistencia al principio. No confiaba en las mujeres y Angie era además demasiado joven, pero nunca había estado tan enamorado de una mujer como entonces lo estaba de Angie. Pero había echado todo a perder en un momento de pasión y había asustado tanto a Angie, que su sola presencia todavía la seguía retrayendo. Enfadado, se paso una mano por el pelo. Debía dejar de pensar en el pasado.
En ese momento, Angie pretendía que le permitiera trabajar como detective, pero Nicola se oponía, le parecía demasiado PELIGROSO. A veces, ni siquiera le gustaba enviar a Nick o a Jazmin a solucionar determinados casos. No podía permitir que Angie arriesgara su vida, aunque ella se pasaba la vida suplicándole a Jazmin que le enseñara el oficio, quería aprender artes marciales y a disparar. A veces, Nicola conseguía interrumpir aquellas clases. La persistencia de Angie le ponía nervioso, no soportaba la idea de que pudiera correr algún peligro. En la oficina estaba relativamente segura. Pero fuera de alii...Recordo la primera vez que había visto a Angie.
Sus respectivos padres los habían invitado a comer para que se conocieran. Nicola haba acudida a aquella cita con la intención de demostrarle a aquella jovencita cuanto le molestaba tener que convertirse en su hermanastro, pero en cuanto la había visto se había quedado encandilado. Algo bastante turbador, si se tenía en cuenta que había ido al restaurante con su esposa. Francesca había sido tan sarcástica y desagradable que Nicola había terminado pidiéndole que se fuera a casa. Angie, por otro lado, se había mostrado callada, tímida y parecía interesarle mucho todo lo relacionado con el.
Nicola empezó a excitarse al recordar aquel encuentro. Entonces había deseado a Angie y ese deseo no había disminuido ni con el paso de los años. En aquella época el estaba decidido a separarse y tenia una buena razón para no desear ningún compromiso, para no querer volver a casarse. Hizo una mueca y se acerco a la puerta que separaba su oficina del recibidor. Era cobarde posponer la confrontación y el nunca había sido un cobarde. Lo que ocurrió era que Angie se ponía muy triste cuando el la regañaba y no quería lastimarla mas. Ya le había hecho demasiado daño. Pero Angie debía aprender que las normas había que cumplirlas. Si pasaba por alto su desobediencia, en el futuro Angie se vería expuesta al peligro. Y no podía permitirlo. Suspiro con resignación y abrió la puerta.

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