domingo, 8 de febrero de 2015

EPÍLOGO

Nicola dio un salto en la camilla.
— ¡Mujer! —Protestó — ¿Que ha sido de las manos sanadoras? Si tu madre diera masajes como tú, mi padre habría salido corriendo.
—Mi madre da otro tipo de masaje —replicó Angie —Yo no estoy intentando relajarte, estoy intentando que puedas volver a moverte.
—Anoche me moví mucho, ¿no?
—De eso nada. Te quedaste tumbado mientras yo hacía todo el trabajo.
—Cierto —suspiró Nicola — ¿Crees que podríamos hacerlo otra vez? En la clínica no queda nadie.
—Cállate de una vez, pesado.
Nicola sonrió. Solo llevaba una semana fuera del hospital y sabía que Angie estaba haciendo todo lo posible por ayudarlo.
—Hablando de la clínica, la propietaria vuelve dentro de unas semanas y yo no quiero seguir aquí. Pero me temo que tendremos que encontrar otro apartamento, porque el mío viene con el puesto. Lo siento.
— ¿Qué tal si nos vamos a vivir a Sidney? Podríamos quedarnos en la casa de mis padres hasta que la venda.
— ¿Sigues decidido a venderla? Es una casa preciosa.
—Sí, pero yo quiero que tengamos algo que sea solo nuestro. Una casa que diseñemos y decoremos juntos.
—Eso sería maravilloso.
—Pues entonces ya está.
— ¿En serio? —sonrió Angie
—Claro que sí, Yo puedo trabajar en cualquier parte, no tengo que hacerlo en Sidney. Antes de la boda podríamos comprar un terreno cerca del lago...
— ¡Me encanta el lago!
—Genial. Yo tardaría poco en hacer los planos y pueden construirla mientras estamos de luna de miel. ¿No dijiste que me querías todo para ti?
— ¿Cuánto va a durar nuestra luna de miel?
— ¿Seis meses te parece bien?
—Muy bien —rio Angie, besándolo en la pierna.
—Estupendo. Así podré enseñarte Nueva York y París...
— ¿De verdad?
—Nueva York te va a encantar. Y París. Ah y Tahití. Podemos empezar la luna de miel en Tahití. Sin movernos más que para bajar a la playa y hacer el amor.
—Suena como un sueño —murmuró ella —Demasiado bonito para ser verdad.
Nicola la miró a los ojos.
—Nada es demasiado bonito para ti, mi amor.
—Si me dices esas cosas, conseguirás lo que quieras de mí.
Él levantó una ceja.
— ¿Conseguiría un cambio en la técnica de masaje?
— ¿En qué estás pensando?
Nicola tomó sus manos y las puso sobre...lo que estaba pensando.
—Despacito —murmuró cuando ella empezó a moverlas.
— ¿Así te gusta?
—Mmmm...
— ¿Y así?
Nicola dejó escapar un gemido y Angie se volvió para tomar una botella de aceite aromático.
—Puede que necesitemos esto, ¿qué te parece?
Él estaba en el cielo. Siempre estaba en el cielo con su amor.
—Hazme lo que quieras —suspiró, rindiéndose.
—Lo haré no te preocupes —sonrió Angie —Haré todo lo que quiera contigo.
Nicola cerró los ojos y gozó mientras LA MUJER QUE AMABA hacía todo lo que quería con él.

** FIN **

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